Una vez formado el gobierno del Torra(o) de magno ADN y su pléyade de científicos racialistas de la llamada a ser neolengua de Babel, y bendecito este conglomerado totalitario por el nuevo mandamás de la casa grande de San Jerónimo y su cohorte de misterios -entre los que descolla el patriota Borrel, marido de desaladoras Narbona y famoso por exhortar callar a quienes reclamaban prisión permanente no-revisable para Putschdemont durante las multitudinarias manifestaciones celebradas en la Barcelona de la posestafa republicaneta, el cual no ha dudado una mensualidad en aceptar el maletín de canciller del esperpento auspiciado por socialistas, comunistas y demás frentepopulistas separratistas-, ha quedado levantado el tan sobado artículo ciento-cincuenta-y-cinco mediante el que se pretendía, igual que haría el segundo movimiento de la novena de Beethoven, amansar a las bestias pardas de la sonrisa de hiena.
Así que, pacificado el frente de la beligerancia y salvadas las leales unidades de la resistencia...
... ahí os quedáis. Esto ha sido todo, señores.
Gracias por confiar en la pax hispana de los aguerridos defensores de traje, corbata y puro.
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