... porque entre el maregágnum de conmemoraciones que hay
programadas para celebrar el día -simposios, inauguraciones, entrega de placas
y soliloquios en los medios de comunicación del régimen-, estas letras mías alabando
el glorioso Barcelona'92 pasarán inadvertidas, circunstancia que me evitará el desprecio
general de la concurrencia.
El reencuentro emocionante del oro de Fermín, esa flecha en
llamas que sube y que baja, la Montse y el Mercurio cantando con el palmear de
los lolailos acharnegados de fondo, la irrepetible NBA en la cancha y el
preparado príncipe encabezando la delegación de España con la rojigualda
ondeando al viento. Cien trillones de espectadores frente al aparato...
"¡Hola!"... y de entre tanta multitud, poco menos de cuatro decenas
con el corazón en un puño, orgullosos y ansiosos e ilusionados.
Ilusos: veinticinco años es tiempo suficiente para que no me
guardéis rencor si os digo que los actos que vienen sucediéndose durante el día
de hoy a lo largo y ancho de la reseca piel de toro, y en los que la
nomenklatura de Chirigota Española, s.l. anda comiendo langosta a dos
carrillos, son una mascarada burda y chapucera.
Un camelo.
Un timo...
... y es tanta la vergüenza que incluso alcanza a que me
replantee si no fue una broma macabra el propio evento deportivo. La crisis
consiguiente al dispendio que costó lavarle la cara a la castiza ciudad condal
para convertirla en metrópoli de vanguardia uropea, el derrumbe de las viejas fábricas
en beneficio del servicial chiringuito de playa y el club modernillo (de mierda), las rondas circunvalando los
barrios allende los palacetes de la pulcra y conspiradora clase señorial
catalana, el súper-tren, la súper-ampliación-del-Prat, la somnolencia de la
Sampdoria, se me antojan pagos del chantaje interminable que, ahora mismo,
sigue rigiendo la vida de los españoles, subyugados por la soberbia de cuatro
miserables.
Si dicen que aquello fue mágico, son ellos. Cuando escuchéis
hablar del poder de la unión, el futuro posible y amable y centrado o de la lección que dimos al resto del mundo, no tengáis duda alguna: la merma anda al acecho,
la mancha humana amenaza abalanzarse sobre vosotros arrastrándoos a la ciénaga
del diálogo de besugos, la reconciliación nacional en su variante de subyugación nacionalista y una nueva reedición del gran abrazo transversal en el que yo pago la extorsión
-con dinero ajeno- y él me deja un ratito tranquilo... hasta la próxima deuda
histórica, referéndum unilateral o guerra civil.
Resumiendo... que os doy las putas gracias.
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