Yo tenía un sueño de España… pero ese sueño murió hace tiempo. El que me acunará esta noche, será mejor. Mi guía en los Años Oscuros. Y vivirá por siempre jamás. Ej12Ms

12 feb 2018

Canallesca


Iba caminando por el barrio chino, absorto, pensando en lo que siempre dices, María... víbora toda tú... y un perro, al ladrar desde el fondo de la calle, ha obrado el milagro de los panes y los peces, alunizando mi cuerpo desde el espacio exterior de la solidaridad falsaria a este mundo raro que flota y flota y que ojalá en uno de estos vaivenes rebote y explote y sucumba en un enorme big-bang inverso.
Tres ladridos, un jipi perfumado tocando una melodía esperanzadora a la ocarina y a las puertas de los grandes almacenes de corte y confección inglés la rumana gitana amamantando al vigésimo cuarto vástago parido por sus entrañas a la sombra de la gran Urbe del bienestar y progreso y otro mundo es posible.
El pequeño mamón, ya con los dientes buenos aflorando bajo las encías de morado caballo cortado con bicarbonato, vestía pantalón de pana talla equissmall, chaleco de feriante y una bufanda de punto que hubiera hecho las delicias de todas las costureras aficionadas que se curan la soledad dándole calceta al virgo todos los sábados a la hora del café en las sobremesas al uso entre la generación mejor preparada de la Historia de España. La madre, temporal o a tiempo completo, ¡vete tú a saber, María!, miraba a la mancha humana que deambulaba frente a su parada de beneficencia, agitando un roído cartón en el que había escrito, en la más sobada de las lenguas oficiales que pululan por la socarrada piel de toro, lo mucho y mal que la había tratado la perra vida, a ella, que tanto sufrió y luchó y padeció durante los tiempos de la guerra civil, magna epopeya siempre al alcance de la mano de todo paria terrestre... o foráneo... que anhele una medallita civil de reconocimiento democrático.
¡Dame algo, chaval!, me ha dicho la tipeja clavando su pupila hechicera en mi pupila díscola. ¡Dame pá que mi churumbel coma!, repite una y otra vez mientras el pequeño de los huevos negros, sin soltar la ubre que lo amamanta, escudriñándome con sus rayos x de infamia picaresca, se sonreía del pobre imbécil y su culpable misericordia arreciada a la sombra del sofá del salón comedor.
Como te decía, lagarta, iba pensando en la conversación que me has dado durante el desayuno, maldiciendo el sinsabor que has conseguido que me causara el último cruasán de la fleca de la plaza real -el que querías para ti pero que, viendo mi sano egoísmo, has decidido atravesar en mi gaznate con tu prédica solidaria del tres al cuarto-, y recordaba a los niños que protagonizan tus lastimeros relatos pudriéndose de hambre sin bocadillo en el recreo, las conmovedora abuela sacrificando la morcilla en sus lentejas en beneficio del nieto que llora, desnutrido, los pobres que trabajan con sus manitas pequeñitas puliendo las camisas de las balas en el tercer mundo o las siete veces a la semana que deben de comer salmón ahumado los pobres diablos para que la puta mierda de oenegé en la que trabajas no los incluya en esos informes de pobreza estructural con los que os descolgáis ante los medios de comunicación tú y ese jefecillo tuyo... sí, sí, el gafapasta... el modernillo molón folla-niños, sí, sí... modernillo de mierda con camisa alcampo, barba de tres días y aire de Indiana Jones reconvertido en turista solidario que habla así, con acento impostado y palabrería hueca como tu sesera, guapa.... y miraba al chaval mamón, a su arrendataria y la ubre interminable a la que se aferran tantos y tantas y tantus, y la vorágine de miseria e infamia me ha hecho alunizar en el mundo real... real y raro... donde el llanto de los niños desgraciados es la argamasa sobre la que tú y tantos como tú, víbora, habéis erigido el imperio de solidaridad impostada, prostitución galopante y pedofília de uso común.
Venía pensando en tu bazofia de relato solidario, chica, y has hecho que tropiece con ella.

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