Tú eres el que no encaja. Naciste 40 años tarde o 40 años
pronto. Mi hija lo sabía. Que Dios la bendiga. Y tus hijos lo saben,
especialmente Murph. Antes mirábamos hacia arriba soñando con qué lugar
ocuparíamos entre las estrellas. Ahora
miramos hacia abajo, angustiándonos con qué lugar ocuparemos entre el
polvo.
Interestellar.
Viernes Santo, día de calvario y pasión.
Caprichosa, esta Semana Santa de 2020, década de feliz añada
loca que ha cambiado las procesiones de nazarenos por el paso silente de los ataúdes.
15.000, oficiosos, recorriendo, penitentes, las abandonadas calles de la
geografía española al amparo, no ya de los cirios, las saetas y las lágrimas de
las casaderas con mantilla y traje ceremonioso, sino de las palmas
trasnochadas, los vítores acongojados y el rezo -"a cada cual según su
capacidad, a cada cual según su necesidad"- en apología del dios menor del
todopoderoso Estado de Bienestar entonado a capella desde los balcones que
retumba a lo ancho y largo de todas las esquinas de la morgue.
Las imágenes de los santos y las vírgenes han sido
sustituidas por las estampitas de los sanitarios enmascarados bajo un traje de
superhéroe confeccionado con bolsas de basura e impresoras 3D, la policía
abandonada a su suerte que ahoga su llanto mediante el cante de aniversarios
felices... un ejército suplicante frente a unas autoridades sectarias... y el
torrente lúdico-festivo de la parrilla de unos medios de comunicación autóctonos
regados de indulgencias laicas siempre prestos a reflejar el estado de ánimo de
la audiencia aborregada que anda muy preocupada por las jornadas de barra de
bar que se le escurren entre los dedos merced al confinamiento dorado que
conlleva este moderno valle de lágrimas que le tocó vivir en suertes... rutina anhelada que no volverá a pesar de todo.
Las promesas individuales devienen en mentiras colectivas.
La penitencia, tocada por el halo del Estado, es pura soberbia. La pandemia,
una fiesta en ciernes. El cuerpo de los mártires, menos números escritos a lápiz...
fáciles de borrar, propensos al cambio interesado... Hoy un cadáver aquí, mañana
un entierro allá... un hijo llora mientras recorre la vía dolorosa por la que
cree que anduvo su progenitor mientras la plebe, mirada inyectada de inquina,
aplaude y canta esa adaptación del viejo dicho de "el vivo-el bollo-el
muerto-y-el hoyo" que hoy suena con letra de "sobreviviré".
Muere el padre,
y el hijo... perdónale porque no sabe lo que hace... vitorea
la gracia de no ser un prescindible anciano, socializa el vermú con el hasta
ayer desconocido vecino del segundo cuarta, graba con su celular una elegía
destinada al mundo hermanado por el virus, comunero, que la recibe y ríe y la
reenvía a otros que siguen riendo al tiempo que escudriñan lo ceñido del pijama
del protagonista o lo bien que sientan las ondas en la media melena bob de la
guapa huérfana. Velatorio digital y extremaunción 2.0 bajo la tutela cimbreante
del magisterio eclesiástico de negra sotana y anchas y teóricas tragaderas
liberadoras, más pendiente, hoy, del terruño cenagoso del superhombre de género
neutro que habita la Tierra que de ese Reino inmaterialmente dialéctico que no
es de este mundo.
Así transcurre el calvario actual; esta es la pasión de los
tiempos posmodernos.
Desidia, chistes, muerte y aplausos.
3 comentarios:
In post digno de los tiempos que estamos viviendo.cuidese maestro.
Tiempos macabros y desde el punto de vista que ofrece mis 70a, mucho más. Es como andar entre pantanos solo, sabes que si te caes, adiós mundo, es decir, paliativos o al panteón directamente. No es esta una situación, ni un Pais para viejos.
No obstante una buena forma de luchar es mantenerse con el ánimo alto ¿Qué como se hace? ... eso ya no lo sé, pero lo intento.
Un abrazo
Putos recortes en la sanidad pública
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