Yo tenía un sueño de España… pero ese sueño murió hace tiempo. El que me acunará esta noche, será mejor. Mi guía en los Años Oscuros. Y vivirá por siempre jamás. Ej12Ms

11 jul 2018

Retratos infames


El mundo no fue un valle de alegrías para Bartolomé. Nunca se lo puso fácil, ya desde el inicio de su aventura. Baja estatura, cargado de espaldas, siete largos años luciendo el amasijo de hierros de la ortodoncia y, adobando la mezcolanza, una incapacidad hereditaria para el lucimiento en materia deportiva, intelectual o cómica... que ya dice el refrán que la suerte de la fea -o el feo, en el caso que nos ocupa- la guapa la desea.
Nunca destacó en demasía durante sus años en la academia: aún no había acabado la educación secundaria cuando su padre, harto de las citas semanales con el tutor del berraco, le endosó una cadena presidiaria que hubo de unirle de por vida a la mesa de ebanista de la empresa familiar dedicada a la fabricación artesanal de guitarras españolas, tesitura que, de haber sido diestro con el movimiento digital y la comprensión de los jeroglíficos del pentagrama, podría haberle acarreado algún interés para con el prójimo... pero tampoco. Artrosis prematura, decía su pare con una mueca desdeñosa a quienes sospechaban tan mala jugada de la genética, y con tales excusas la vergüenza de Bartolomé no hizo más que acrecentarse de forma exponencial durante esos años adolescentes en los que, si no se progresa adecuadamente, puede venirse abajo la autoestima de cualquiera...
... por lo que podríamos concluir que, así, con estas armas de la caprichosa providencia, en su trato con el sexo femenino nada fue bien. Ni medianamente regular, damos fe.
Bartolo también gastaba de una afianzada eyaculación veloz -que no precoz- que convertía el exiguo acto de colocar el preservativo de doble capa en su apéndice amatorio en un trabajo digno de un Hércules mitológico, y cuando sonaba la flauta en alguna de las discoteques de maduras divorciadas entradas en años que frecuentaba... ya sabéis, nunca falta un roto para un descosido... el éxito o fracaso de la operación era directamente proporcional al número de güisquis que se hubiera metido entre pecho y espalda. A más anestesia, mayores probabilidades de encapuchar el capullo sin salpicaduras fortuitas.
Aquel mes de Julio, sin embargo, cuando se hizo pública por ley la imperiosa necesidad de la afirmación implícita del sexo entre macho y hembra so pena de ser acusado de violación fascinerosa heteropatriarcal, la mera posibilidad de romper la magia de la jodienda rellenando el formulario a bolígrafo mientras intentaba contener los efluvios del gozo, fue la gota que colmó el vaso de su aguante psíquico.
En un final digno del esperpento que fue su vida, lo encontraron colgando de una viga a las tres semanas, siendo todo pellejo, polvo y oprobio.
Hay muchos Bartolos en este mundo raro, pero nadie hablará nunca de ellos.
También doy fe de ello, y para que conste firmo este manifiesto.

No hay comentarios: