Todo el mundo tiene un plan hasta que le sueltas la primera hostia.
Mike Tyson.
Uno tras otro, y gracias a la minuciosa investigación en foros, redes y galletas de la suerte, los miembros de la ultraderecha omnipresente no son desconocidos para el sans-cullote de lazi en pecho, por lo que durante los días pasados, mientras paseaba por las cercanías de la plaza del diamante barcelonés, al grito de "¡fascista!", el anónimo camuflado fue descubierto por el becario del mosad y tras un precalentamiento previo de insultos y vejaciones, con la llegada de los golpes, la napia del hereu recibió el crochet hispano del ko técnico que, instantes después, sirviera de vórtice fotogénico para el llanto, el victimismo consentido de los utópicos de los ocho segundos y la náusea racialista.
Degenerando, del famoso muerto buscado por los separratas hemos pasado a una hemorragia nasal... aunque, para los modernillos (de mierda) pirómanos del Reichstag cualquier cosa vale con tal de sacar el pañuelito bordado y soltar unos sollozos allí donde el dinero de la mancha humana española los lleve.
Pero, como decía al empezar estas letras insignificantes, sin venir a cuento, el juego y la provocación recuerdan, en esta fecha de Alzamiento y puente aéreo Dragon Rapide, aquel episodio auspiciado por los padres putativos y demás brujos de la infame II República... los Indalecio Prieto, Pasionaria, el lenin Largo Caballero español, los Díaz, los Carrillo y demás momias del terror rojo... en el que, empujando-empujando-siempre-empujando, urdieron y pusieron en marcha el plan con el que pretendían arreciar la reacción nacional para, al salir del escondrijo los generales leales a España, descabezar toda respuesta a su pérfido plan de sumisión al padrecito de los pueblos, la cheká y el gulag.
Entre dientes, ayer y hoy, reían bobalicones los demócratas, sí.
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