Caerá, caerá

Y es dura, y es dura la lluvia que está por caer...
Hemos tenido un conato de incendio en una de las salas de nuestro Cuartel General. Hilando fino, en la que ocupan los amstrad y spectrum y el tres-ocho-seis de nuestro SI. A pesar de ser mucho más modesto que el todopoderoso CNI de la SS vallisoletana de medio metro, el afanoso trabajo de estos últimos días ha provocado que todos, azotea de mono incluida, acaben echando humo, pero no debéis preocuparos porque una milicia como la nuestra no recula ante las llamas, más bien todo lo contrario: cuatro cubos de agua fresca y, atendiendo a la llamada de los bomberos, un "¡a la mierda!" preventivo, no vaya a colarse esgrimiendo buena voluntad un pelotón de bomberos por la independencia, plaga infecta. O algún médico del Hospital Clínico de los que, a la hora del café y el cigarro, salen a cortar las calles de la ciudad condal tras la pancarta de apoyo al golpe de estado catalufo ataviados con sus batas blancas una vez han endosado a los inoportunos pacientes un buen chute de morfina que los mantenga aletargados mientras ellos juegan a la primavera árabe de democracia, igualdad, seny y nómina pública.
Siguen la moda, unos y otros, establecida por los CDR, esas camadas que unos llaman comités de defensa de la republiqueta a pesar de ser calcos de los cubanos comités de defensa de la revolución -aunque, puntualicemos, los de aquí apenas alcanzan la frondosidad velluda del dedo gordo de un castrista caribeño. También se han apuntado al aquelarre los sindicatos UGT y CCOO... ¡faltaría! Allí donde se perciba el humo de las mariscadas, el parné del amo misericordioso y generoso, la negra sombra del árbol zarandeado del que han de caer las nueces... allí estarán ellos como ya hicieran en los más gloriosos episodios de la Historia de España, siempre en defensa de la democracia republicana de comunistas y demás podredumbre frentepopulista,  siempre en defensa de la verdad liberadora, siempre con el puño en alto, aferrados al vil metal que tanto dicen aborrecer pero del que no pueden vivir alejados ni un nauseabundo instante. Así lo recuerdan de un párrafo de la contraportada de El Capitál, el único fragmento del libro gordo de Petete que alcanzaron a leer, y que han hecho suyo los defensores de los privilegiados de la tierra, amén (laico).
Allí donde llore la Justicia, a los pies de una España ultrajada y violada por las hordas de enemigos propios y extraños, abrazados al separatismo de los años treinta del siglo pasado, de la mano de quien alabe la leyenda negra de la que viven y maman, allí estarán los hijos de la cheká, hacedores de la guerra civil pasada, presente y futura.
Es una lluvia dura la que está por caer, hijo... una lluvia dura.
Pero saldremos a danzar a sus pies, mi vida.