Una desgracia, señorita. Yo no sé... Yo no sé qué será de un servidor y su familia. Estamos en la ruina más absoluta, señorita, mire usted ahí, mire usted... ¿Ve? ¡Una desgracia, señorita! Las naranjas, los melocotones, las peritas de San Juan... Todo. A la puta mierda, con perdón. Ni una gota, señorita. No ha caído ni una gota desde la noche de Reyes, y ese solazo, ahí, ardiendo. Jacinto Campos, agricultor de Túria, Valencia.
Loco me tienen los rusos este año, pisha. Ahora
dentro, ahora fuera, ahora en el salón... Cuando hace levante, a servir en la
piscina, cuando hace frío, licores a los pocos que no van al centro comercial a gastarse los billetes, ¿sabes, pisha? Ese parné es plata que no me
llevo yo, pero claro... el cambio ese... el clima, ¿sabes, pisha?... eso
que dicen en la tele, que viene a jodernos la temporada. Curro Velarde,
hostelero de Cambrils, Tarragona.
Casi que no podía dormir pensando e imaginando qué no iba a
hacer con la nueva estación meteorológica. Sonda, sensores, eso que gira y
gira... Cuando lo monté, bajé corriendo a mi cuarto, ahora despacho, y me
abalancé sobre la libreta en la que iba a anotar hasta la más mínima fluctuación
barométrica. De reojo, al alcance de la mano, el teléfono de la NASA. Por si
las moscas. Francisco Agudo, pizzero de Laredo, Cantabria.
¿El peor momento de mi vida? Sin dudarlo, aquella tarde con
Paula, en la playa, cuando no recordaba si me había puesto mi crema factor 40
en la nariz. ¿Y si se me derrite el cimiento de titanio? ¡Fíate tú del dióxido
de carbono ese, tía! Judith Trier,
estudiante de... de... perdón, no lo recuerdo...
En esta Chirigota Española, s.l. tan nuestra, abdicada la
razón, llega la Era de la Meteorología... o, más acertadamente, "el momento de
la previsión del tiempo". Como decía el botarate de Manuel Azaña, si los
españoles hablaran de lo que saben reinaría un gran silencio... y, referido al
tiempo y a la constante previsión que de él hacen propios y extraños, incluso la cosa podría mejorar, equilibrándose los valores del misterio
climático universal.
Pero no. Toma del frasco, Carrasco, porque queda inaugurada
la Era de Aquarius de la mano de la "gurú/á" del tiempo, vestido/a de
Versace o Armani. Cual Raphael del escenario, con sonrisa incluida y gesto pasional al arrancarse la americana,
indicarán si brillará el Sol en la costa, nevará en la montaña o hará un viento
del carajo en playa Valdevaqueros.
Esta tarde, mañana, al otro y hasta dentro de quince días.
Envalentonados por su iniciático poder de la nueva
Era... su nueva Era... los telepredicadores climáticos de las noticias de
la noche incluso se atreverán, entre las fotos de bellos atardeceres vistos a través de las antenas parabólicas rumbo a la Meca que decoran la azotea del bloque, todas enviadas por un ejército de meteorólogos
amateurs como Fran Agudo, siempre ansioso por descubrir los misterios escondidos más allá de cualquier
agujero negro espacial, a prever qué
sucederá dentro de veinte años, allá por el 2050 de váyase usted a saber qué
calendario maya.
Hoy por hoy aún les falta tiempo... pero no temáis: a este ritmo, todo en el panorama informativo español será tiempo, previsión y telepredicación burda y desacomplejada.
Hoy por hoy aún les falta tiempo... pero no temáis: a este ritmo, todo en el panorama informativo español será tiempo, previsión y telepredicación burda y desacomplejada.
6 comentarios:
Los british sin los que mejor saben hablar del TIEMPO y durante más tiempo.
No es lo mismo el Tiempo que el clima.
Nadie mejor que los agricultores de mi pueblo para hablar del tiempo. Miran al cielo, sienten el viento, huelen el ambiente y te sueltan: "Mañana llkueve a eso de la puesta de sol" ....y mañana llueve entre las 8 y las 10 de la noche. Pero esto ya lo hacían hace 50 años
EL clima es distinto. Es ocmo la Bolsa. Una fluctuación climática en San Francisco, provoca una sequía en Mollerusa, pero como no ssbemos que lo hace, le echamos la culpa a un volcan en Islandia o a los vertidos acidos de una fábrica en Carabanchel.
EL clima está cambiando (como ha hecho los últimod 50.000 años, eso es evidente, pero nadie sabe hacia donde.
las predicciones de los ecolojetas y los agoreros del cambio climático tienen la misma credibilidad que Sandro Rey hablando de política o de fútbol.
Pero siempre hay un imbécil que va y les cree.
Yo no se si esta cambiando el clima o el tiempo.Pero desde luego ni los tomates ni las manzanas,tienen el sobroso sabor de mi epoca de juventud,un saludo,
Unos maestros dándole la vuelta a los argumentos, Javier. Saben arrimar bien el ascua a su sardina.
Un saludo.
Siempre hay un imbécil que cree a los gurús del calentamiento global... y siempre hay una poderosa industria de marketing y negocio dispuesta a llevarse el gato al agua mediante la inculcación de sus teorías a una masa aborregada que se verá obligada a "actuar" contra la aberración del dióxido de carbono gracias al pago de la correspondiente "cuota verde".
Así viven muchos, Chafa.
Un saludo, figura.
Eso del sabor de los tomates o manzanas no creo que tenga mucho que ver con el clima, Agustín. Más bien está relacionado con el modo de cultivo y los aditivos que se le añaden a las matas para sobreexplotarlas.
Creo, vamos...
Un abrazo, neozelandés.
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