Todavía no me he recuperado, sigo con una rara sensación en
la boca del estómago, contrariado. Gutiérrez acaba de girar la esquina, no hace
un segundo. Hacía años que no le veía, creo que desde que acabé el bachillerato
-mejor dicho, lo dejé acabar- y me rapé el pelo rumbo a la mili. En aquel andén
quedaron muchas cosas, también amistades.
Por eso, al tropezar en el ascensor del
dentista, no hemos podido reprimir un "¡Hombre, don X, cuánto
tiempo!", fundiéndonos en un abrazo fraternal tal y como hacíamos de jóvenes,
en la pista polideportiva, cuando nos alzábamos con la Copa Mundial del Meao...
sí, sí, ésa que paseábamos cantando "hemos ganao la copa del meao"...
ooooo, ¡qué risas, don Y!... o tempora, o mores...
- Y, ¿qué es de tu vida? -le pregunto mientras seco las lágrimas
provocadas por la felicidad arrebatadora-. No, no, mejor... ¡vamos a tomar un
café, don XY!
Mi viejo compañero de pupitre me mira, cariacontecido. Mmmm.
- Lo siento, colega YX, pero me será imposible tomarme ese
café. Te dejo mi móvil y me pegas un timbre en un par de semanas, ¿vale?
- No hay problema, X, como quieras. Veo que tienes
prisa.
Estaba en lo cierto, Y tenia prisa, mucha: había perdido el metro y
llevaba corriendo -la sudoración de su camiseta así lo testificaba- desde la
plaza del Cine Fausto. Muy someramente me ha explicado que un problema en el
trabajo lo ha retenido más tiempo del habitual: una cafetera rebelde ha tenido la
culpa, XY, obligándole a correr si no quería perderse la última clase de la
tarde.
Supongo que habrá observado la expresión de mi rostro porque, sin abrir yo la boca, X me ha dado cuatro pinceladas de su
existencia: curro de camarero de 6 a 12, una sesión voluntaria de esclavismo
becario en el buffet de Pacheco y Cia. (cuatro años sirviendo cafés y haciendo
el trabajo sucio sin cobrar ni cesta por Navidad, ya me entiendes, se ha
apresurado a aclararme) y, por las tardes, dos o tres horitas de sesión
continua en la facultad de derecho, pero ya se acaba, Y, nada más quedan
treinta y nueve créditos, deo gratias.
Y así, a paso ligero, mi viejo vecino de pupitre ha puesto
pies en polvorosa no sin antes apuntar mi número de teléfono y prometerme que
llamaría, aunque su voz me ha sonado cargada de melancolía. Supongo que también
él hecha de menos los días de gloria copera.
Eso, pero, ha sido antes...
... mientras mis ojos veían y mis oídos escuchaban el
quehacer de la calle...
... justo el tiempo necesario para que las palabras de Y
retumbaran en las profundas paredes del ser y, como un eco inmisericorde,
volvieran a sacudir el amplificador de mi sesera esponjiforme. ¿Qué coño, X,
estudiando más de quince años después? Pero, ¿cómo? No, no, ya sé que me ha
explicado esa historia del origen humilde de su familia y la imposibilidad de
sus padres para hacer frente a los gastos, pero la animadversión hacia las
becas... esa expresión suya, su "es dinero prestado, X, y a mi no me gusta
deberle nada a nadie"... esa cabezonería alienada de pagarse la carrera con su dinero
no ha hecho más que dilatar su licenciatura, aunque también a esto le ha sabido
dar la vuelta el muy cabrón de Y, pintándome todos estos años como una
inversión de futuro, ya que así ha ido haciéndose un rinconcito en el
bufete de los Pacheco: fue duro los primeros años, no te he de engañar, pero
ahora ya me han ido tomando confianza y cuando apruebe, palabra de don Pacheco
Sr., tendré un contrato esperando firma sobre la mesa del despacho de juntas.
Esto es lo que me ha dicho un viejo amigo que, hasta hará
cinco minutos, no era más que una incógnita, y esta incógnita se ha resuelto mediante una fórmula primigenia
que orbita alrededor del planeta sacrificio, ajena al Sistema Solar y a años
luz de la terrícola España, donde los estudios superiores son derecho consanguíneo
y el master en Erasmus alcanza el olimpo de la materia troncal, mayor
excelencia cuanto mayor es la ingesta de chupitos, día de San Profesor Canuto,
ni una sola universidad entre las más importantes del planeta azul, vergüenza
torera viniendo del país en el que jamás se ponía el Sol... y dónde ahora, para
escarnio de justos y pecadores, sigue sin amanecer.
He quedado contrariado sabiendo que aún, frente a la
apaleada mansedumbre de la retórica progresista del reparto de la riqueza y la
igualdad que no es igualdad porque 3+2 es diferente a 2+3 en la ciencia
matemática del "otro Mundo es posible" que siempre suma cero, frente
a este discurso necio y nefasto que recorre las calles gritando cuales mocosos
que van de excursión de la manita de los profesores... profesores totalitarios,
lean bien, porque enseñar modelos de conducta, "sus" modelos de
conducta anhelados y plagados de ideología comunera, es, letra a letra, totalitarismo... frente a esta educación en la
servidumbre de la limosna y la migaja, mi viejo compañero de pupitre... loada
su esperanza imperecedera en la Instrucción... tiene el cuajo de avanzar firme
por el camino difícil, plagado de piedras que son pequeños sacrificios, pero
que han de acercarle a la gloria.
Suerte y valor, X.
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No todos los soldados de mi ejército visten de verde.
Herep.
4 comentarios:
Cuánto de esto hay y que pena de país por desperdiciar a valiosísimos ejemplares que nunca se rinden.
Eso es raza. Así se conquistaban las selvas de América : con cabezonería y valor.
La gente se cree que tiene derecho a todo y que todo es gratis, malas costumbres adquiridas que cuesta mucho cambiar porque está muy arraigada en la mentalidad celtíbera...pero no se puede hablar de herencias recibidas por lo visto, aunque algunas vengan de lejos.
Saludos.
Deberíamos buscar mucho para encontrar, entre nuestros jóvenes, a alguien digno de aquellas gestas de exploración y conquista, Javier. El mundo, curiosamente más pequeño gracias a la tecnología, se nos hace cada vez más grande a causa del tedio de nuestra sociedad.
Un abrazo.
Esos derechos adquiridos que comentas, Maribeluca, vienen de antiguo. Más herencia recibida de modelos de organización que mucho tienen que ver con las injerencias del Estado y sus "vivan las cadenas". ¿Cambiarlo? Imposible. Sólo una catarsis podría hacer borrón y cuenta nueva.
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