Yo tenía un sueño de España… pero ese sueño murió hace tiempo. El que me acunará esta noche, será mejor. Mi guía en los Años Oscuros. Y vivirá por siempre jamás. Ej12Ms

12 abr 2018

De los depreciadores del cuerpo

La sapiencia de bellos y fotogénicos pies ha hablado, con voz de supertacañón, para, rompiendo la balsa de aceite que es su presidencia de la generalidad catalufa, en un gesto que hemos de saber agradecerle como sucederá siempre que consienta deleitarnos con su grácil verbo y su fervorosa filosofía de abogada del estado, hablarnos de la piedra angular de su ideología política, que no es otra que el concepto de la aldea global, metáfora de un mundo feliz... otro mundo es posible... en el que la gran camada forme parte de un conglomerado donde miembros, miembras y miembrus sean iguales en forma y pensamiento al comunista modo -o socialdemócrata variante-, pues no es otro el fin último que le depara a la humanidad el nuevo orden que se viene construyendo desde que los valores abstractos dejaron lugar al poderoso caballero don dinero y sus adoradores usureros.
Así, de la mano unos y otros, políticos con máster e hijos de obrero con pretensiones espúreas, en la aldea futura... o tribu de copa menstrual dos punto cero, que dirían los socios cuperos de la presidenta... las peculiaridades que hacen diferente a José de Pepito serán sólo un mal recuerdo de los infortunios del antiguo régimen liberal.
Conviene remarcarlo y subrayarlo, ya que aquel que ose vanagloriarse de su diferencia y individualidad será tachado, por quienes se autoproclaman defensores de la libertad, la democracia y las demás monsergas pasadas de moda en esta edad de marxismo de amiguetes, como enemigo de la sociedad perfecta y feliz que flota bajo el influjo de los globos de éter insuflados por los Pennywise de la común moral de la bienaventurada aldea global. De los viejos antipatriotas adoradores de fronteras, tradiciones y anacronismos históricos se hará carne con la que alimentar a los inquilinos de la habitación 101, el gulag reeducador cuyo juicio final incinerará toda memoria.
Aldea global para la mancha humana tejida con fina seda culera de araña viuda apostada en el iluminado rincón de un templo salomónico.
Contra ella... frente a la aldea y su coma inducido... sólo queda el destierro, la montaña, el no-pies fotogénicos de los que tanto abjuraba Zaratustra.


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