Recién salido del horno de la Crónica de Ramón Muntaner
nos aparece la figura de Roger de Flor, capitán de los Almogávares, suerte de formidables
guerreros catalanes, aragoneses y sarracenos que ocuparon Sicilia (1282) y la
defendieron hasta la paz de Caltabellota, en 1302.
Prescindibles tras ser firmada la paz, y ante la imposibilidad
de recibir soldada por parte del arruinado rey Federico o de ser repatriados a un
Aragón del que se habían insubordinado al convidarles Jaime II a volver a su
obediencia, los Almogávares eligen a Ruggero von Blume, hijo de familia noble
alemana, como General en Jefe del fabuloso cuerpo expedicionario.
Ramón Muntaner, mediante un filibusterismo típico de la época,
rebautiza al alemán con el catalanizado nombre de Roger de Flor, ese héroe...
... que jamás fue súbdito de la Corona... ni pisó Aragón
o Cataluña en su puñetera vida.
Ávido de nuevas glorias, Roger puso una misiva al
Emperador de Constantinopla ofreciéndole sus servicios a cambio de buenas
monedas de oro, el título de Gran Duque, esposa de casa real y el título de
Senescal del Imperio para su segundo, Corberán d'Alet. El Emperador accedió y
el verano de 1303 la Compañía salía de Messina. 1.500 caballeros sin caballo,
4.000 almogávares, mil marinos, 36 naves y el acompañamiento de esposas,
amantes, putas e hijos que les acompañaban... que siempre fue costumbre sagrada
la de viajar con la familia.
Llegados a Constantinopla y casado don Roger, se unen a
la Compañía griegos bizantinos y mercenarios alanos, trasladándose el cuerpo
militar a Artaki, tierra turca, donde se inicia el ataque al famoso grito de
"¡Despena, ferre!".
13.000 muertos. Quedan mujeres y niños, vendidos como
esclavos.
Llega el frío, el ejército se aposta en la ciudad de
Cicik y esta, según los cronistas griegos, queda arrasado por las crueldades de
los Almogávares, que trataban la tierra conquistada como "regalías de las
tropas". Antes de partir a la campaña de 1304, y tras una violación cruel,
estalla la lucha entre los camaradas de armas, resultando de la misma
centenares de muertos y la negativa de
los alanos a seguir a la Compañía catalana.
Seca la sangre, un ejército de 8.000 almogávares pone
rumbo al interior de Anatolia, dirección Philadelphia, ciudad sitiada por
20.000 turcos. La batalla se desencadena al amanecer y Roger, triunfante, es
recibido en la ciudad como un emperador romano. Regresa el maltrato a los autóctonos,
y no son pocos los griegos que desertan viendo como se maltrata a los
naturales.
Llegamos a la batalla de la Puerta de Hierro, en las
montañas Taurus. Más "¡Desperta, ferre!" y otros 10.000 turcos
triturados. Unidas las voces al grito de "Aragón, Aragón", dice la crónica
de Muntaner, los turcos quedaron destruidos y el festín duró ocho días.
Mientras esto sucede, los aliados van abandonando la
compañía del Gran Duque, acuñándose el título de Hijo del Diablo para el buen
samaritano de Roger, cayendo Magnesia bajo la rebelión de los alanos, junto a
los tesoros que en ella se guardaban.
Roger, soberbio, acude ante el Emperador demandando el título
de César, otorgado mediante fastuosa ceremonia que poco pudo disimular una
armonía cada vez más quebraiza debido a los desmanes de la compañía: griegos,
alanos y hasta el propio Emperador deseaban deshacerse de los mercenarios.
Miguel, hijo y heredero del Emperador, tras invitar a Roger
de Flor a Adrianópolis, le tendió una trampa: durante un banquete en su honor,
soldados alanos dieron muerte al César y su escolta.
La compañía, acampada en Gallipoli, al conocerse la
noticia, "no respetó sexo ni edad", degollando a todo bicho viviente.
Fue enviada una Embajada a Constantinopla enunciando los agravios a la Compañía
y amenazando al mismísimo Emperador, que se desentendió del asunto, otorgando
un salvoconducto para que la embajada pudiera volver a Gallipoli. Cruzando el
primer pueblo, pero, la escolta se perdió entre el lumpen y la embajada fue
pasada a cuchillo. Al tiempo, se producía una matanza general de
"catalanes" en Constantinopla y Miguel , el hijo del Emperador, ponía
rumbo a Gallipoli con un ejército de casi 50.000 hombres.
Apresuradamente se construyeron defensa y los almogávares,
que sólo tenían libertad de movimientos por el mar, se dedicaron al saqueo de
la mayor parte de pueblos de la ribera degollando a sus habitantes, destruyendo
y quemando todo lo que no pudiera ser de provecho o utilidad.
