Algo he mejorado, veréis...
... la noche primera de los tiempos, cuando todavía brindábamos tras iniciar la aventura clandestina de nuestra milicia, nos atrevimos a
cruzar la delgada línea de la cantina y, bien limpios y aseados, nos dispusimos a meter las manos en la masa. Ha pasado un suspiro, pero aquí
estamos, otra vez pulcros y dispuestos a dar testimonio de la mejoría de mis artes
culinarias.
La receta no se verá alterada ya que algunas mentes
malintencionadas podrían utilizar la argucia como argumento para invalidar la
demostración de mis progresos, pero me he visto obligado a sustituir varios
ingredientes por estar fuera de temporada. Dicho lo cual, Monos, disfrutad con
la vuelta a nuestros fogones de un manjar exquisito, digno de los mejores
paladares de la aristocracia senatorial que nos lidera. Hete aquí, ante
ustedes, señoras y caballeros...
el Faisán
.... o, mejor, el Faisán a la Rub-Al-Quaeba
deconstruido a la salsa de Brey.
Ingredientes
· Faisán salvaje
· 200gr. de políticos traidores
· 300gr. de manipulación informativa
· 3 o 4 cucharaditas policía corrupta
· ...
· ...
Básicamente, los mismos. Importante que éste sea autóctono,
castizo, de nuestros montes. Utilizar un faisán foráneo invalidaría la opereta.
Son de carne más dura, más insípida, mucho más difícil de tragar por los gaznates
de la población. Las bestias ibéricas son mucho más suaves de digerir. Se diría
que entran solas.
Una vez hemos extraído las vísceras, hecho el sofrito de políticos
y policía corrupta, la mezcolanza entre la cabeza terrorista y la manipulación
informativa y han pasado los tres añitos de chup-chup en el horno
convencional junto a las especias, sacamos la cazuela de barro y la colocamos sobre la encimera de
acero inoxidable y... llegó el momento, pinches... damos inicio a la deconstrucción a lo
Brey, con su peculiar salsa mágica.
Primero, un cuchillo fino, afilado como un bisturí, con el que
cortaremos el faisán en gruesas lonchas, una detrás de otra, como haría el ebanista
puliendo aristas, diluyendo las tensiones nerviosas de la carne... piano,
piano... intentando suavizar crispaciones. Una vez fileteado lo que fue, ayer,
un auténtico faisán español, procederemos a impregnar la carne con el primer
brebaje de la salsa de Brey: un caldo de políticos amnésicos, de fácil
adquisición en cualquier establecimiento alimenticio al módico precio de 50 céntimos el hectolitro.
¡No hay nada más barato que un político amnésico! Pero tened cuidado que la
tendera no os dé traidores creyéndose que os vende amnésicos. Es fácil errar de
tanto que se asemejan. Los echamos a una olla... los valencianos, los
catalanes, los andaluces y, cómo no, los gallegos... y aunque la mezcla parezca
un batiburrillo de colores y sabores, háganme caso: cuando se mezclan todos
bien picaditos y se ponen al fuego, las peculiaridades de cada uno desaparecen,
convirtiéndose el caldo en un mejunje soso e insípido, pero indispensable en
toda salsa de Brey que se precie.
Cogemos las lonchas de faisán, las impregnamos con el líquido
viscoso, dejamos que reposen el tiempo justo para que se filtre bien la insulsa
desidia de los políticos traidores con la memoria selectiva de los políticos olvidadizos
y, transcurridos escasos diez segundos, cogemos el cuchillo y volvemos a
filetear. Otra vez. Limpiar y limpiar aristas, a diestra y siniestra, todo bien
pulido y pulcro.
Con las lonchas resultantes, del grosor de las galletas que
mojamos en la leche, haremos una operación muy parecida a la anterior, pero esta vez serán 25gr. de
manipulación informativa D.O. Montes de Diego los que bañarán al faisán.
Brebaje excelente, único, nacido en lo más profundo del valle que envuelven los
montes que dan nombre a la sierra, allí donde habita el negocio, con su sutil
gusto de "donde dije digo, digo Diego". ¡Oh, qué descubrimiento ver
el vaivén de sabores!
Mojar, mojar, mojar... y, después de otros diez segundos
escasos de reposo sobre la encimera de acero inoxidable, la galleta de lo que
fue, ayer, un esbelto faisán autóctono español, quedará embadurnada del sabroso
velo de la tergiversación y el escamoteo periodístico, saturando, el divino
gusto del dinero, la delicada textura de la carne pía, según dictan los cánones de la salsa que encumbró Brey,
el Ché(ff).
Y llegamos al último paso, inquebrantable, en el cual vuelve a tomar protagonismo el cuchillo afilado. Él y, como secundario, yo que lo empuño con pulso firme, imprescindible para filetear el faisán, esta
vez, buscando un grosor no mayor que el del papel de arroz con el que los chavales
del parque se lían sus cigarrillos de la risa. Fino, fino, finísimo, rozando la
translucidez de los peces que viven en las profundidades de la Antártida.
Agarrándolo con pinzas quirúrgicas, directos a la última
solución, la del aguachirle judicial, que absorberá la esencia última de lo que fue,
ayer, un auténtico faisán español de pura cepa, hasta hacerla desaparecer una
vez disuelto el pajarraco en la última estación de la receta que responde al nombre, escrito con letras de oro en la
Historia de España, de "deconstrucción a la salsa de Brey".
Rápidamente se emplata en una batea, presentamos al cliente
e invitamos a que remueva como un inocente buscador de oro de Alaska, atento a
disfrutar de la deconstrucción.
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¿Qué? Mejoré, ¿verdad?
A
ver cuándo me dan una estrella Michelín o, mejor, una medalla pensionada de Interior.
1 comentario:
Conozco a algunos de los "ingredientes" de ese plato y son para cocinarlos con aguarrás en vez de aceite.
El dueño del "Faisán" era un conocido delincuente contrabandista y maloso. Ya murió. El qie iba a hacer de intermediario, GORKA AGUIRRE, era unos los más más altos jerifaltes del PNV, yerno del intocable Retolaza, y jefe de las relaciones peneuveras con los etarras.
Los policias chivatos eran unos simples mandados de Rubal.
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