TÍTULO ORIGINAL. Gomorra
AÑO. 1888
DURACIÓN. Indeterminada
PAÍS. Chirigota Española, s.l.
DIRECTOR. Desconocido
GUIÓN. El Ejército de los 12 Monos
MÚSICA. Víctor Manuel
PRODUCTORA. El Liberado Productions, c.b.
GÉNERO. Terror
SINOPSIS. Poder, sangre y dinero... mucho dinero. Estas tres
palabras vienen a resumir la superproducción que copa, durante estos días, las
carteleras de los cines españoles de postín, en formato panorámico o 3D, a
gusto de un consumidor que, mientras devora un cubo de palomitas sin fin,
contemplará cómo se las gasta el sindicato de la Mafia, auténtica mano que mece, desde
las cloacas, la cuna de los parias de la tierra.
Ya de primeras, mediante unos planos cerrados y un excelente
tratamiento de la imagen en blanco y negro, retrocederemos a los primeros días,
cuando la mafia empezaba a dar sus primeros coletazos de manos de su fundador,
don Lucky Luciano, quien, no satisfecho con su otro hijo bastardo, de nombre
"la PSOE", parió el entramado que, con el tiempo, acabaría convirtiéndose
en el terror de los hombres de bien que por allí pululaban intentándose ganar
la vida honradamente.
Son tiempos... escenas y más escenas... de amenazas en sede
parlamentaria, huelgas revolucionarias y un largo número de "paseos"
al amanecer... todo amenizado con unos excelentes efectos de metralleta Thompson que repica incesantemente en los tímpanos de un espectador que, tras escasos
minutos desde que diera inicio el maratón mafioso, ya empieza a encontrarse incómodo
en su butacón, aunque este sea de los más modernos, reclinable y con un apéndice
para que puedan estirarse los pies.
Ante nuestros ojos, muertos y no-muertos, ya que como va
entreviéndose fotograma a fotograma, el sindicato del crimen hace uso, y abuso,
de la propaganda burda y falsaria, utilizando el sentimiento ruin del cadáver imaginario como
medio de agitación, con lo que pretende influir en una comunidad que, inculta, ve a
los capos como personas tratadas injustamente por un Poder que no alcanzan a
comprender, pero al que acusan de todos los males que siembran la proletaria
tierra. Largas listas de mineros muertos, campesinos colgaos por los pies,
latifundistas que meriendan niños y recuperan derechos de pernada... Todo es
usado por Bonnie E. Parker, otra cuatrera con pretensiones vestida de negro riguroso, para azuzar a un
lumpen desnortado, deseoso de la paz del corral aunque esta venga acompañada de un
sangriento coste en forma de guerra fratricida.
Más sangre, más muertos en las cunetas, más propaganda y
niños pudriéndose en la Madre Rusia... y más incomodidad en el patio de
butacas, donde las palomitas han quedado apartadas tras cerrarse, gracias a la válvula
de seguridad, la boca del estómago.
Minutos después, tras medio siglo de metraje, la mafia sindical, descalabrada, pierde la batalla por el
control del menudeo en el mercado negro, viéndose forzada a batirse en
retirada, derrotada, rumbo a esos paraísos en los que tanto abunda el tiro en
la nuca, el golpe de piolet o los ríos de oro y mirra que brotan de un barco
mercante de nombre Vita. Tiempos de exilio, tiempos de reflexión... tiempos
desaprovechados donde abundan los ajustes de cuentas internos entre unos capos
que pretenden hacerse con el control de la organización mientras esperan la llegada de la calma que siempre sigue a la derrota, cuando volverán a levantarse las marejadas y
el lumpen, idiota, volverá a sentir ese gusanillo que pudre las manzanas,
curioso ante las aventuras idílicas de hombres rudos y violentos.
Ay, los malos malotes... ¡qué tirón entre las mujeres!...
¡qué tirón entre los imberbes!...
A medida que avanza la película, también avanza el tiempo,
que todo lo puede y olvida... O tempora, O mores... y el blanco y negro de la víspera
se torna paleta de colores de vanguardia, presentándosenos así el tiempo
actual, nuestros días presentes, en los que aquel grupúsculo que sobrevivía en
el exilio, ajeno a las miserias de quienes habían dejado atrás, rodeados de
plomo, vuelve a casa durante una trágica natividad, infiltrándose en los
organismos que iban a cortar el bacalao a partir de ese momento cómico. Amigablemente, mediante el soborno y el chantaje, los Al
Capone, John Dillinger, Joe Bonanno, Tommy Gagliano... y demás cabecillas del
sindicato del crimen, regalando jamones a los corruptos que copan la política,
la judicatura y los medios de comunicación, van ascendiendo en la escala jerárquica,
hasta alcanzar las más altas cotas de poder, gracias al cual pueden pasearse
impunemente por doquier, alardeando de sus posesiones y lo infinito de sus
patrimonios ganados de forma impúdica, al tiempo que una horda de familiares, engalanados con miles de
anillos y trajes de alta etiqueta, cantan saetas al paso del Cristo de los
Faroles, llorando falsas lágrimas que, después, secarán mientras "asan una
vaca" o desnudan, con la mirada, a "la de las tetas gordas", esa
pobre paria a la que, a cambio de un curso de formación imaginario, sobarán los
pechos como usureros de la carne y el vicio.
Auténtico canto al saqueo y la ley del silencio, la Mafia
Sindical se muestra con toda su crudeza a lo largo de un film que se hace
interminable e insoportable. Corrupciones de altos vuelos y bajos coeficientes
intelectuales; pisos financiados con el dinero del lumpen que jamás llegarán a
construirse, quedándose la organización con todos los ahorros de mil pobres desgraciados; pagas vitalicias a aquellos que todavía no han asomado la cabeza del
misterio de sus madres; incendios en las dependencias judiciales y desapariciones
de testigos protegidos...
... nada hay que pueda contraatacar al Poder de la Camorra
"ugetista". Tan sólo una juez, valiente, osará, en este nuevo acto de
la proyección perpetua, indagar en la ciénaga de la mafia... y, aunque la película
sigue y nadie sabe cómo acabará el entuerto, el espectador no se sorprenderá
si, una mañana, al despertar, esa mujer a la que las mamporreras feministas
afines al sindicato tachan como "guapa, estilosa y fresca", apareciera
con una cabeza de caballo como acompañante de amaneceres.
Se entiende, de esta guisa, que también el director de esta
magna obra de denuncia sorda, quiera pasar desapercibido a los ojos del público...
y es que, como todos sabemos, los tentáculos de la mafia sindical son
largos y peligrosos... amén de impunes.
3 comentarios:
¿Para cuántos percebes y bogavantes da el 20% de cada facturita?
Para demasiado pocos, vista la gula de estas sanguijuelas del sindicato, Maribeluca.
Pero démosle tiempo, démosle.
Tax season is here, protect yourself against identity theft.
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