Hace años, demasiados años, el pueblo... ese ente fantasmagórico
al que siempre preferí llamar ciudadanía... era dominado por las bajas pasiones
incontrolables del espíritu. Bajas no por hallarse entre la cintura y las
rodillas, sino por lo bruto y rudimentario de las mismas. Las voces, los
improperios, el "váyase usted a la mierda"...
En los cines, en los teatros, en todos y cada uno de los
espectáculos en los que el populacho, haciendo un esfuerzo enorme, se gastaba
las cinco perras de rigor... cuando el artista no convencía, la obra no gustaba
o la compañía resultaba un pufo maloliente, uno... después otro... al fondo,
cinco... todos se alzaban, cargaban el brazo y, de un fuerte latigazo,
arrojaban al rostro del idiota disfrazado un enorme tomate podrido... una
lechuga repleta de gusanos... un huevo en loable estado de descomposición...
Y la basura volaba, Monos... y la estancia se llenaba de proyectiles
alimenticios, primero, y piedras, maderas, incluso monedas de latón con muescas
hechas por los dientes de algún infeliz, después... y todos corrían: los
actores, el dueño de la Itinerante de Trileros, las mulas que tiraban del
carro-escenario-Congreso, las fulanas que, apoltronadas en primera fila, se las
daban de damas de la alta sociedad de la barriada...
Todo era una fiesta. Caótica, depravada, cáustica, anárquica...
pero, al fin y al cabo, una tradición en esta España nuestra que tan lejos
queda hoy, al recordarla.
O tempora, o mores...
Si por alguno de esos casuales, la profesión de reportero
callejero hubiese existido por aquel entonces, a la pregunta lógica tras la
salida de la marabunta, la multitud de respuestas habría sido digna de sesudo
estudio por los cientos de miles de organismos creados para tal fin... "No
me gustó la trama", "él es un petardo", "ella
tenía cara de haber comido limones"... "no se escuchaban las
voces al fondo, en el gallinero"... "el argumento iba contra
la parroquia", "Herejía, herejía"... y así hasta mil
razones vacuas que no son excusas, pero que justificarían el ataque de la
artillería de campaña del populacho... sin más.
Pero en aquellos tiempos no existían los reporteros de
guerra, Monos. Los entuertos no sucedían con el pensamiento del protagonista
predispuesto al foco de TV. Ocurrían porque sí. Porque el panadero había tenido
un mal día amasando harina, el pescador había vuelto de vacío, la ama de casa
no conseguía que su marido estuviera más en casa y menos en la cantina... y se
les hinchaban los huevos mientras asistían a la función, se acordaban del cabrón
del trigo, del maldito viento, de la pechugona esposa del tabernero... y
fogaban... libres de cadenas... y agarraban una banqueta, una piedra, la única
boina que tenían para cubrir sus cabezas y lo tiraban todo con un odio
impersonal contra aquel idiota que pretendía hacerles reír, llorar, pensar,
llorar, cantar, llorar... llorar, llorar, llorar...
Ahora sal de tu casa, va. Ves a una función de teatro, al
cine, a una reunión cualquiera... allí donde se junten más de tres para hablar
de algo que importe a más de cuatro. Atrévete. Siéntate un rato. Te propongo un
plan, si no tienes ninguno: asiste a un mitin político... aquí, en breve, el
ilustrísimo Arturo Mas nos deleitará con su presencia; allí, a la vuelta de la
esquina, sucederá idéntico acontecimiento con Mariano, o Rubalcaba, la Diez...
Cayo, el comunista de salón (punto com)... o cualquiera de los aquelarres sindicalistas,
o de los patronalistos... atiende a la horda de ministros, misterios sagrados
del más allá... Cualquiera vale. Todos sirven. Va, ves. Elige uno. Acércate.
Escucha. Absorbe la obra de teatro. Imprégnate de ella.
Verás qué asco... qué mugre... qué halitosis...
