- Ven, Charo, corre.
- ¿Qué pasa?
- Corre, vamos. Están bajando a la plaza.
Creo que fue por el 2011, hará cuatro años, la tarde en la
que se produjo esta conversación. Agarrándome del brazo, mi hermana me arrastró
a la calle, a la plaza, a escupirle a las ratas en la cara.
Creo que fue hace cuatro años cuando todos bajamos...
Creíamos imposibles, pero... quizá... ¡oh, Segismundo, los
sueños! Pongámosle una vela al diablo, no sea que esta vez se produzca el
milagro y quienes pregonan el cambio lo lleven a término, piensas.
Pero no... y sonríes, sabiéndote idiota. Menos, sí, pero
todavía corren residuos de veneno por tu sangre, ponzoña de una esperanza
imposible en las capacidades de la masa, que al fin comprendió, cansada de
cadenas y dispuesta a liberarse del miedo a emprender un camino incierto,
alejado de la dictatorial y omnipresente guía la voluntad de los hombres
convertidos en Estado Todopoderoso. El Gobierno se amputaría los miembros hasta
quedar como Johnny cuando cogió su fusil, las administraciones periféricas serían
empujadas más allá de la mar, la verdad primaría sobre la mentira, desempeñaríamos
la justa misión del hermano mayor para con Hispanoamérica, ...
adelante, siempre adelante... pero subes a casa al caer el fresco de la noche,
duermes y, llegada la mañana, abajo en la plaza están los de siempre,
vendedores de miseria revestida de llamativo papel de colores, lazo y pegatina
de "otro Mundo es posible", incluida.
Todo vuelve a la normalidad, y los sueños se esfuman, el
Gobierno acelera la metástasis mortal que ha de acabar con todo -todo un experto en ello- y el demiurgo, recostado en su tela, teje y teje el sinfín
de cortafuegos que van encarrilando el tránsito de las ovejas en su lento pasar
rumbo a la antesala del matadero.
Hace cuatro años soñamos. El de aquella noche, pero, ha de
quedar siempre en mi recuerdo, y no por sus diferencias con las alucinaciones que
me asaltan la psique durante el día, sino porque aquella noche perdí a Charo
para no volver a verla nunca más.
Según me dijeron, sigue ahí abajo.
4 comentarios:
Hace cuatro años, como bien dices, aquel tipo nos engañó a todos.
Nos llevaron al huerto,y ahora algunos desean hasta repetir,manda huevo,saludos,
Los años pasan, don Javier, y las mentiras siguen frescas como flores, siempre en la boca de todo aspirante a líder que se precie.
Un saludo.
La revolución sigue pendiente, Agustín, y así permanecerá hasta que triunfe la utopía en la que vive mucha gente y que les hace creer cosas que se demuestran imposibles.
Un saludo.
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