Yo tenía un sueño de España… pero ese sueño murió hace tiempo. El que me acunará esta noche, será mejor. Mi guía en los Años Oscuros. Y vivirá por siempre jamás. Ej12Ms

28 nov 2018

Impermeableman



En el infinito universo de superhéroes auspiciado por Stan Lee, hay uno que, desagradecida imaginación, pasó desapercibido a su mente creacionista… y éste sí, a pesar de carecer de poderes arácnidos, mitológicos o derivados de la ingeniería mecánica, puede ser considerado como el primigenio, el auténtico héroe de carne y hueso hacedor de mil hazañas y protagonista de innumerables poemas épicos a modo de un Aquiles del tercer milenio.
No viste capa, leotardos o calzoncillo slip. Tampoco usa máscara ni va armado con un martillo, por no mencionar que sus uñas son de queratina y no de irrompible adamantium, o que su piel es de un color pálido y blanquecino muy distante del verde gamma hulkiano. Nada de eso cuenta en el haber de este superhéroe común, que va a pelo, aunque la epidermis al fresco viento para este soldado de invierno –y ahí radica su excepcionalidad- se ve revestida, ya durante su niñez gracias al tejer y tejer de sus progenitores, de una fina –pero resistente- fibra sintética que lo convierte en impermeable a los entresijos de la tormenta perfecta que arrecia en este globo azul que flota y flota en la inmensidad del espacio desde el instante iniciático del gran petardazo. Invisible traje de neopreno que, con el paso de los años, ha ido afianzándose y apelmazándose a su cuerpo debido a una profunda sed de conocimiento y una punzante angustia vital en un mundo raro.
Impermeableman, el superhéroe… y el separatismo tractorio, todo, su antítesis, archienemigo, iracundo villano por excelencia dentro de todas las variantes que forman la patrulla zurulla de la progr(h)ez surgida del huevo cósmico de la serpiente.
Sus hazañas habrían formado colecciones de cómics maravillosas, increíbles, dulces sueños para los jóvenes que se reconfortan cuando la bota del Bien pisotea la ponzoña del Mal. Pósters en las paredes. Películas dignas de elogio si la pordiosera industria de la cosa patria obviara el monotema guerracivilista… pero ¡qué decir si sólo hay un Impermeableman al que le resbala tanta desmemoria histórica! ¡Qué contraponer a una camada de revolucionarios que llevan aferrado a la piel el lapo del rencor y la revolución pendiente! Ay, ay…
De esto, de gargajos mocosos, nuestro héroe sabe mucho, pues él –y su fina capa sintética contra la ignominia- ha ido curtiéndose en bragadas luchas contra villanos del ridículo tamaño de Don Gargajo, profesor de gimnasia en las vedrunas de Tarraco hoy aferrado al butacón de diputado en Cortes y que, recientemente, ha protagonizado la hombrada de esputar a un Ministro del Reino de España: Don Gargajo, llegado el momento de la clase matutina, estando en el radio de acción de sus míseras lecciones sectarias y nauseabundas, también hinchó los carrillos con la intención de soltar su flema mortal cual víbora memócrata contra nuestro Impermeableman, allá por los epílogos de los noventa, cuando su sonrisa soberbia y altiva embelesaba a las virginales quinceañeras que correteaban a su alrededor en el patio escolar y su verborrea revolucionaria aún destilaba cierta verosimilitud en las mentes influenciables de los jóvenes mocosos al narrar esos sueños húmedos que alberga todo fantoche antifa en las jornadas de convivencia auspiciadas por las monjitas sumisas de la iglesia catalana…
… pero, ay-ay, Impermeableman, el gran desconocido... En su piel, en su ropa, por su pelo -milagros del conocimiento y el saber histórico del superhéroe misántropo actual-, resbala… resbala… resbala hacia las alcantarillas de las que jamás debió haber salido todo ese veneno, esa ponzoña, tamaña infamia de villano de tres al cuarto.

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