Sálvame de lex

Siguiendo el papel pautado de la democracia de nuevo cuño que recorre a Europa como un fantasma... la adjetivada como de bienestar, hacedora de estados de derecho, correcciones políticas, multiculturalismo fetén y otro mundo es posible, llega, para regocijo de la mancha humana hastiada de infamias y menesterosa de autocomplacencia hedonista, la nueva versión del sistema judicial, también conocido como Magistratura dos punto cero, o popular.
Para ello, y haciendo uso del canal infalible de información verídica y objetiva que nos propone la TV -auténtico medio de masas del pueblo soberano-, en un plató convenientemente adecuado, con tribuna para el Juez, micrófono inalámbrico para las partes y asiento con bocata de chorizo en cada uno de las butacas del jubiloso -y jubilado- público, se realizarán las vistas de los casos todos al tiempo que, previo debate, se dictará, y leerá, pública sentencia.
Para amenizar el farragoso sumario y empoderizar a la soberanía hecha gallinero, un presentador o presentadora o presentadoru mediático, tipo Ana Rosa o Follonero: simpáticos al lumpen y con una labia y carisma que sirvan para compensar la falta absoluta de conocimientos leguleyos en su haber. Así, ente mofas hacia insidiosas víctimas y blanqueamiento sepulcral de los criminales, una vez acabado el bloque en el que la entidad financiera o la casa de embutidos catalanes patrocinadoras vendan al espectador bonos patrióticos o longaniza en barra de odio supremacista, tras la cortinita de estrellas y la música tribal de cabecera coreografiada a ritmo por el regidor del plató, una vez las partes hayan orado sus alegatos finales al más puro estilo hollywoodiense y se haya realizado el conteo de los votos telemáticos enviados por la audiencia desde el cómodo sofá de sus casas haciendo uso de un mensaje de texto enviando smsculpable o smsinocente al 35022, el amenizador del juicio del día dará paso a la sentencia leída por el juez supremo correspondiente, que podrá ir cambiando según sea la tipología del entuerto, pero que deberá cumplir el requisito imprescindible de ser togado de común aceptación y afanada fama entre lo las fuerzas vivas de la sociedad civil, sirviendo como ejemplo el excelentísimo prevaricador Garzón  o el mediático Elpido, aunque no se debería ser estricto en este apartado de los conocimientos ya que, como muestra la docta Beni, toda carencia es compensada gracias a una indómita facilidad para escribir libros o su imaginación para hilvanar elucubraciones espontáneas.
Después, para gozo de los directivos, saturar la parrilla con una o dos tertulias... y los políticos, en el parlamento, satisfechos dándose palmas en el pecho, orgullosos, tras llevar la democracia a los pies de la justicia popular.
Seguimos avanzando.