Hasta hace apenas una década, el Gran Hermano sufría
indescriptibles dolores físicos, contracturas en la espalda, ampollas en la
planta de los pies, enloquecedoras jaquecas y sus ojeras, ennegrecidas,
reflejaban con claridad el arduo esfuerzo que conllevaba su infinita jornada
laboral.
Controlar, espiar, delatar... influir en el pensamiento de la masa,
hará unos años, equivalía a dormir poco.
Pero ¡ay, novato, los tiempos han cambiado!, y si te fijas
bien podrás verlo tumbado a la bartola, degustando un combinado caribeño,
morenote y luciendo bañador escueto a pesar de su incipiente tripa cervecera.
Ya no es necesario sudar la gota gorda.
Estos días, el control mental es automático, patrocinado por
el mismo cliente, corderos felices rumbo al matadero, vacaciones pagadas para
el tan temido verdugo. La manipulación, la demagogia... el gran Teatro de los
Sueños... bebido a pequeños sorbos intermitentes, refrescantes, adictivos, como
una sopa sabrosa hecha con hueso de jamón pata negra.
No son pocas las noches en las que el Ejército de los 12
Monos sube hasta el Torreón del Suplicio, ala oeste del Cuartel General, para
contemplar la escena que se representa abajo, a pie de calle, entre toda la
multitud que se hace llamar "pueblo". Anoche nevaba, pero la
marabunta parecía no percibir el helor, sudorosa como estaba de tanto mentar, y
maldecir, el nombre del diablo culpable de todas las desgracias que nos
acechan, aka austericidio, liberticidio, derecha casposa, fascismo, imperialismo o cualquier exabrupto escuchado en la barra del bareto de carretera donde el demagogo de turno paró a vaciar la vejiga.
El Gran Hermano debería haber estado entre todos los indignados de la nacioncita de naciones, empujando en la plaza megáfono
en mano, enumerando las consignas y dictando sentencia a los encausados, pero
no hizo acto de presencia.
¿Para qué?
La horda está aleccionada. Su labor puede dispensarse. El
mensaje ha calado. El televidente olvidó todo lo que queda fuera del mantra que
le ha sido inyectado en la mollera vía ingeniería social avanzada, cirujano
medio de comunicación, doble ración de morfina llegado el fin de semana gracias
a un surtido elenco de periodistas con carné político expedido en alguna
universidad patria, que ya se sabe que este es el mejor ADN de todos. Con tales
credenciales no hay puerta que permanezca cerrada; tampoco han de cerrarse las
carteras...
... ni las piernas.
El Gran Hermano bosteza, sorbe mojito, se rasca los
colgajos.
Ha resquebrajado la realidad virtual una fotografía
indiscreta, pero él permanece impasible, dándose crema aceitosa factor veinte
efecto moreno de larga duración. Por la piscina pasea una jovencita de cuerpo carnoso y la
mira, ajeno a la posible interferencia que pudiera enturbiar el relato falsario
que alimenta los deseos del lumpen. Está tranquilo, sabe que es harto
imposible. La chusma que tanto desprecia no variará ni un ápice su modo de ver
la realidad de su mundo impostado.
La instantánea presenta a los nuevos gurús de la democracia
popular, la real, la que tanto han soñado los desheredados de la tierra desde
que Eva mordiera la manzana del Edén, y, junto a ellos, el periodista imparcial
por excelencia... objetivo "la secta", de 6... charlando
amistosamente mientras se enfundan entre pecho y espalda un menú degustación
que provocaría la muerte instantánea, por envidia, de cualquier liberado
sindical de Mercasevilla.
Asiente el ataviado con la camisa sacada del vestuario del
baúl de la última producción del director de cabecera del lobby guerracivilista,
otro gurú cierra los ojos dando forma en su mente a las palabras que le acarician
los tímpanos, y el periodista más objetivo de la ciudad gesticula, hace
indicaciones mediante señas... "tú di esto, yo explicaré aquello, la audiencia entenderá lo otro, será
coser y cantar"... y corre el vino de postín hasta que el camarero,
servicial, les ofrece café, copa y puro.
¿Habano, pingüino?
Por supuesto, caballero... todo es comunista para un
millonario como usted.
¡Ahhhh, la seducción llamando a la puerta, Monos!
Eva, la manzana golden, una viscosa serpiente... y la tentación de
las fiestas en los salones salomónicos de Roures, Amo y señor de la corriente
alterna (AC)...
... que en nada difiere de la anterior, la corriente continua (DC),
vestida con los vicios de la misma casta, el idéntico servilismo ante el Poder mesiánico nacido en la Transición, el
sectarismo de la nomenclatura del Soviet y las mediocres medidas de 2x2 de la cheká que
aguarda al maldito disidente que ose apartar la vista del politizado televisor.
Puedes estar tranquilo, Gran Hermano.
Disfruta de tu retiro, te lo ganaste.
---
Para nada es un cuento de hadas, Rosie... (AC/DC en la Sala X)
4 comentarios:
Las bombillas que repartió el gran Sebastián en tiempos de zETA, se fundieron sin haber iluminado las ideas. Y no pasó nada, ¡oye!, y así seguimos mientras el gran hermano descansa tranquilo sin inmutarse, al igual que nosotros a la vez que regoldamos los aires que nos da la cerveza.
Vaya cuatro patas para un banco.Una reunion con un tufillo de misterio,jejeje,saludos,
Aquí no se inmuta nadie, Javier, quizá porque este Estado de Bienestar que padecemos nos ha inducido la idea, diabólica, de que nada tiene consecuencias o efectos secundarios. Los fracasos se dan por normales e inevitables, y los éxitos meros caprichos del destino.
No hay otra forma que explique la desidia y la apatía que corrompe a la inmensa mayoría de españoles. Como bien apuntas, Sebastián prometió miles de bombillas y energía verde y barata para todo el mundo, cosa que, según palabras suyas de no hace ni dos semanas, fue una "exageración". ¿Le han pedido cuentas por algo? No, ¿verdad? Hete aquí la respuesta (y la victoria del Gran Hermano)
Un saludo.
Yo apostaría más por el terror de seso y víscera, Agustín.
Publicar un comentario