El vigesimoséptimo día del mes de Julio del año mil
novecientos nueve tenía lugar el desastre del barranco del lobo, durante la
Guerra de Melilla. Soldados españoles al mando de un inepto se vieron
sorprendidos por los rebeldes del valle de la grifa. Una escabechina, pies para
qué os quiero y negras nuevas rumbo a la tierra de la regeneración del noventayocho,
donde, apenas veinticuatro horas antes, ardían las primeras instituciones en lo
que se conoce como la semana trágica.
Ambos episodios están escritos, en la Historia de España,
con letras de sangre.
Allí, en tierras del gran sultán, la incipiente rebelión que
iba tomando forma alrededor de Melilla fue vista desde la villa y corte como una
posibilidad de resarcirse del fracaso noventayochista y la desazón que había
hecho mella en la mancha humana de la época, intelectualidad toda incluida;
pero aquel, también, gomierdo -¡o tempora, o mores! aquejado de mal de buen
samaritano, lo que recibía en la diestra lo volvía a recibir de la siniestra
por partida doble, y así, mientras se fantaseaba con mantener una línea severa frente
a los grifeños del Rif, aquí, en la tierra de la mentira revolucionaria y la
leyenda negra, doblaba el espinazo en presencia de los culitos finos que le
acusaban de reaccionario e inquisitorial. Desde la profundidad de sus caretas
libertinas, predicaban la contemplación del delito y el manejo correcto de los
tiempos frente a lo que no era corrupción, ¡que va!... no era predicar la
desobediencia civil o la ilegitimidad del régimen a pesar de las bombas,
¡iluso!... no era pregonar al mundo entero la insidia, el maleficio y la ponzoña
que conllevaba que el maldito destino les hubiera regalado en suertes la sangre
que corría por sus venas de buen salvaje robespierreano, ¡facinerosos!.
Héroes derramando la suya en perdidos desiertos de arena y
sed, y miserables departiendo en el casino del tejemaneje político contra una panda de barricadas, reclamaciones históricas, chabacanería y burla
y náusea por todos lados, la herencia de una nación, su sentido, el Ser.
Quieras o no, las últimas generaciones, la leva nueva, muchos
años después, vuelve a encaminarse a la emboscada del barranco del lobo... y
hay gomierdos pusilánimes jugándose la Nación con los enemigos
declarados de la misma, no andamos escasos de soflamas a la negación histórica,
alquimistas para los que nunca es demasiado difícil reescribir árboles genealógicos o naciones que
mil años duren, y tampoco echamos en falta predicadores de la misericordia cristiana
para con el crimen, la injusticia y la infamia.
Por sordo que estés, la nana de las madres vuelve a ser
cantada junto a la cuna.
Con suerte, sirva para soliviantar el inocente miedo
del niño.
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