Querido Tania,
He tenido noticias de lo tuyo. No daba crédito, te lo
prometo. Te parecerá curioso, pero el viernes pasado quedé con Rita,
¿recuerdas? -Rita, la chica con la que compartimos piso en segundo de Derecho-
y estuvimos hablando un buen rato de ti y aquellas noches en La Tasca, bebiendo
tablas de chupitos gratis a cuenta de los camareros y Juana, la madurita a la
que le hacían tilín mis huesos universitarios. Un guiño, un número inventado
apuntado con carmín en la servilleta y, ¡voilà!, otra ronda entre pecho y
espalda. ¡Cómo nos poníamos, rubia!
Nos reímos un montón, rubia, y fumamos un polen de aquí te
espero, traído directamente del Rif por un servidor. Ojalá hubieses estado aquí.
Carlos, el chaval del pub, me mencionó algo, un rumor que
había escuchado en la radio rumbo al trabajo, pero no le dimos mucha
importancia. ¡Ya sabes cuán morboso es el lumpen! Saltas a la fama, eres un
poquito mona e inteligente y, sin comerlo ni beberlo, mil hienas te asaltan la
yugular. Incluso sin ser guapa o inteligente, como despidas el perfume del éxito,
date por devorada. No es la rotación quien mueve la Tierra alrededor de su eje,
sino la fuerza de la envidia, chica, tú lo sabes bien.
Pero las palabras del Domingo, vuestro mensaje conjunto...
supongo que último... corto, escueto, directo... No había duda: lo vuestro se
ha roto, y mira que lo siento, Tania. Muchísimo. No recuerdo cuánto tiempo
hace, pero sí tengo grabado a fuego el día en que os conocisteis los dos, en la
cafetería de la Complutense, horas antes de que acabara el semestre y saliéramos
pitando rumbo a Ibiza, a celebrar el "opening" cargados hasta
las trancas. ¡Joder si lo recuerdo! Estaba ahí, con su melena suelta a lo
Camilo Superstar cantando misa campesina, rollo Jesucristo el primer comunista,
y cuando pasamos a su lado levanta la mirada de hielo, aplaza por unos segundos
el chinchón y nos mira... perdona... te mira poniendo esos ojitos de buenazo,
esa mirada tan ensayada -años, nos confesaría tiempo después, años utilizándola
con las viejecitas de la escalera, a cinco duros el recado- para, moviendo
ligeramente las cejas, decir su...
- Yeu.
... contestando tú...
- Yea.
... marchándome yo solo a Ibiza. Cabrona. Me dejaste tirado,
pero sabes que no te guardo rencor, faltaría más. Son cosas que se perdonan
entre amigos... ¿porque seguimos siendo... amigos, ¿verdad?... y, ahora, seguramente estarás triste y decepcionada, pero el tiempo todo lo cura, Tania.
¡Que se joda, el Jesucristo de la coleta! Se le habrá subido el éxito a la
mollera, verás. Creerá, le petit Napoleon, que puede aspirar a alguna
supermodelo de piernas kilométricas y culo-posa-vasos. Todos los hombres somos
iguales, Tania... no saben apreciar lo que tienen hasta que lo han perdido,
hasta que lo han pisoteado y desgarrado como si el corazón fuese inútil
propaganda encontrada en el buzón. Luego vuelven. Siempre vuelven, con el rabo
entre las piernas, sollozando como nenas, olvidada la vergüenza y la hombría,
pidiendo perdón y dando mil excusas leídas minutos antes en el teletexto de algún
canal privado de los que pasan las 24h. del día dándole duro a las cartas del tarot.
Esta vez no deberás preocuparte. Yo estoy aquí, soy el mismo
de antes, con mis virtudes ocultas y mis vicios característicos, pero he
aprendido la lección, y en esta noche oscura que anuncia tormenta, vuelves a
mi... vuelve al negro, deja el rojo... y juro no volver a ser tan idiota como
para perderte una vez más.
Siempre tuyo,
K.
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NOTA. Back to black, de Amy, en la Sala X.
6 comentarios:
La Tania y sus romanticos amorios.Aunque lo de la ruptura sonaba a culebron mejicano,jejeje.Buena portada con la Amy Winehouse,esa si que tenia amores digno de una novela,salludos,
Les queda poco para el Sálvame jaja pero yo creo que se amigarán pronto si conviene...
Para mí que estos dos juntos van a iniciar la peregrinación del Camino de Santiago y en sandalias. Terminarán hechos un kristo pero contentos.
Toda una vida digna de una novela, Agustín, podría hacerse con el corto tránsito de la gran Amy. La Tania y su Romeo, en cambio, no llegan ni a culebrón venezolano de sobremesa.
Faltaría más. Si la "patria" lo necesita, una pinza en la nariz y vuelta al hogar, dulce hogar, Maribeluca.
El amor tampoco es lo que era.
Un abrazo.
Espero que sus quince minutos de fama no duren más que eso, apenas un cuarto de hora. Más tiempo en el candelero puede ser contraproducente. Se empieza dejando a la parienta, y se acaba...
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