La primera vez que leí la placa que abre este informe
secreto, una tarde en la que bajaba escalones de tres en tres, emocionado,
rumbo a la selva en la que crecí, fue suficiente para que las palabras quedaran
grabadas en mi mente.
Paracaidistas... riesgo... infiltración en la retaguardia
enemiga... desperta ferro...
Seguí corriendo transcurrido un segundo que se hizo
eterno y lastimoso, huida la ensoñación momentánea: ¿brigada paracaidista? ¡Qué
quimera! Apenas tenemos para doce trajes mimetizados, dos mudas de ropa
interior por cabeza y seis viejos fusiles de madera que, imitando las tácticas
del Ejército Rojo durante la defensa de Stalingrado, esperamos recoger del
suelo una vez caído de los brazos del camarada muerto. Valor, vosotros sois muestra de ello, no nos falta... pero
de nada sirve la valentía si se salta de un A300M sin paracaídas.
Quizá en un mañana no muy lejano...
Como decía, estas divagaciones me asaltaron aquel primer día,
siendo apenas un chaval imberbe. Todo lo creía, todo amor era eterno, los
hombres inmortales. Como cantamos en el Cuartel, pero, hoy los tiempos han
cambiado, y el sentido primigenio de la leyenda se ve ofuscado por otra
imagen más tétrica y desasosegante que cobra fuerza y brío con cada día
transcurrido desde que Don Tella zarandeara mi masa gris: el agente de la KGB
no se refería a los "paracaidistas" cuya bandera añorábamos
tener entre los muros del Ejército de los 12 Monos, sino que el topo, en
mente, tenía a los políticos tránsfugas, ésos que hoy están aquí y mañana, fumándose
el puro de Groucho, berrean por distintos parajes dándoselas de socios
fundadores del invento. Algunas personas coleccionan tarjetas de crédito, otras
carnés políticos, y según sea el rostro pálido que les pide cuentas, sacan el
de la diestra o la siniestra, arriba o abajo, chicha y limoná... y tan
panchos, que para eso son políticos, indispensables, garantes de toda
estabilidad y democracia, amén. Si paseas por la calle con tus hijos puedes
encontrarlos defendiendo el aborto de la gallina, si bajas a la playa a contar
almejas tropezarás con ellos mientras defienden la reproducción asistida de los
delfines, en la cola del supermercado te hablarán de la sangría fiscal, y, si
frecuentas las discotecas vestido de veintiún botones, como moscas acudirán a ti armados
con su mejor dialéctica socialdemócrata de igualdad, dignidad y progreso. ¿Rubia
de bote chocho morenote? Sí, son ellos.
Hete aquí los "paracas" de los que hablaba
el de la Lubianka.
Se abrió un claro entre las nubes, hemos vuelto a ver el
Sol... Todo es claro cristalino, ahora. Se refería a los amorales, el agente de
la KGB, cuando hablaba tan amistosamente a los sufridos paracaidistas de la gran mascarada del Teatro de los Sueños,
casi temblándole la voz, emocionado... no, chicos, va, no os perdáis,
recordad cuál es el camino, hijos... aunque sabe que sus palabras se perderán
en el éter. Los paracas de la política son ángeles caídos, él lo ha visto. Él,
que todo lo ve, a quien nada pasa inadvertido, sabe a ciencia cierta que estas
ovejas crecieron temerarias, irreverentes, profanas, y nada las hará cambiar.
Fueron entrenados para ello durante largos años de servidumbre. Han probado los
jugos del lado oscuro, se bañaron en las fuentes del relativismo, van dos pasos
por delante del conjunto del rebaño, que aguarda hipnotizado ante las
posibilidades que éstos abren con su ejemplo. Son los paladines del "otro
Mundo es posible" y la neolengua futura, esa que ha de llamar al día
noche y a la rata nauseabunda con alzacuellos, corbata de monopolio y concejalía
de cuarto y mitad de pechuga, valiente ciudadano español al servicio del Régimen.
Monos, aquí, de estos "paracaidistas",
no queremos ni uno. Guardaos bien de ellos.
De los otros, los de negra boina, todos.
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Uno de las cursivas es de Robe. A dios lo que es de dios, y al césar...
4 comentarios:
Gracias por citarme pero esa idea es tan común ya que muchísima gente percibe a esos paracas del transfuguismo. Y que cada día son más abundantes.
Fíjate, Don Herep, hoy he leído que varios de los más destacados candidatos de primera fila de CIUDADSNOS, llevan años presentándose a elecciones por FALANGE ESPAÑOLA.
Les da lo mismo José Antonio Primo de Rivera que ALBERT RIBERA.
Los paracas fetén estaban hasta hace poco junto a mi casa, escuchaba el izado de bandera y hasta inundaban el cielo de vez en cuando con su presencia después de saltar del Chinook, aunque ahora se hayan ido a Paracuellos a unas instalaciones mejores y más nuevas aquí siguen siendo un referente.
De los otros paracas me temo que hablaremos a menudo y no por cubrirse de gloria precisamente.
Hay que llenar listas, querido Javier, y cuando las cosas se hacen precipitadamente, el que sueña vivir de la ubre a modo y semejanza de sus superiores acude a toda velocidad. No hay filtros que valgan, siempre habrá quien ha dicho esto, pensó aquello, y en una sociedad como la nuestra, corroída de envidia, poco importa la verdad o la mentira.
El barco se hunda, no hay suficientes salvavidas para todos y, caso curioso, las ratas no huyen: hacen méritos para copar los asientos de los botes.
Un abrazo, don Javier.
Mucho me temo que llevas razón, Maribeluca. Veremos tantos "paracaidistas" que acabarán por cubrir el Sol. Es un trabajo de moda, bien pagado y con posibilidad de ascenso rápido. Deberías ver cómo corren a apuntarse por las calles del pueblo.
Parece que regalen caramelos.
Ojalá hubiera vivido donde tu vives y me hubiera despertado viendo el espectáculo de los saltos, Maribeluca.
Un abrazo.
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