Procesos

Pasarán más de mil años... muchos más...
... pero no, Monos, no... no ha sido necesario esperar tanto.
No hubo imperio que mil años durase, y -a pesar del "un popbla, una republiqueta, un molt honorapbla"- han bastado un puñado de inviernos, un suspiro de dioses, para ver cómo los gerifaltes del invento, esos bípedos endiosados de supremacismo elitista Nivel C, han sido puestos, en desfile de fiesta con traje de domingo de permiso penitenciario, frente al tribunal que a imitación al de los cielos ha de juzgarlos aquí en el terruño azul que flota y flota en el vacío sideral.
Un suspiro que para los simios venidos a más que forman esta milicia clandestina computa como varias décadas... décadas de agravios, de menosprecios, de mofas y burdas manipulaciones arengadas por los que calientan el banquillo de los acusados, amplificadas por medios de desinformación afines al bolsillo ajeno, inculcadas en vena por el sistema de lobotomía totalitaria que está instaurado en la educación a todos los niveles y cacareada por los mansos que pueblan la tierra de las mil sardanas... pero que, al fin, tras el mazazo del togado supremo, se han roto como se rasgó el velo del templo segundos antes del derribo postrero.
Quizá el jurado será benevolente dictando una sentencia cenagosa por meliflua o vendrá un gomierdo apaciguador agitando la servilleta al viento con el indulto; podría ser que los sumos mandileros uropeos enmienden la plana a la apaleada justicia patria segundos antes de que otro gomierdo sumiso acate otra sentencia de excarcelación múltiple y masiva; no sería extraño que pase otro suspiro, otras décadas simiescas, y, de nuevo, vuelvan a arreciar los vientos de la mugre estrellada y su parroquia de botarates del antiguo régimen, vuelva al trigo la mula de la revisión histórica y el lysenkismo genético si es que alguna vez dejó de girar y girar como una peonza atrofiada, brote el crimen y la fanfarria de la fuente ponzoñosa del catalanismo privilegiado...
... pero el ver sentados en el banquillo de los acusados a los perros de la independencia, escuchar sus sollozos ideológicos y sus súplicas de justicia a la carta, el arrebato del que se ahoga con un nudo en la garganta frente a las preguntas del fiscal, la abuela que clama por la infancia robada de su prole allá en la segunda residencia de la costa gerundense, la sonrisa helada del kie de la asociación civico-cultural que no pasa de lila entre los barrotes del trullo, la grandilocuencia remunerada del abogado engominado, el castañeteo de los dientes de la esposa ansiosa... el abrazo insatisfecho del hereu que aguarda entre el público...
Oooooo... Monos....
... pasarán más de mil años, muchos más... será rojo o será negro, dios dirá...
... pero ¡qué satisfacción ahí verlos, sentaditos, azorados a pesar de ir sin monos naranjas... ellos, los padres de la nauseabunda republiqueta... esos mesías de pantomaca, en el banquillo, afrontando -este sí- el verdadero proceso, de Ley y Justicia!