Justo a la hora señalada… a falta de cinco minutos para la hora
Zulú-Bravo… una escuadra de El Ejército
de los 12 Monos al mando del Comandante en Jefe, nos hemos adentrado en las
oscuras calles valencianas para llevar a cabo la misión 3Z-12- EjAlphaVille, convenientemente discutida y aprobada tras Junta
General en la Sala X.
Días antes, tras recibir los informes del Servicio de Inteligencia
en los cuales se pormenorizaban los puntos de vigilancia del enemigo y sus
fuerzas defensivas, procedimos a elaborar el plan de ataque contra las
instalaciones del adversario, que consistían, básicamente, en un local a modo
de almacén cercano al Puerto de Valencia. Total ausencia de cámaras de
seguridad, circuito cerrado, alarmas… por haber, apenas hay vigilantes… ni
públicos ni privados. Sólo dos abuelos a punto de jubilarse, puestos por el
Ayuntamiento de la ciudad para, como dirían los castizos de lo políticamente
correcto, “quedar bien ante las sospechas
de los anfitriones”.
Dos abuelos con porras de goma frente a nuestro ejército…
nada… poca cosa… Se decidió que con una escuadra de Monos tendríamos más que
suficiente para llevar a cabo la misión. Como sucede siempre que El Ejército de los 12 Monos emprende
alguna acción táctica, cuando se preguntó si alguien se ofrecía voluntario,
todos dieron un paso al frente… sonoro… taconazo de valientes…
Tras debatir quienes serían los más indicados, la Junta se
decantó por seis Monos, amén del Comandante en Jefe… Isra, sargento artillero,
oriundo de Badajoz, con siete años de servicio y tres medallas al mérito;
Hector, el astur, espía del SI, que actuaría como enlace con el Cuartel
General, encargándose de la radio; García y Pérez, dos Monos infantes de la
Meseta castellana, osados y escurridizos donde los haya, diestros en la lucha
de trincheras y en las incursiones nocturnas; Doc, catalán del Delta, enfermero
y voluntario civil en sus ratos libres, sería el encargado de atender a los
heridos si la operación se torciera… y José, el francotirador de… de… bueno, no
recuerdo de dónde es el Mono José, de qué rincón de España… pero no importa. Digno
como el que más, él sería el encargado de “silenciar”
a los vigías si estos descubrían el operativo. Armado con su Barrett.50 y su
vista de águila, allí donde pone el ojo pone la bala.
El día señalado, los seis hombres se reunieron en la
capilla, completamente ataviados para la ocasión: traje mimetizado negro, botas
negras, gorras negras, fusiles, granadas de mano o de humo… el cuchillo de
supervivencia atado a la pantorrilla… el rostro cruzado por negras rayas de
camuflaje… Allí, en la capilla, todos se arrodillaron para rezarle a la Virgen
del Pilar, patrona, y a Santiago apóstol…
… “y cierra España”,
fue el grito que retumbó en las paredes del Cuartel General.
Llegó la hora.
Así, de esta guisa, nos dirigimos al aeropuerto más cercano
al Cuartel General, a escasos diez kilómetros. Nuestro ejército, Monos, no
cuenta con el material y los posibles que suele verse por la TV o en el cine,
donde todo son F-22, bombarderos estratégicos y misiles Trident. No tenemos
tanques, ni barcos, ni helicópteros… quizá, si las gestiones del Departamento
de Logística surten efecto, pronto podamos adquirir, por modestísimo precio, el
Príncipe de Asturias, ahora que lo quieren desguazar… pero hasta la fecha
tenemos que desplazarnos como el común de los mortales… o sea, en low cost.
Pero no temáis… nuestras pintas, nuestras armas, las granadas,
los rostros aguerridos dispuestos a la batalla… los controles del aeropuerto,
los detectores de metal, la prohibición de embarcar con armas de fuego… nada.
Eso, soldados, a nosotros no nos afecta. Nosotros somos El Ejército de los 12 Monos… defensores y garantes de esta gran
nación que es España… conocidos por todos, respetados por todos, camaradas de
la Guardia Civil, del Ejército Español, del ciudadano español comprometido con
el bienestar y el futuro de su patria…
… nosotros no queremos mal para este país, y eso, Monos, los
españoles de bien lo saben… lo reconocen… lo alaban. Toda misión de El Ejército de los 12 Monos es por el
bien común, en pro de una España mejor… más libre… más justa… más digna.
Todas las puertas están abiertas para los defensores de la
patria.
