Al igual que las mujeres prefieren someterse al fuerte antes
que seguir al débil, la masa se inclina más fácilmente hacia el que domina que
hacia el que implora, y se siente interiormente satisfecha con una doctrina
intransigente que no admita dudas, que con el goce de una libertad que
generalmente de poco sirve. La masa no sabe que hacer con la libertad, sintiéndose
abandonada. Adolf Hitler.
Mientras en los cines ruge Grey, sus 50 sombras cojoneras y una
inmensa legión de féminas con espasmódicos temblores de piernas, no cesan de
llegar nuevas noticias de Chirigota Española, s.l., terreno fértil para la
cosecha de toda clase de miserias y desvergüenzas. Parece imposible que en
tierra tan áspera y estéril agarre la mala hierba, pero sucede, sucede. Por muy
bastardo que sea el terruño, siempre crece en él la ortiga y el matojo.
Matojo, ortigas, urticaria... sombras de Grey... sumisión...
y la hiena que ríe, porque divago imaginando correas, fustas, bofetones y humillación
y, ¿por qué será?, me viene a la mente la cara de la Excelentísima, toda decrépita
y cansada durante la jarana pachanguera disfrazada de comisión de investigación, lamentándose
del mal que están haciendo al país con tanta inquina judicial desagradecida. Cataluña no
se merece esto, dice la Ferrusola -aquella bruja que menospreciaba a los
simiescos españoles tildándolos de eslabón perdido entre el homo habilis y el superhomo
catalanis-, en un burdo y patético intento por esconder el bulto que presenta en
el lomo, y que no es chepa, más bien fardos de billetes con los que pretende
tomar rumbo -otro viaje más, Júnior- a Andorra o Panamá.
Como los muros del Cuartel General son muy anchos, no nos
llegan los rumores que corren por las calles, pero según cuenta el SI, la moda
del día es que un julandrón rasurado reparta, a las amantes utópicas, hostias como
panes en cuartos secretos con las paredes acolchadas en rojo pasión. Cruza el
aire una zarpa de jornalero jienense, tintinea una argolla que atenaza un
cuello, algo se desgarra por dentro. No sé, Monos. Eso dicen, eso nos cuentan
que triunfa por las calles de esta Nación siempre envidiada, y he de
zambullirme cinco veces seguidas en agua helada para certificar que no es esto
un mal sueño, convencerme que son reales las inmensas colas generadas por el
espectáculo de la voz del Amo que ordena y juzga, látigo por lengua, desde el
altar que sostienen los esclavos.
Los politicuchos tenían los ojos abiertos como platos,
embelesados, degustando las magistrales lecciones del pater familias del Clan
de Clanes, Clan de Catalanes, don Pujolone y familia, quien con verbo gracioso
y cotidiano repasaba, con gestos y miradas de reojo, el inmenso repertorio de
naderías con las que el farsante vende miseria a los miserables. Uno a uno, los
tópicos... y los aplausos, la baba caliente escurriéndose, el clímax del que se
sabe fustigado y disfruta con ello, creyéndose importante porque comparte el lecho con los elegidos. En silencio, se someten a la burla y la
vileza de las frases vacías y el victimismo nacionalista...
... o populista, que también, cautivados por un moderno
refrito de las nefastas soluciones del pasado comunero, donde todo son
asambleas, soviets y democracia a mano alzada... como si los hombres no
tuvieran dos manos que pudieran intercambiar al mínimo descuido o la democracia fuese la panacea del raciocinio científico, placebo que todo lo cura, incluida la locura. Indagando un poco en el mar de la Historia comprenderemos que ese mal, la locura, viene de fábrica. Una tara ahí arriba, en la mollera, y poco se puede hacer, sólo mitigar el resultado postrero. Tarde o temprano, la misma piedra y un nuevo tropiezo.
Estas colas, las del retorno al jardín prohibido, sí que las vemos desde la ventana de la
camareta, Monos. Giran dos veces la calle, para arriba y para abajo, las hileras de feligreses del Jesús de los pajaritos de boina roja. Aguardan
el momento de comprar el tiquete del próximo estreno que amenaza ruina, Yes we
can, subtitulado en español de la Complutense. Grandes críticos cinematográficos
como Monedero lo avalan, y el público... que es sumiso... no dejará pasar la
ocasión y dejará que el Estado meta más la mano, hasta las bragas, Grey, hasta
las entrañas, entregando el amor puramente infinito de los años en que la Sra. von Trapp
era novicia a una sombra imaginaria, una ficción cualquiera, que le ahorre la
terrible sensación que provoca la duda, el temor, el fracaso de saberse humano,
efímero, ridículo en un mundo raro en el que todo gira en dirección contraria a
las agujas del reloj. A la vera del todopoderoso, pero, toda niebla se disipa y el
aura purificadora de su ser nos embriaga liberándonos... chistosa liberación... de todo
pecado habido y por haber. Ya sea escuchando el oráculo del Excelentísimo (e hiena), la monserga
del Iluminado monclovita y su complejo mal disimulado o el vodevil estalinista de la
izquierda española... discursos todos ellos próximos al Grey y su tropa de
julais... el individuo deja de sentirse incomprendido, desilusionado... deja de
sentirse resignado frente al desamor...
... y aparecerá ese príncipe azul que aguarda en algún lugar... ese príncipe azul que llega, míralo
qué porte, oh, míralo qué labia, qué pelo, todo bondad, todo solidaridad, todo igualdad... ¿que pega? Bueno. ¿Delinque sin castigo? ¿Detiene sin juicio? Yo no sé, algo habrá... pero él sabe, el Amo sí sabe. Estudió en la Complu. Fue Presidente de
la Generalidad. Además, es por nuestro bien. Él...
... nos ama.
... nos ama.
2 comentarios:
Hay que tener ganas de tirar ocho euros para ver,una pelicula que es un canto al sadomasoquismo.Aunque viendo su exito en taquilla,lo que algunas feminas les va la marcha no es una exageracion,jejeje,saludos,
Es un Mundo raro, Agustín. Cada día que pasa, más. He llegado a la conclusión que, al igual que sucede con la política, es mejor no hablar de Grey con los amigos, por si las moscas.
Un saludo, neozelandés.
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