Tiempo atrás... siglos, diría, viendo el somero polvo que ha
quedado del recuerdo... un señor apellidado Carod-Rovira aquí y en la China
limítrofe con el Japón, una buena mañana de mes otoñal concertó una cita con lo
más granado de la banda terrorista ETA, protagonista del asesinato de casi un
millar de españoles y otros tantos heridos y mutilados.
Como buenos hermanos reencontrados a las puertas de la Navidad, separatas y
terroristas se echarían, entre pecho y espalda, en un bar de Perpiñan a la hora
del vermú, un par de cafés largos de la victoria -dos cucharillas de azúcar,
dulzón, dulzón el brebaje.
En tierra francesa, santuario de la ETA, casa de Giscard
d'Estaing y demás perros mandileros satánicos que forman la cohorte de
sempiternos enemigos del espíritu de España, los unos, diestros en el tiro en
la nuca, la bomba lapa y la micción (o defecación) en el pantalón de campaña,
afianzaron una amistad vieja, arcana, con los otros, ídolos de la valentía
personificada, conquistadores de neo-patrias, pródigos en la genuflexión
hombruna sin sonrojo, el fin justifica cualquier medio, más si es de amplio calado nacionalista. No hay suficientes cuerpos despatarrados
por las Ramblas que atenúen tanto cientificismo.
Las ratas falderas de los medios de desinformación -que lo
son todos- tildaron la simpática reunión con la que se afianzaron los lazos
familiares con el sobrenombre de "tregua catalana", y el héroe de nombre
conocido en Asia de uno a otro confín, como un Chamberlain achaparrado y
bigotudo, bajó la escalinata del coche oficial agitando la servilleta en la que
padre y madre habían firmado, con lefa caliente, que un hijo es mejor que otro.
Todo para el primogénito, soga y cal para los restantes. Cataluña había sido
liberada del terrorismo de la ETA; los demás, imbéciles españoles, os jodéis.
Sucumbid bajo el plomo, idiotas.
¡Cómo brindaron, los bastardos de la Bestia! ¡Qué de cava se
vertió aquel día, monos!
Pocos lo recuerdan...
... pero no sufráis, desmemoriados, porque ayer, por las
calles de la ciudad de los valientes, los lennonistas del no-tinc-por...
pau-pau-pau... libertad-libertad-sin-ira-libertad... representaron una escena harto parecida. Por presentes, todavía hoy, tras doce horas transcurridas, las imágenes
permanecen frescas en la retina. Los recuerdos, palpables. Se olvidarán: el
espacio ocupado en la amorfa masa encefálica será sustituido por la nueva
colonia de CR7 o la uña rota del dedo pequeño de Messi... pero antes de que el
capricho de lo dioses barra el legado de humillación y servidumbre de la
memoria de los escasos hombres buenos que sobreviven en estos días infames,
estas líneas que sirvan de testimonio,
o tempora, o mores, Carod
de cómo el hogar de los soberbios hijos de la barretina a
rosca y la bandera del Gulag, la tierra de los hombres libres del espurio
metropolitano, el multicultural antibelicismo, casa-gran-del-catalanisme
y muyahidineswelcome... los hijos y hijas de la libertad y la democracia y el vull-butà-pero-no-veo-cien-bombonas-en-un-chalet,
cogiditos de la mano, en hermandad con los asesinos que rebanan los cuellos de
su prole, desfilaron por las calles de la ciénaga con cien mil pancartas tras
las cuales primaban, no ya los degollados, sino los cuchillos de los
terroristas de hoy, mañana y siempre.
¡Ay, Mustafá, cómo pudiste hacerme
esto a mí, que tan bien te enseñé el nivel c en el instituto! ¡Ay, Kalik, qué
haremos sin tus regates en el equipo de fulbito! ¡Ay, primogénito mío!
Codo
con codo con los convocantes del esperpento, autoridades y demás purria civil entonaron
gritos a favor de la paz de los cementerios, se vertieron lágrimas por los verdugos caídos, se justificaron las acciones de los conductores
suicidas y no faltaron concursos donde premiar la invención de otras nuevas
razones para inmolarse contra nuestra azufrosa cultura. Profusión de paraditas indepes regalando pancartas orando por toda clase de aberraciones, corrieron hielos de
boca en boca, besos con lengua de marcado cariz interracial, rodillas peladas de
tanto rezo con el culo en pompa, la animalización de Occidente y la humanización
de la náusea islámica.
A lo lejos sonaba un piano.
Mucho tiempo después del pacto de Perpiñán... ilusos quienes
creen en la evolución de los hombres... cien mil millones de Chamberlains han
vuelto a bajar las escalinatas de asfalto agitando el papelajo de su desvergüenza,
adquirido por un módico precio. En suelo francés, el sabio de la China
mandarina regaló colaboracionismo político a la banda terrorista a cambio de
colaboracionismo de plomo para el proceso de desintegración de España. En suelo
español, los mercaderes del templo -y su legión de acólitos demagogos y
falsarios y traidores-, a despecho de libertad y honra y España, sin mencionar
los nombres de los asesinados ni los motivos de que anden criando malvas, han
demandado el perdón de la horca islámica y la sumisión a la sharia eterna.
Abraza
a un musulmán, noi, se puede leer en las cabeceras de los medios de
comunicación, entre sollozos cómplices. Siguiendo la estela de la gran victoria del café francés, la
miseria es disfrazada de unidad, justicia y valentía. Los hijos de la hidra de
siete cabezas vuelven a regodearse en sus altos salones, satisfechos.
Entre tanto esperpento, sin embargo, queda el consuelo del
euro con diez que se habrá ahorrado el hideputa del separatismo catalán llegado
el momento de pagarle la cuenta al rebanacuellos que está agitándoles el árbol
del que la camada de ratas recoge nueces.
El hijo de la Tomasa no toma café...
... y si él lo ordena, tampoco vosotros, valientes hijos de la gran Carod.
No hay comentarios:
Publicar un comentario