Yo tenía un sueño de España… pero ese sueño murió hace tiempo. El que me acunará esta noche, será mejor. Mi guía en los Años Oscuros. Y vivirá por siempre jamás. Ej12Ms

17 dic 2017

El expolio molón

Llega la Navidad, y con ella vuelven a casa, a través de los rayos catódicos de la caja que atonta, de un modo semejante a los trillones de exiliados que se ganan los cuartos en todos los países del orbe, los especiales folclóricos de tertulianos cantando a lo Boney M el villancico de turno, el reparto indiscriminado de buenos deseos por parte de los gurús de la intelectualidad progresista, las comilonas mientras te muerdes la lengua ante las bravuconadas de tu cuñado favorito y esas maratones solidarias patrocinadas por los usos y costumbres de los comendadores del surtido de taifas hispánicas con las que el vulgo, culpable en su inopia, lava la mala conciencia soltando cuatro euros para obras benéficas, sean estas la redacción de un proyecto de ley que dote de derechos civiles a los animales, la investigación científica de las enfermedades raras o el hacer hucha para las futuras fianzas de los pobres inocentes a los que persigue el despótico sistema judicial español franquista.
En el terruño de la barretina y el supremacismo racialista aguachirri, el invento responde al nombre de La Marató... el Maratón... pues no es otra cosa que una maratón de suplicio vergonzante lo que se debe aguantar el día señalado, con las cien mil asociaciones no-gubernamentales (¡válgame el señor, qué cachondeo!) realizando actos por doquier en los que se podrán observar a los niños... esos inocentes pluriempleados... soltando globos y cantando soflamas en pro de la paz, la solidaridad, el pá-amb-tomaquet y lo cojonudo que es el popbla catalán cuando de dar limosna se trata en un aquelarre de expolio consentido y aplaudido a partes iguales. 
Veinticuatro horas de donación ciudadana con solo descolgar el teléfono de la mesa camilla, Quimeta, y al otro lado de la línea, sorpréndase, la posibilidad de hablar con el paladín de la democracia real ya, el derecho a decidir y la voluntad democrática de los pueblos. Si le sonríe la suerte, su palique será congraciado con la emisión en directo y la sonrisa de la presentadora... y el hereu, ese privilegiado catalancito con dientes de leche hasta la edad adulta, raudo y veloz, tendrá ocasión de salir corriendo al equipo de videograbación para inmortalizar, en formato digital, el momento único en el que el pobre de espíritu estableció contacto con los mesías que tanto adora desde el otro lado del espejo de su aparato de televisión. Barato, barato, barato. Con la llegada de la noche y sus estrellas, la buena acción del día habrá sido superada con nota. 
Duerme, Quimeta, duerme. Tú formas parte de el momento histórico y, además, eres mujer de buen corazón, capaz de empatizar con los desahuciados extranjeros a vuestra Ítaca particular.


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