Yo tenía un sueño de España… pero ese sueño murió hace tiempo. El que me acunará esta noche, será mejor. Mi guía en los Años Oscuros. Y vivirá por siempre jamás. Ej12Ms

20 jul 2014

Imaginario


Ni aniversario, ni fallecimiento, ni fecha señalada que indique ningún pasaje especial en una vida cualquiera... nada fuera de la normalidad extrema de este verano, acompañado de idéntica rutina, sol abrasador y resfriados... eternos resfriados... que te hacen estornudar por allí y "quitarte la humedad" por acá.

Todo previsible, aburridamente previsible... pero después de una noche larga, y animada, estas letras son para ese japonés sencillo y silencioso que atiende al nombre de Hayao Miyazaki... otro de esos personajes que, de no existir, deberían ser inventados... creados de una costilla cualquiera, moldeados con arcilla, dibujados sobre un virginal cuaderno en blanco, de infinitas hojas, como infinito es el mundo del maestro nipón... e infinitas son las sensaciones que sus personajes trazados con esa delicadeza de la infancia, nos transmiten a través de los rayos catódicos de una caja que, por unas horas, se volvió menos tonta de lo habitual.

Faltaba poco para la mayoría de edad cuando, durante una escapada a un lugar de cuyo nombre no quiero acordarme, en un videoclub cochambroso en el que preparábamos una sesión de viernes noche, observé en una de esas pantallas mudas que emiten y emiten, sin cesar, películas que a nadie interesan, a la princesa Mononoke y sus pinturas de guerra a lomos de un lobo gigante. Días después, al llegar al Cuartel General... uno, soldados, es Mono desde siempre, desde la infancia, el gen simiesco se lleva en la sangre... corrí en busca de la película, devorándola mientras, fotograma a fotograma, un recuerdo que creía perdido empezaba a aflorar en mi interior, refrescando imágenes de islas desiertas, sueños en alpargatas y meriendas de pan con aceite y chocolate.

El recuerdo de la cosa vivida... del "yo estuve ahí"... la canción perdida que vuelve, como el rumor del mar emitido por esa caracola vieja que guardamos sobre el mueble del comedor...

... y mirando, leyendo, conocí a Miyazaki... y comprendí que él ya me conocía, desde niño, cuando venía a redibujar unos sueños de la infancia vestidos con un caos infinito de colores y formas. Hayao, con su paleta, los gestos y los silencios, dio forma al inmenso ovillo de mi imaginación infantil, desde siempre, mostrándome unos Alpes pastoreados por Pedro y sus ovejas, la búsqueda de Marco y su pequeño primate... ¡otro más!... las aventuras detectivescas de un perruno Sherlock Holmes, las peripecias apocalípticas de Conan, el niño del futuro, Lupin y su banda...

Tímido, este comandante nuestro ha estado ahí desde el principio de los días y, después de nuestro reencuentro fortuito, ya no he querido que vuelva a separarse de un servidor, desempolvando el viejo baúl en el que guardaba las aventuras del cerdo y su hidroavión, defensor de los parias e inocentes hasta que, una bala perdida, lo transporte a ese "cielo de los cerdos" en el que todo héroe tiene su particular rinconcito... también los Monos... y Chihiro, la niña perdida, que también aguarda junto a una infinidad de castillos voladores de toda forma y color, siempre escoltados por legiones de aviones y demás escobas... todo vuela, todo flota... que la imaginación de los niños hizo despegar del suelo una mañana soleada de inmenso cielo azul, donde la maldad es tan efímera como un helado de Agosto y los tiranos, espigados u obesos, dan menos miedo gracias a una sonrisa simpática y cierto pellizco de locura.

Allí, en el paraíso, espera Nausicaä... en su valle del viento... sobre campos de verde maíz en movimiento. Su mirada triste pero decidida, su condición de heroína valiente, pero sensible... el armonioso réquiem por no se sabe bien qué, pero que duele, que se siente, que se atenaza el en pecho, quemándolo todo, al rojo... el viento... la ayuda... la soledad... el descanso... 

Hay cosas que son difíciles de explicar, Monos. El imaginario del comandante Miyazaki, de entre todas, quizá sea la más complicada. Estas letras de Domingo pretenden agradecerle todo lo que me ha aportado, que es mucho... tanto, incluso, como de lo que me ha privado... pues, en esta vida, todo se da y todo se quita, Monos.

Y, a pesar de ello, nada hay más maravilloso que vivirla.

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