De pequeño, rumbo a la ermita del pueblo, cantábamos una
canción que se ha quedado impregnada en mi memoria. Decía tal que así: la merda
de la muntanya fa pudor, encara que la remenis amb un bastó... o, lo que viene
a ser lo mismo en español cervantino, la bazofia... la náusea crónica... por
mucho que la desparrames a puntapiés, siempre está ahí... con su hedor tóxico,
peculiar, adscrito al ADN de la hez desde el día primero de los tiempos.
Hoy, el motivo viene a lomos de la última ley contra el
terrorismo, yihadista, que en esta España ultramoderna, para demostrar nuestro
supino grado democrático, nos vamos dotando de leyes especificas
para cada tipo de terrorismo a medida que estos van despuntando, adecuándolas según
sean las características y el modus vivendi u operandi. Mezclar terroristas simpáticos
con terroristas antipáticos rozaría la prevaricación, que dirían nuestros
padres fundadores. Siempre fieles, nuestros líderes...
Varias cosas: una, cómica, observar qué grande es nuestro
Congreso: viendo los asientos vacíos ante la "ley histórica", podemos
decir que sobran tres cuartas partes de madriguera institucional; la otra
reflexión, más jugosa, viene de la mano de...
... la prisión permanente revisable...
... ese engendro extraño, ni chicha ni limoná, que viene a explicársenos
como una condena de prisión prolongada... prolongada... prolongaaaaaaaaada en
el tiempo... que, ¡voilá!, tiene la peculiaridad de poder finar el magnífico día
en el que las gallinas bailen flamenco al son de Camarón o, con mayor certeza,
cuando el color del Gobierno cambie de tono y, con él, la dirección del viento
de los bufidos soporíferos de la moribunda Chirigota Española, s.l. Centrismo,
capital Transición. ¿Quién dijo miedo, lumpen? Así que a callar. Ya tenéis
prisión permanente revisable. Otra majadería "revisable" más para la
colección. Tenemos recibo de la luz revisable, monárquicas facturas falsas
aceptadas por Hacienda revisables, testamentos de Honorables revisables, primarias
revisables, despidos de tesoreros revisables y, ahora, condenas revisables.
Adelante, siempre adelante.
La moderna inexistencia del Mal requiere una nueva búsqueda
cuya culminación debe mostrarnos el causante de todas las desgracias que sufre la humanidad en su inmensa totalidad multicultural, marchita por las envidias
materiales, el latrocinio, el descaro y la pillería explotadora, panacea de los
ricos e infierno de los míseros, los desamparados, los pobres diablos que roban
en una gasolinera de extrarradio a punta de destornillador, defraudan al Estado miles de trillones o le meten una bomba lapa a un funcionario de
prisiones español o no-español, pero judeocristiano de cualquier rincón del
mundo mundial... y las pesquisas, certificadas por toda la panda de ratas útiles
del "otro mundo es posible", vienen a señalar, como causante primigenio
de la lacra del Hombre, a la sociedad occidental liberal que pisan nuestros
pies. Es por ella que toda acción es susceptible de adquirir una causa política
chachi-piruli, una justificación impresa en el pasaporte del pobre subsahariano
que nació en una chabola usurpadora de toda posibilidad de ir a la Complutense,
una afrenta a los derechos universales del hombre escritos con tinta de bolígrafo
sobre papel que arde a 451 grados Fahrenheit...
El culpable, pues, no es el delincuente, sino las
circunstancias. La cárcel, entonces, no debe entenderse como un castigo, más
bien como un nuevo volver a empezar, un período de reeducación... un lavado,
secado y planchado del nuevo hombre que ha de conquistar el nuevo mundo...
limpio, fresco, viento nuevo que trae fragancias de lavanda...
Pero, como decíamos antes, por mucho que la remuevas con un
palo...
2 comentarios:
Que manera de querer vestir al santo,y todo por no llamar a las cosas por su nombre.La cadena perpetua es un castigo leve para tanto terroristas que campan por ahi.Claro para los socialistas de cinco tenedores,el delicuente o terrorista es un producto del Sistema,no jodamos por favor,saludos,
La característica principal de nuestro tiempo es que las palabras han perdido gran parte de su significado envueltas en un maremágnum de relativismo y corrección política.
La cadena perpetua no es cadena perpetua, y el comunismo es sinónimo de libertad y progreso.
Luego nos extraña cómo nos luce el pelo, Agustín.
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