Eran las 03:39h. cuando dieron paso a la llamada. La apatía
me tenía atenazado tras medio programa con el teléfono mudo, razón por la que cuando se encendió el piloto rojo, sorprendido, miré el reloj.
- Buenas noches, ¿con quién hablo?
Al otro lado de las ondas una voz suave pero segura, de
mujer, armónica y dulce, enamoradiza, resonó en mis auriculares, clara y firme.
El hastío se esfumó al instante y me desperecé, dispuesto a escuchar la historia
que esta oyente misteriosa estaba a punto de revelar a la audiencia. El mío es un programa en el que anónimos llaman, de
madrugada, buscando una luna que, probablemente, no exista. Somos todos oídos que escuchan,
sea lo que sea, como borrachos noctámbulos que miran con ojos cristalinos
aferrados a las farolas de las avenidas de la gran ciudad.
- Buenas noches, Herep. Ante todo agradecerte que estés
ahí, escu...
- Bla, bla, bla... Estamos aquí para esto, amiga. Somos navegantes nocturnos. No debes agradecer nada. Estas entre amigos...ehhhh...
- Verónica, disculpa.
Se llamaba Verónica. En pocas palabras nos explicó que vivía
en... perdón, no lo recuerdo... y que trabajaba en una importante cadena de
supermercados, de encargada o algo así. Joven, treinta años, casada desde hacía
cinco años con un hombre maravilloso, moderno, de los que lavan los platos
después de la cena y compran y usan guantes cuando hacen el retrete y se depilan
las cejas y los domingos, después de llevarla de vermú con los amigotes en el
nuevo bar del Paseo Marítimo, encarga pollo al horno para que "su
princesa" no tenga que preocuparse por la comida. Una joya, vamos... pero Verónica luchaba en otra batalla.
- ... me puede la presión, Herep, no sé si me explico bien. "Cari"
y yo tenemos una hija, Fátima, con Síndrome de Down (DS), y es un SOL de niña,
mi vida toda... y mi sangre y mi alma estrujaría y prensaría con mis manos como un papel viejo que
chuto hasta el infinito si con ello haga que mi pequeña sonría, aunque ella siempre ríe y sus
ojos son la luz que ilumina mis días. Nada me hace más feliz, Herep. La AMO...
así, con todas las letras que tiene el amor.
- Me rebosa el corazón escuchándote, Verónica.
Imagino que será difícil.
Y lo es, como bien explicó la misteriosa voz venida allende
las ondas electromagnéticas, a altas horas de la madrugada, un jueves
cualquiera de mitades de un Marzo que mayea, pues la Gran Ramera que es la sociedad no está para anomalías que frenen el ritmo salvaje de la segunda acepción del "carpe diem" vanguardista, tan ajeno a aquél que discutían los antiguos sabios.
- Pero esas pequeñas trabas están superadas, Herep. Mi lucha
es otra, desde hará un tiempo, pagando abogados, haciendo entrevistas en los
medios de comunicación que se interesan en nuestro caso, enviando cartas y
solicitando apoyos...
- ¿Y eso, amiga?
- Todo para que la Real Academia de la Lengua Española deje
de señalar como "mongolos" o "enfermos" a quienes padecen Síndrome
de Down. Mi hija no es subnormal, no padece "mongolismo" ni se le cae
la baba mientras se chupa el dedo. No veo razón por la que el diccionario tenga
que definirla así, con palabras tan oscuras e inquisitoriales que bien podría
decirse que estamos viviendo en épocas pasadas, ¿no crees, Herep?
Ahí, por el bien de mi trabajo, debí morderme la lengua, pero
no lo hice... ¿qué más puedo decir? ¡Idiota que es uno!
- Mujer... Verónica... lo tuyo es loable, sí. Eres una madre
coraje, y tu lucha y sacrificio por el bien de tu hija es digno del más grande
de los presentes. Te estás ganando el cielo. No imagino qué angustia
debe apoderarse de tu corazón cuando Fátima sale por la puerta de tu casa, pero
sí puedo imaginar el gozo del retorno, el abrazo, el beso de buenas noches
cuando tu tesoro descansa, inocente, el sueño de los niños.... pero... lo considero un esfuerzo estéril. Antes de que
llegue el invierno, la RAE se reunirá en junta extraordinaria y, entre
langostinos, cochinillo al horno y buen vino, darán carpetazo a la controversia
cambiando el sentido de las palabras. Otro paso más hacia la
"neolengua" del nuevo Hombre, esa que insinúa lo que no se entiende pero dice lo que
nadie ve, tornándolo todo un galimatías de relativismo lingüístico imposible de desentrañar.
- No entiendo.
- En pocas palabras, lo conseguirás, y será un éxito, te
sentirás feliz gracias a la victoria lograda. El "cari", la pequeña y tú bailaréis
y cantaréis llenos de dicha, lo intuyo, pero todo ese esfuerzo que has
derrochado en esta contienda podría haber sido empleado en una batalla mayor,
magna, que te habría labrado un nombre para la posteridad en esta ciénaga en la
que ha acabado convirtiéndose la Humanidad, pues tú mejor que nadie, madre, podrías haber mostrado
al mundo el ejemplo de tu pequeña Fátima, un ser humano tocado por la gracia de
un dios que la hizo diferente, pero doblemente humana y viva, capaz de amar y emocionarse
ante los actos de Vida que se representan en el Gran Teatro de los Sueños.
Fátima como ejemplo de superación.
Fátima como ejemplo de futuro.
Fátima como respuesta a todos aquellos que corren a
abortar la anormalidad que ha quedado reflejada en la ecografía de control,
condena para aterrados padres, víctimas de las frías corrientes que traen los helados vientos de estos últimos tiempos donde todo aquello que salga de lo corriente, por mucho que diga y haga el diccionario de uso común, es desechado en el pulcro contenedor de la materia biológica reciclable.
Esa lucha, Verónica, es la necesaria.
2 comentarios:
El otro día atendí a una NoVerónica que según decían, la clínica incitaba a realizar las "caras" pruebas de la aminio ... no quiero imaginar las técnicas agresivas de ventas que corren por allí.
Esas técnicas de venta dejan en un juego de niños las prácticas de los tiburones de Wall Street, tomae.
Un saludo.
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