Señoras, señores...
... volvemos tras el corte para los consejos publicitarios
con la que será el último caso de esta noche, larga, plagada de emociones, lágrimas
y reconciliaciones casi imposibles.
Aquí, acomodado en el sillón de nuestra derecha, impaciente
y sudoroso, tenemos al señor Arturo Mas, venido directamente desde Barcelona.
Elegante, con una planta que bien podría recordarnos a JFK, nuestro invitado es
político. Un importante político de Cataluña, ese "pequeño país" que
cae hacia el noreste de ese otro "ente discutido y discutible" que viene conociéndose
como España. Político comprometido, ideológicamente relativo, filosóficamente
nulo, Arturo es un excelente padre de familia, un buen amigo de sus amigos y un amante eficaz.... ¿eh, pillín?
(Se oyen risas enlatadas)
Pero Arturo Mas está triste. Se siente maltratado, ofendido,
víctima de un plan que, de magno, se le escapa. No entiende cómo está sucediéndole
esto a él, que tanto da por los demás sin recibir nada a cambio. Muchos miles
de millones de su propia hacienda salen de sus arcas año a año y Arturo,
nuestro Arturo Mas, apenas recibe unas migajas. Una palmadita en la espalda la
mayor parte de las veces, aunque hay ocasiones en las que ni eso obtiene.
Arturo ha vivido largo tiempo agraviado, aunque jamás se
resignó a su situación. ¿Cómo es posible que no se me atienda? ¿Cómo no se dan
cuenta de tamaña injusticia?, se ha preguntado un millón de veces nuestro
Arturo en sus largas noches de insomnio atormentado. Para solucionar el
entuerto lo ha intentado todo; organizó conciertos multitudinarios donde una
muchedumbre entregada entonaba los estribillos quejumbrosos con un bocata de
fuet en una mano y una cerveza tibia en la otra; manifestaciones espectaculares
donde centenares de miles de personas venidas de todos los rincones del
"pequeño país" mediante enormes flotas de autobuses se pasearon de
modo festivo por el patio trasero del cortijo de Arturo Mas; cadenas humanas de
punta a punta de la geografía catalana... Valencia, Las Baleares y parte de
Francia inclusive...
Pero... ¿ven?... ahí sentado tienen el rostro de un hombre
consumido. Por dentro y por fuera. Presa de una gran pena que lo va corroyendo
como persona... su carácter... célula a célula... igual que sucede con
su patrimonio, cada día más escaso. Porque, ¿saben una cosa? Arturo roza la
bancarrota. A los problemas que acarrea el expolio del que está siendo víctima,
debe unírsele el dispendio presupuestario que todas las acciones en pro de la
solución del conflicto conlleva. Miles de millones están evaporándose en
nombre de la causa. millones para que los medios de comunicación se hagan eco
de sus demandas... millones de euros destinados a la concienciación y reeducación
de los vecinos y compatriotas...
... y muchos millones para consolar a sus allegados. Pobres.
¡Lo están pasando tan mal, los allegados! Esos seres voluntariosos que para no
dejar sólo a Arturo siempre le acompañan a todas partes... sea de día o de
noche... aquí o allí... solos o en compañía...
Pero, entre nosotros... verán, verán, entiéndanlo... el séquito no goza
de los dones de Arturo Mas. No son ni la mitad de fuertes. No han sido tocados por la Providencia. No son diestros de mente, y sucumben. No soportan la pena,
el desconcierto, la injusticia del que, viéndolo todo blanco, debe escuchar que
ante él se dibuja el negro. Y caen, se pierden, desvarían, enloquecen.
¿Se han preguntado alguna vez cuánto cuesta evitar el
delirio en el séquito? ¿Cuánto le cuesta a Arturo la buena salud mental de su
corte? Mucho, señoras y señores. Mucho. Millones y más millones. Las clases de
risoterapia, las vacaciones full equip, esas preferencias sufragadas para
evitar males mayores... Buenos coches, chóferes bien dotados, secretarias de
revista, comilonas... sol, playa, calçotadas, la fiesta del caracol de Lérida...
Todo esto tiene un precio, señores. ¡Pero si incluso ha
viajado por medio mundo para que los líderes mundiales abran los ojos ante su
situación!
Mírenle... ahí sentado... ¿no sienten lástima ante esa
mirada perruna, saco de huesos, pelo encrespado?... Abandonado, no entiende el
por qué de su situación. Él nunca lo haría.... tan responsable... tan bien
educado por unos padres que, a pesar de los negocios y el continuo viajar ida
y vuelta a Liechtenstein, lo amaban tanto... Arturo, tan demócrata y con tanto
talante, no puede asimilar qué está sucediendo, por qué no le atienden, qué ha
hecho él para merecer esto... ¿por qué a mí?
Hoy viene a nosotros, amigos, a exponernos su caso y a
traernos una carta dirigida a Mariano... sí, sí... el mismo Mariano que nos
visitó la semana pasada para traerle un sobre a su amigo Bárcenas. ¿Recuerdan?
El pobre infeliz se quedó traspuesto cuando el invitado desistió asistir al
programa... pero qué esperaba Mariano viniendo con un sobre dirigido a "el
Cabrón".
Va, no me entretengo más, que me voy por las ramas. Eso fue
la semana anterior. Es pasado, y el Pasado pasado está. Hoy es el turno de
Arturo... nuestro Arturo Mas y su carta a Mariano.
¿Vendrá?
4 comentarios:
Creo que de hecho en Moncloa andan muy agradecidos con la carta de Arturito. Con la cosa de los recortes andan mal de papel higiénico.
Un saludazo.
Eso espero, CS, aunque no las tengo todas conmigo.
No me extrañaría que, ante una declaración unilateral de independencia, el Gobierno de Soraya no hiciera más que poner un recurso ante el Constitucional.
Así, marcando los tiempos con talante.
Un saludo, campeón.
Una carta que no deberia tener destinatario,lo mismo que el coñazo de la Independencia,si necesitaria una replica fulminante,ya sea con una bandera de la Legion o una pareja de la Guardia Civil,un saludo,
Sería una buena solución, Agustín, pero no creo que el Gobierno esté por la labor. Ellos aman el pacto y el talante zapateril... diálogo, diálogo, diálogo hasta la extenuación... y si esto no funciona, entonces viene el Plan B: regarlos con dinero.
Siempre ha sido así, amigo.
Un abrazo allende los mares.
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