Pero, por encima de todo, comprobarás cómo los proyectiles
han dejado de volar y el cielo, puro, permanece vacío de quejas y
reivindicaciones, pues hoy, a los ciudadanos que asistimos a la gran tragedia,
se nos olvidó nuestro derecho a la pataleta. Sí, tienes razón... algunos se
arrojan a las calles, sí... pero no se violentan contra la estafa, sino que
demandan poder participar de ella... que la Compañía del Hechizo Eterno los
contrate, les de un papel secundario, aunque sea... un pequeño diálogo de bufón,
de montador de escenarios tras la platea, de domador de pulgas... algo... algo
con lo que poder vivir del teatro... más hipnosis... más, más, más...
Y los periodistas de guerra sin guerra que tanto abundan
hoy, esperarán a la puerta de la sala... o multisala... con la alcachofa en la
mano prestos a preguntar y responder, pues la parroquia ya no habla, ya no
lanza huevos, ya no conspira para, en un acto de rebeldía supremo, rendir
cuentas a ese echo diferencial español... esa anarquía española... y, en acto
purificador, prenderle fuego al edificio entero.
No.
Hoy la ramera que se creía dama de la alta sociedad sabe que
se juega su ilusión, su traje caro pagado con la prestación miserable que
recibe por su silencio... y el carnicero, ¡ah, el carnicero!, acribillado a tasas,
letras, deudas... ¡Cómo gritar, carnicero, cuando tu vida está en manos de
otro!... ¿eh, pescador? ¿Quién te da el permiso para salir a faenar, marinero
de agua dulce? ¿Dónde ondea la bandera pirata, pescador?
Todos asisten a la función, mala malísima... plagada de
estafa, manipulación, mentira, sacrilegio, crimen... impasible el ademán
mientras una panda de actores del tres al cuatro se ríen ante nuestros
infelices rostros contándonos chistes de reformas, recortes, igualdades ante la
ley, errores inexplicables... "lo siento, me he equivocado"... y demás
mierdas pinchadas en un palo.
Una mueca, un gesto, el amargor de aquel que se comió un limón...
y todos para casa, a agriarnos la leche que nos corre por las venas,
conocedores de aquello que podemos perder... eso que nos pueden quitar... eso
que, aún siendo poco, es tan importante para nuestras míseras vidas de súbditos.
O tempora, o amores...
Pero existe algo que nadie nos puede arrebatar. Nuestra tarea, Monos, es encontrarlo, cada uno el suyo...
encontrarlo, guardarlo como oro en paño...
... y tener fe.
2 comentarios:
¡¡FUERAAAAAA!!¡¡PAYASOOOOOOOOS!!
¡¡MALAJEEEEEEEEEEES!!¡¡TOMAD TOMATES, HUEVOS Y VERDURAS PODRIDAS!!
¡¡NISIQUIERA SABÉIS HACER TEATRO!!
¡BUUUUUUUUUUUUUUUUUU!
Un Abrazo GENIO.
A Ver Si ASMODEO Cierra De Una Vez, Este Mal Teatrillo De Títeres Y Empezamos A Ver LA LUZ...
Un Brindis Por La CATÁRSIS TOTAL.
Y
¡¡RIAU RIAU!!
No estoy muy seguro de que vaya a acabar la función, querido Old, más viendo como, día tras día, la cosa va pasando del marrón clarito al oscuro mojón.
Hoy es Hacienda, ayer Educación, mañana Defensa... Todo aquello que toca el Gobierno de Mariano, el nuevo Rey Midas posmoderno, se convierte en bazofia y miseria.
Aunque, tarde o temprano, el castillo de naipes caerá...y puedo asegurarle, amigo, que siempre tengo a mi vera un cesto bien cargado de tomates.
Tomates podridos.
Un abrazo y brindemos para que el día del "lanzamiento" no quede demasiado lejos.
¡Riau!¡Riau!
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