
Las capillas universitarias españolas están siendo objeto, en varias ciudades, de ataques por parte de organizaciones anti sistema. Estos grupúsculos llegan a colarse en ellas y, algunas activistas, protagonizando imágenes que recuerdan los aquelarres medievales de las películas, se desnudan y escenifican actos sexuales ante el altar, mientras son coreadas megáfono en mano por otros compañeros.
Que si patapín… que si patatán… llegan, montan el espectáculo, los estudiantes creyentes que están rezando en ese momento flipan llegando alguno incluso a ser abucheado, se vuelven a vestir y se largan no sin antes insultar a todo cuanto se les pasa por la cabeza. Pintadas y algún hurto también lo habría. Está en el ADN.
Los rectores de las facultades más callados que los muertos. Alguno, incluso, como paladín Berzosa, de la Complutense, llega incluso a decir que la universidad "no deberían existir las capillas". Y se queda tan ancho, el rector.
Se olvida del origen de las Universidades. No quiere recordar que fueron las instituciones religiosas las que, de diversa manera, fueron traduciendo las obras clásicas al latín, metiéndolas en la órbita europea. ¿La red de monasterios que ramificó los conocimientos durante la Edad Media? Él no pasa de la Transición. Alcanza su intelecto a dibujar una universidad laica, moderna, progresista. Donde los valores morales que transmite la religión queden relegados al olvido, tomando la iniciativa el Hombre Nuevo, creador de su propia moral, laxa, flexible, a gusto de la voluntad humana. Todo lo anterior es facha.
Y así está la universidad. Enfangada en ataques a los cristianos mientras el nivel formativo va en picado hacia el abismo. Ninguna. Son reflejo de un país inculto, irreflexivo… siervo.
Algunos aguantan. Hacen misas de agravio para limpiar las afrentas y, mira tú por dónde, consiguen reunir a varios centenares de afiliados más que los aquelarres. Contra medio centenar de cacerolas, interponen un centenar de comprometidos. Contra el cierre de lugares de culto, presentan batalla con celebraciones a la intemperie. Deben ser los mismos que aguantaron por allá la década de los 30. Aquellos que escuchaban alardear de profanaciones e incendios, al grito de: “la única Iglesia que ilumina es la que arde”.
Los hay que aún aguantan… y no será por apoyo, no…
… pues los hay que dicen llamarse pastores y son auténticos lobos.
Señores con sotana que ofenden a la inteligencia de aquellos que aguantan. Oscuras sotanas que pregonan el mensaje de su Cristo. El laico, el amoldado, el servil. La religión puesta al servicio de lo terrenal, de la patria. El cateto que reinterpreta el mensaje para hablar de tipos, de diferencias… de nada.
Otros también olvidan que la religión no entiende de Naciones. Es Universal. Jesús y profetas se marcaron por misión evangelizar el Orbe con la intención de trasladar los valores morales de dicha religión. Igual tarea realizada por los misioneros que, al evangelizar una zona, no tienen por costumbre interferir en los asuntos particulares, sino en los espirituales. Luego sales tú, cardenal, con tu anillo y toda tu parafernalia y empiezas a diferenciar esto de aquello, a poner barreras y etiquetas. Estás anclado.
Al igual que toda la cúpula de sotanas, que también callan. Se ponen de costado pero con la cara vuelta, por lo de la segunda mejilla. Aunque algunos aún tengan las cicatrices, no recuerdan las Iglesias que iluminan, ni las monjas a las que acercaban un cigarrillo encendido, para que fumaran, una vez muertas. ¿Cuántos mártires dices que hay? Tampoco pasan de la Transición. Bueno, un poquito más atrás sí que recuerdan, sí. Recuerdan los Cuadernos para el Diálogo y su compadreo con aquellos que habían intentado purificarlos a fuego, llegando incluso a discutir, en el seno de sotanas, si debían pedir perdón o no por su actuación en la década de los 30.
Todavía siguen pensando en eso.
Y a pesar de todo, algunos aguantan. Lo han hecho siempre.
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