Ocupando siete asientos, viajamos con nuestros compatriotas
hasta Valencia, charlando con los empresarios deseosos de cerrar algún negocio
en la capital del Turia, con las chicas que vuelven a la universidad dispuestas
a acabar la carrera, con las familias que regresan al hogar tras un periodo
vacacional… Todas las miradas y conversaciones son confiadas y de reposo. Sólo
los niños, impresionables en su inocencia, nos miran con los ojos abiertos como
platos.
Nos miran como a superhéroes.
Superhéroes españoles.
Ahora… hora Zulú-Bravo en punto… ante el almacén del
enemigo, dejamos atrás los rostros amables y fruncimos el ceño, dispuestos a la
lucha, al amparo de la noche. José se ha alzado a la grúa, desde donde tiene
una magnífica panorámica para su mira térmica. Héctor y Doc, camuflados tras un
contenedor de envases de cristal, asisten a los últimos informes de
inteligencia que el Cuartel General está transmitiendo al Comandante, al
aparato. Todo está listo… sin moros en la costa… “no se detecta actividad hostil irregular”… y se da la señal para
entrar en acción.
Isra lanza un bote de humo. García y Pérez, de un brinco,
salen de la zanja abierta por las eternas obras de alcantarillado del
Consistorio, corriendo como liebres hacia la puerta del almacén, cubiertos por
la mira telescópica del francotirador en su torre… sin incidencia alguna, pues
los vigilantes se han entretenido en el WC, aquejados del lógico problema de
próstata.
Vía libre.
Los infantes que llegan ante la puerta. Los infantes que, de
una coz a lo toro bravo, desencajan la puerta de sus bisagras, tirándola al
suelo. Doc, Hector y el Comandante en Jefe, prestos, se abalanzan hacia la entrada,
camuflados por el espeso humo blanco, adentrándose en su interior, nerviosos
ante la posible presencia del enemigo... que está, que se levanta asustado de
la mesa en la que está jugando a una variante estúpida del ajedrez… cinco
sujetos, morenos, con turbantes de colores y barbas de vello rizado de muy mal
ver… pero todo está controlado, estudiado, analizadas las costumbres de los
bárbaros… y El Comandante en Jefe se saca una muñeca hinchable del bolsillo,
básica, de esas que pululan por las despedidas de soltero… y la arroja por una
de las ventanas… titas, titas, titas…
y los enemigos salen baboseando a la carrera… tonto el último… dispuestos a
violar a todo lo que huela a fémina, como tienen por tradición estas bestias…
dejando nuestro objetivo indefenso… ahí, enfrente…
Los seis soldados de El
Ejército de los 12 Monos nos miramos los unos a los otros durante apenas
dos segundos, que parecen horas, comprobando en nuestros ojos la satisfacción
por una misión… otra más… llevada a término con éxito. Un instante en el fragor
de la batalla. Nada… un pestañeo rápido… y Isra, el artillero, se acerca a él armado
con su mechero Clipper, completamente
cargado… dispuesto a pegarle, de una puta vez, fuego a la maldita falla
valenciana.
¡Qué coño se han
creído estos mierdas! Aquí, las fallas, se queman… lleven vacas, reyes o
dioses. Si quieren derechos, indultos, amparos jurídicos u hogueras
controladas, que se vayan a su miserable país, a bañarse en su putrefacto río.
Mientras todo arde, salimos a la carrera… los seis… rumbo al
aeropuerto, camino a casa, al Cuartel General.
Allí apagaremos nuestros fuegos bañándonos en cerveza.
Cerveza de victoria.
4 comentarios:
Muy bueno y realístico hermano. Si hasta las más mínimas muestras de expresión nos las van a negar no vamos a ser un país, sino una suerte de porquería geoestratégica... Que aprendan que, al menos, con las fallas no se juega...
Un saludazo.
En realidad solo se quedó sin quemar un brazo del ninot y..una cosa fea: Ojalá se hubiese prendido a lo bonzo él, pero de verdad.
Que por saco de gente, si no les gustan las Fallas que se queden en su tierra adorando bueyes y, al menos, no molesten..Es nuestro país y nuestras tradiciones también son sagradas ¿Estamos..?
Hay que tener un mínimo de orgullo, CS... un poco de sangre, coño...
No puede ser que estemos siempre plegándonos ante cualquier ocurrencia de la parroquia, y más si estos son extranjeros.
Pero, ¡hay, amigo, el complejo!
Un abrazo.
Estamos, Candela.
Yo, cuando salgo del país... muy pocas veces... no pretendo imponer ninguna de mis costumbres allá donde voy, pero por lo visto, nosotros somos los más "guays" del Paraguay y por eso achantamos ante cualquier queja.
Ridículo...
Un abrazo.
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