Albert Rivera ha viajado a Venezuela.
Lo anunció, y días después aparecía en el país, rodeado de
gente, en melé, costumbre habitual allí donde los países se mecen entre masas
temblorosas. Unas, ofendidas. Las otras, esperanzadas. Escoltas, amigos,
miradas nerviosas, oficialidad opresora, equilibrios al filo de la navaja en
una Nación que se derrumba.
Anduvo Rivera con esposas de presos políticos, habló en la cámara
grande, dijo algo de la defensa de los derechos que crecen en los árboles, arremetió
contra la larga sombra del fantasma y, tras cuatro abrazos loables de
despedida, volvió a España, satisfecho.
Es para estarlo.
Inmediatamente después, el gobierno se pone en marcha,
convoca el CNS. Todo arde, la pólvora estalla, Venezuela entra a escena. Un
embajador que despega, una subcomisión que se designa y la pesadilla sufrida por
los venezolanos durante las últimas décadas se designada cuadrilátero donde ha de celebrarse el combate entre el susto o la muerte: fantasma chavista en la esquina
roja vs. vampiro a la búlgara en el centro de la nada.
Una velada soñada, noche de miedo, nosotros o el caos.
En España, pero, las masas humanas no están tan
apelotonadas como el el paraíso del socialismo real, constata Ribera nada más poner un pie fuera del aeropuerto. Las
colas están lejos, el otro mundo todavía es posible, siguen buscándose antihéroes
modernos para capitanear el asalto a los cielos y la mentira campa a sus anchas,
anárquica. Los españoles perduran su sueño, no quieren despertar... y menos
hablando a media voz, buscando sinónimos a las miserias de la realidad futura. Eufemismos
para violación, corrupción, asesinato, infamia... Socialismo, y Muerte. Sin
ellos, buenas intenciones desmerecen, meras palabras flotando en el aire
caliente del incendio.
La satisfacción se transforma rápido en desencanto, el tábano
de la suspicacia que ronronea el deseo escribe la palabra memo con humo en el cielo. Quizá sea un títere
de paja contra quien ensayaron los golpes, movido de acá para allá para llamar la
atención de la mancha humana. Resignación sería aceptar el papel de actor
secundario que te asignaron en la ópera bufa de la recarga del sistema, hablar sin creer en nada como hacen los falsos profetas del templo, participar de las logias
de palacio, traje corbata y máscara.
La vida del político europeo tipo.
Se anuncia el primer asalto y quienes no tienen billete para
el espectáculo viven el silencio del solitario, siempre dudando, demasiado
críticos para disfrutar de tanto amaño.
2 comentarios:
El circo electoral ya comenzo en Venezuela.El lider de Ciudadano parte con una minima ventaja.Lo dicho pasen y vean a los grandes ilusionistas en accion,saludos,
El líder de Ciudadanos va a recibir por todos lados. Su incecisión y falta de claridad va a jugar en su contra, y mucho más prediciendo la campaña miserable que se nos viene encima, donde no se ha de hablar de programa, sino de lo bien (o mal) que le queda la camisa al lindo presidente-anuncio.
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