Yo tenía un sueño de España… pero ese sueño murió hace tiempo. El que me acunará esta noche, será mejor. Mi guía en los Años Oscuros. Y vivirá por siempre jamás. Ej12Ms

1 feb 2018

Dos mulas y una mujer

Sucede que en el cercano oeste a las azafatas de la fórmula uno se las persigue como ayer se hacía con la minifalda y mañana se hará con la cuchilla de rasurar axilas. Las que inmortalizaran los maestros flamencos, a las catacumbas del museo metropolitano, desterradas. El interviu cierra, las pornostar mueren y pronto alguna discoteca publicitará un concurso de miss camión. Ha saltado la liebre del holocausto feminoide que viene perpetuándose desde el bigbang a manos de productores, maestros y jubilados que contemplan obras. Todos y todas y todus sabían pero nadie decía, hasta que se han hecho astillas las puertas del armario, apareciéndose el fantasma sin género que recorre occidente. Entra en escena Hogan y su sombrero venidos para darle, en nombre del hombre moderno (de mierda), redimido de su pecado original, matarile al marichulo, vestigio de un antiguo régimen heteropatriarcal malote. Va a morir la Carmen de Bizzet... y ahí que aparece dándole plomo al clásico; el maldito cuerpo caucásico de la Hermionne yace cosido a tiros de discriminación positiva; no hay brecha salarial que el corazón esponjoso de Hogan no pueda coser con su Colt, ni ofensa contra la pureza virginal del feminazismo imperante en el nuevo mundo que se ha de crear que no deba ser resarcida por el quijote de la igualdad. Pasada, presente... o futura. La edad del hábito debe volver... a pesar de que este, a Hogan, le parece extraño, diferente, impuesto, como un vulgar burka de usar y tirar, sólo un trapo para guarecerse del frío de la gran travesía. Rápidamente desecha las dudas y la palabra que nadie osa mencionar -¡qué menos criticar!- prefiriendo seguir sembrando de cruces el camposanto patriarcal. Más tarde Hogan descubre que el mundo amazónico es una estafa de asaltabancos, las mujeres bailan el can-can iguales que los hombres y el hábito, morralla marxista-lenninista de género, de la pura mujer del siglo veintiuno que tanto admiró por su desinterés y virtud no es más que un disfraz tras el que se esconde una ramera de siete cabezas y ocho negras y peludas patas. Doblemente mula que acarrea un fardo de alfalfa, el vaquero Hogan exprime su revolver de tal modo que si de hacer zumo se tratase no dejaba naranja alguna en todo el levante español, pero eso es otra historia de vaqueros, indios y tabaco de mascar.
Puaggj.

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