A lo lejos, de nuevo y van más de tres, otra jornada de
reflexión.
Y para no romper la tradición memocratica del terruño, es
para catalanas. En la sala del SI han perdido la cuenta de las veces que,
engañados, se nos ha llamado al matadero electoral donde se vota... y se recuenta,
como bien sentenciaría el padrecito de los pueblos... la voluntad del rebaño
feliz. Volem votar, decidir, democracia, somriures y no sé cuántas monsergas más
que se tornan aguachirri de tanto mentarlas, como el jamón cuando, víctima de
uso y abuso retórico, acaba convirtiéndose en monja. Democracia, democracia,
democracia... y, al poco, la democracia no significa nada. El muñido fascio, la
corrupción innata a las sanguijuelas de Pedralbes, el racialismo innato del
nacionalismo... carecen de sentido y significado en la realidad virtual que padecemos. También el derecho a voto, ultrajado cada cuatro estaciones mediante
una nueva función del gran teatro que está resultando ser este mundo raro en el
que flotamos, condenados.
Rebusqué entre los papeles la fecha del último informe
dedicado a las miserias de las campañas electorales de la telaraña barretinada:
poco, el tiempo justo para que el dúo de sátrapas Rufián/Tardá faltaran a su
promesa de abandonar la Casa Grande una vez instaurada la republiqueta tribal,
no más. Cinco segundos son suficientes para que el fraude se manifieste. Sólo
de tan sutil momento puede culparse a los maniqueos aforados; el tiempo
restante de flotación en la inopia es culpa de la mancha humana que pace en
España, silente y adoctrinada.
Aunque pretendan decir lo contrario, el panorama apenas han
cambiado para la mente despierta. Siguen ahí los protagonistas de siempre. Las
estrellas de carrera con doctorado en la industria del actor's studio. Maestros
en la tergiversación y el llanto espontáneo, sea por presos, sea por
infraestructuras, por expolio medieval o por el secuestro exprés de la
republiqueta que fue y no fue y después volvió a ser pero ahora parece que se
suspende y se enfada y saca la morralla a cortar autopistas con una soga
amarilla al cuello y el president se exilia y tiran mierda en las sedes del pepé
y chascan los dedos al romperse aunque los males son menos males cuando a pesar
del golpismo descarado se siguen cobrando las nóminas de la función pública.
En los créditos siguen apareciendo, también, los asimilados,
a los que conoceréis gracias a su hablar pausado, apaciguador, equiparando tirios
con troyanos en su eterno declinar del verbo talante. Es el tieta bailongo,
capitán general de la sumisa solidaridad socialista catalana, hacedor de multas
lingüísticas, valedor de tripartitos, chupóptero Borrell mandando callar a las
masas enloquecidas de las calles barcelonesas. Es el gigoló de los comunes de
la meona de Barcelona, chekista disfrazado de marxista, flautista de Hamelín
capaz de llevar a los díscolos al gulag mientras canta el estribillo del
libertad, libertad, sin ira libertad. Sí, se puede; sobran los tontos útiles (e
inútiles).
Son actores de la opereta los cincuenta metros de Albiol, sparring
del pim-pam-pum con el que la derecha de la náusea disimula su complejo suicida.
Es la izmierda y la derecha farisea y el centro de color naranja, pelo negro
jerezano y labios de rojo carmín con el que el partido de la ciudadanía
pretende hacer borrón y cuenta nueva para empezar el proceso de
"uropeización" limpios como una patena de los restos de la insidiosa
tradición hispana, la cual debe difuminarse en el proyecto de las doce tribus
bruselenses sin tratado de extradición.
Lo de siempre, aunque se haya unido un secundario
cientocincuentaycinco. Irrumpió en escena con ánimo de cambiarlo todo, pero,
excluyendo su intento de adormecer la reacción que sacudió las calles de la
ciudad condal de forma espontánea y dispuesta de la mano de los hastiados, no
ha servido para otra cosa que no sea ungir a la primera presidenta de la
reverenciadísima logia del gran poniente catalán.
No hay más... hasta la próxima cita, que será...
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