El 7 de Junio es repelido un ataque a Gallipoli. En desbandada,
los griegos son perseguidos mientras se retiran, sembrándose el recorrido de
cadáveres. La Compañía prosiguió en su avance llegando durante los días
sucesivos hasta las cercanías de Apros, dense de enfrenta, y derrota, a un ejército
del príncipe Miguel.
A partir de ese momento, dice Muntaner, toda Romania había
sido derrotada y estaban poseídos de un pánico tal que no se podía gritar
"¡Francos!" sin que la gente no pensara más que en huir al instante.
Bandas de almogávares vagaron a su gusto por toda Tracia... una numerosa
partida... capturó Rodosto y vengó de forma horrible el brutal asesinato de su
embajada. En el lugar donde habían descuartizado vivos a 27 catalanes, los
nuevos conquistadores llevaron a cabo una venganza total: hombres, mujeres,
niños y animales fueron horriblemente mutilados, de forma que los catalanes
pudieron jactarse de que ningún ser viviente había sobrevivido a su paso por
allí. Por todos los lugares donde pasaban dejaban trazas similares de destrucción;
las granjas eran incendiadas, los animales degollados o despeñados, siendo
incluso las viñas arrancadas.
La Compañía catalana, tras esta y las siguientes campañas bélicas
que protagonizó, se ganó a pulso la admiración y asombro por su bravura, valentía
y heroicidad. Eran guerreros profesionales que demostraron que una minoría
disciplinada, aguerrida, unida, valiente, se impone a la mayoría con menor
grado de organización. Fueron dignos emulos
de los héroes de la antigüedad. Francisco de Moncada los compara con
Hernán Cortés, si bien no juzga quienes fueron más valientes: "Españoles
fueron todos... sea la gloria para todos".
No sería justo que los paniaguados que ven la paja en el ojo
ajeno y no la viga en el propio... siempre tan prestos a demonizar la Conquista
de América por parte de los españoles (ellos mismos lo son)... olviden estos
desmanes y barbaridades típicas de cualquier pueblo sin civilizar, y que tan
bien quedaron reflejadas entre los griegos con aquel refrán hoy olvidado por
los supremacistas del "seny", la "democracia"
y el "derecho a decidir de los pueblos":
... que la venganza de los catalanes te alcance.
6 comentarios:
Muy bien contada la historia de los almogavares pero encuentro un par de diferencias con mis datos : no eran catalanes en su mayor parte, aunque se hicieran llamar la Compañia Catalana, sino aragoneses montañeses, aunque unos y otros pertenecian a la Corona de Aragón; y por parte el Emperador concedió a Roger de flor el título de MEGADUQUE, no el de cesar.
Y terminaron apoderándose de Grecia en donde establecieron los Ducados de Neopatria y Atenas y en los cuales gobernaron mucho tiempo bajo la imposición de las leyes aragonesas. Precisamente los reyes de España, desde entonces, siempre han ostentado los títulos de Duques de Atenas y Neopatria.
Un cordiaal saludo
Esperemos que los actuales decendientes de aquellos belicosos y crueles almogagavares,no le den por querer emplear aquellos metodos con el resto de los pueblos ibericos.Aunque entre nacionalismo y nazismo las distancias son muy cortas,saludos,
¡Desperta Ferro!¡VIVAN LOS ALMOGÁVARES Y FUERA LOS PUJOLMASEROS!
Un Abrazo Genio
Un Brindis Con Lo Mejor Por La CAIDA DEL "IMPERIET Y SUS BASILEOS"
Y
¡¡VIVA LA VIRGEN DEL PILAR Y RIAU RIAU!!
No eran catalanes en su mayoría, buen apunte, don Javier. Aragoneses, valenianos, sarracenos y demás y, si no lo recuerdo mal, le fue otorgado el título de "César", aunque debería revisar mi biblioteca (me suele fallar la memoria). Lo que apuntas de Neopatria y los títulos de SSMM se me quedó en el tintero. Falta de tiempo y exceso de síntesis.
Sea como sea, el sentido de la entrada era recordar cómo se hacían las cosas antaño (también hoy se estila el palo y la zanahoria) ante tantos "pacifistas" y "buenistas" que no dudan en sacar a colación lo sanguinario que fue el colonizador español, tan fascista todo él.
Un saludo.
No te preocupes por eso, Agustín. Como dice el refrán: perro ladrador, poco mordedor. Toda esta patulea pierde la fuerza por la boca. Demasiados privilegios como para arriesgarse a perderlos por culpa de una brabuconada.
Todo es puro teatro, amigo.
Un abrazo.
Todos los imperios acaban cayendo, Old. También el de los Pujolone, por mucho parné que tengan en Suiza y por más trajes de saliva que les tejan los siervos falderos.
Suerte tienen que los almogávares no sean más que una sombra de lo que fueron.
Un abrazo, camarada... y brindemos por el despertar. ¿Desperta ferro!, y ¡Riau!¡Riau!
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