Yo tenía un sueño de España… pero ese sueño murió hace tiempo. El que me acunará esta noche, será mejor. Mi guía en los Años Oscuros. Y vivirá por siempre jamás. Ej12Ms

9 mar 2019

Referentes

El hombre mortal que todo lo puede, hacedor de cambios climáticos, ingenierías de género, derechos humanos y demás pecados capitales laicos, fue puesto en la cúspide de la pirámide alimentaria merced a la masa esponjiforme que habita en su sesera, capacidad mediante la cual obtiene la posibilidad de hacer como que piensa, y como que hace, pues el método cognitivo llevado a la práctica le da la oportunidad de elaborar herramientas con palos, piedras y otros menesteres.
Pero, de tanto desuso, dicha habilidad puede atrofiarse, nublarse, pasar al neutro.
Desde hace años -podríamos remontarnos al final de esa innombrable segunda guerra mundial que tanto maldicen los herederos de la paz lennonista- la juventud occidental ha perdido esa programática vital de la que hablaba un genio, Salvador Dalí, y la dosis de romanticismo, mística, magia que emanaba de un ideal hitleriano, pródigo en futuribles, anhelos y otro mundo es posible, se esfumó junto a los resquicios del olor a pólvora emanados de los cañones bélicos, sumiendo a la mancha humana en el mar del relativismo de centro.
Muerto el perro, pero, no se acabó la rabia... sino que se dio inicio a la angustia del derecho no satisfecho, pues los tiempos nuevos de pax-lennonista, lejos de hacerse realidad, han chocado con la genética del lobo-hombre en París. Ni rastro del maná brotando de las fuentes, no hay pan para tanto chorizo, el imagine, ni está ni se le espera, el poliamor resultó efímero como un anuncio de desodorante marca blanca. La realidad es muy terca por mucho que en las aulas, la generación mejor preparada de la historia, aprenda mil y una formas de disfrazarla y ridiculizarla con el mantra pedabobo del progresa adecuadamente. O buscando figuras alternativas que, no por menos totalitarias, sirvan para saciar la sed existencial del rebaño en desbandada.
Ese alter ego, alzado a los altares por tirios y troyanos, responde al alias de padrecito de los pueblos. Él, y su teoría de la dictadura de los parias, los desheredados, el lumpen, la minoría oprimida. Otro perro, distinto collar. El encomiado por el surrealismo, por soberbio, y éste encumbrado por la fantochada educativa pública institucionalizada, por perezoso... siempre sumiso a la ideología de nueva hornada, ya venga disfrazada de lucha de clases, sexos o kindergarten ecologista.
Siempre a las faldas del Estado todopoderoso. Que Él, en su inmenso intervencionismo, provea.

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