Yo tenía un sueño de España… pero ese sueño murió hace tiempo. El que me acunará esta noche, será mejor. Mi guía en los Años Oscuros. Y vivirá por siempre jamás. Ej12Ms

16 feb 2011

Inocencia Interrumpida


Dicen que lo únicos que acostumbran a decir la verdad, aunque duela, son los borrachos y los niños. Los primeros actúan bajo los efectos del alcohol y, por esa razón, se desinhiben. Los segundos, debido a la inocencia infantil, que no repara en rencores, ofensas ni tonterías por el estilo. Es esa inocencia que les hace preguntar el por qué de todas las cosas, sentir curiosidad, no tener miedo, actuar con pureza... Buscan respuestas a preguntas que los adultos dejaron de hacerse ya mucho tiempo atrás, resignados a no entender casi nada y a no valorar ni lo que entienden.

Es como vivir en el paraíso, esto de la inocencia de los infantes. Por eso, cuando nos entremos por ahí que esa pureza es dinamitada por algún adulto, no podemos más que sentir repugnancia, aparte de entrarnos unas ganas locas de enrojecerle al sujeto la nuca a collejas.

Resulta que en un colegio de Sitges, un profesor ha decidido premiar con un gomet* rojo (técnica semáforo=rojo es malo, verde es bueno) a un niño porque durante sus conversaciones no utiliza la lengua vehicular del centro. Y, ¿cuál es la lengua vehicular del centro? El catalán, claro, que ya dijo hace poco la Consellera de Cultura que Cataluña no es tierra bilingüe, que eso es una tontería que se han sacado unos invasores de la manga.

A nivel más local, también nos encontramos con ese niño al que la profesora de turno le reprime por ir a clase ataviado con el chándal del Real Madrid, espetándole que “eso” no puede llevarlo, que no queda bien, que debería llevar el del equipo de la tierra, el F.C. Barcelona…. Historias y noticias como estas, aparecidas en los medios de comunicación (algunos, no penséis mal), las hay por decenas. De las noticias que no aparecen en los medios, las de ámbito local, se pueden contar por miles.

Muchos de estos niños no entienden el por qué de esa reprimenda pública y nada saben de construcciones nacionales, derechos oprimidos ni demás mierdas trasnochadas. Lo único que saben es que el profesor les ha puesto un gomet negativo por cantar junto a sus compañeros de clase o les ha ridiculizado por llevar un chándal que considera inadecuado. Sus compañeros le señalarán con el dedo por tonto, y eso es suficiente para avergonzar al niño y someterlo. Romper su inocencia, manipular su forma de pensar y, lo más jodido, crear un monstruo que culpará a sus padres de su desdicha.

Y esto es lo que hay, señores. Esos niños inocentes, que te miran con esa cara de pureza innata, reciben un cursillo acelerado de puta realidad. No simple realidad, no… puta, ya que está amoldada al gilipollas de turno, al desgraciado que se cree con la autoridad suficiente como para joder la infancia del mocoso.

Empezarán bien pronto a aleccionar a los niños, apartando a las ovejas negras del rebaño, no vayan a pudrir al resto, ya sea mediante símiles de las Juventudes Hitlerianas o los Campos de Reeducación. Seguirán los gomets de color rojo para el discrepante…

… y se acabará con los brazaletes para distinguir a los prescindibles.


*Gomet. Pegatina

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