Yo tenía un sueño de España… pero ese sueño murió hace tiempo. El que me acunará esta noche, será mejor. Mi guía en los Años Oscuros. Y vivirá por siempre jamás. Ej12Ms

31 jul 2017

Abducciones



-Estoy deseando que lleguen las ocho, tía.
La voz de pito habría resultado irrisoria un puñado de años atrás, pero en este dos mil diecisiete uno ya no está para hacerle ascos a nada, y menos si la compañía son dos potentes razones bamboleándose en la línea ocho del autobús.
-No te agobies, tía; una hora y media de clase pasa rápido, verás.
-Lo sé, ¡pero es tanto lo que hay en juego! Todo me da vueltas, aquí en el estómago...
-Eso son nervios, y no deberías tenerlos. Estate tranquila, lo harás bien; la moción se aprobará sin problemas -dice la más bajita, morena y de media melena bien estructurada bajo la que asoman unos finos zarcillos de filigrana y verdes gemas.
Han entrado en Raval. Visten faldas bordadas sobre tupidas medias, camiseta de color y un pañuelo al cuello, una bandolera con tres chapas en la esquina superior, el macuto de la última acampada a la espalda, flácido. La carpeta de instituto va bajo el brazo. IES del Sagrat.... soy capaz de leer forzando un poco la vista. Secundaria. Por la edad y el aspecto, profesoras.
-Será mi primera ponencia, tía.
-Tú tienes un don, tía. Lo vemos todos menos tú. Por eso nadie tuvo ninguna objeción cuando Pablo propuso que fueras la responsable del proyecto. Lo tuyo se contagia, tía.
Aparto la mirada del chicle pegado en el piso de la guagua, alzo los ojos a la altura de los dos flanes, asiento y doy fe víctima de una ensoñación que creía olvidada: tiene un don.
-Es que... ¡tía, es una injusticia manifiesta! Me he hecho una pauta para no irme por las ramas. Me enervo con esto, tía, con la mierda de los bancos... tantos pisos vacíos... tanto pueblo en riesgo habitacional... esos niños durmiendo en la calle... Espero convencerlos. ¿Tú crees que les convenceré, tía?
-Seguro, seguro -asiente la otra-. Tienes un don.
Pero yo ya no veo don, sino una masa amorfa de palabras a mi alrededor que acaba rescatándome de la hipnosis en la que me ha sumido una jerga posibilista mecida al compás de la música lennonista que interpretan, en todas las aulas del prostituido sistema educativo patrio, las brujas del otro mundo es posible. Quizá no todas sean devotas del casto varón de la lobotomía cultural, pero sí está comprobado que todo gramsciano profesa la brujería.
Libre del hechizo, me dispongo a entrometerme en la conversación haciendo gala de la buena educación que mis padres me dieron, pero justo en el preciso instante en el que me resignaba a levantarme y decirle a las heroínas que yo no estaba dispuesto a, con el dinero de mis impuestos municipales... que no son pocos ni faltos de sinvergonzonería, hideputas... sufragarle el piso a la panda de refugiswelcome que suelen parasitar las ayudas sociales como sanguijuelas mientras se ríen en tu puta cara, en el menor de los casos, o te cantan la bienaventuranza de la futura cimitarra rebanándote el cuello... en el momento álgido en el que iba a poner los puntos sobre las íes, cantar las verdades del barquero asqueado de tanta impostura y desprecio por lo que representa Occidente, esta cultura que tanto denostan y atacan y pretenden superar, a aparecido una horda de chiquillos de teta... de teta de secundaria, faltaría más, señoritas... para abalanzarse sobre el autocar a grito pelado, haciendo aspavientos con los brazos como monos en celo. En dos segundos han pintarrajeado las lunas del bus con no sé qué de un imperio que mil años dure y, con un punzón, han hecho un siete a uno de los neumáticos provocando una sacudida tal -y un revuelco de cuerpos humanos pascual- que uno de los dones de la desinteresada profesora a venido a caer sobre la suave palma de mi mano... y se ha obrado, por segunda vez en un trayecto de apenas quince minutos, el milagro de la desidia, el pan y los peces.
Convencerás, convencerás. 

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