Yo tenía un sueño de España… pero ese sueño murió hace tiempo. El que me acunará esta noche, será mejor. Mi guía en los Años Oscuros. Y vivirá por siempre jamás. Ej12Ms

10 dic 2014

Autopista al infierno


Los chicos, atrás, ven a la princesita esa de la larga melena descolgarse de su torreón en busca del príncipe azul, desenchufados a través de los auriculares, pero Berta... ella... siempre me hace lo mismo: no llegamos a los tres cuartos de hora de viaje que ya está acurrucada en el asiento, descalza, durmiendo el séptimo sueño.

Los AC/DC suenan en la radio. Subo el volumen, acelerando, venciendo a la recién llegada monotonía al volante, cosa peligrosa, y más con niños inocentes que ven películas de princesas que transforman ranas a besos. Berta sigue durmiendo, quizá soñándose en algún viejo festival de fin de semana.

Pasan las costas del Garraf. Pasa Sant Adriá del Besós, adiós. Llega el riff de guitarra. Pie en chapa. El monovolumen al máximo... no más de 100km/h... pero vibra tanto que parece que pilote un kart, curva contracurva.

Me tocan el hombro.

- Papá -. Es Paula. Aflojo.
- Dime, cariño.
- Te ha adelantado el Rey.
- ¿Qué Rey?
- El de España.
- Amor, los reyes no conducen... y menos por la autopista.
- Este conduce, y de copiloto iba el hombre malo. Ese al que no dejas salir en TV.

Arturo Mas. El coco, Paula lo sabe bien.

- No puede ser, corazón.
- Bueno -dice la niña, y se vuele a desenchufar viendo la princesa de fresa.

Subo el volumen y le doy de nuevo a la canción. Acelero. ¿Será verdad? La pequeña conoce a Felipe, sí. Está en esa edad inocente en la que se cree en cuentos de hadas y finales felices, y un rey, aunque sea de carne y hueso, siempre es un rey. Si dice que era él...

115 km/h. Lo estoy dando todo, va.

Paso una Nissan con un rótulo de pinturas; dejo atrás varios camiones y un cisterna de nitrógeno líquido. Me viene a la cabeza la escena de Terminator2 y me digo que voy sólo en la Picasso, ahora convertida en un bólido con misiles y camuflaje digital. ¡Hágase la batería, cabrones!, y voy dejando atrás varios coches más hasta que delante aparece un Seat con una matrícula poco habitual, indefinida, falsaria. Debe ser él, pongo la mano en el fuego. Veremos.

Un empujoncito más. Ya llego... va, va, va, coño.... Sí, sí, ¿sí? ¿Son, son? No veo bien...

Bocinazo al canto, he estado ágil.

Tres rostros se giran al unísono, mecánicos, muescas de un mismo engranaje que ahora se muestra en toda su magnitud, a plena luz del día, en la autopista hacia... hacia... Me miran y sus ojos se clavan en mi persona. Soria, el Menchevique y su Majestad Pipiolo, ay que me duele la cabeza. Siguen mirándome, pero yo aparto los sables láser que son mis ojos, derrotado en tan desigual, y singular, envite.

La princesa le canta a los niños, Berta sigue dando botes en algún escenario de mediodía, y yo, ahora sí, acelero y acelero y acelero. Malditos hideputas, me digo. Maldito Teatro de los Sueños, grito. ¿Cuándo se hará la Tormenta?


4 comentarios:

Maribeluca dijo...

Qué se le va a hacer, es rey incluso del Mastuerzo y noblesse obliga o como se diga, pero qué penita que no abrieran la portezuela al pasar por el punto limpio...

Saludos.

Diógenes de la Cueva dijo...

YA QUE LOS TENÍA USTED A MANO, AMIGO HEREP, BIEN PODRÍA HABERLOS ECHADO DE LA CARRETERA. EL FAVOR HABRÍA SIDO ENORME.
UN CORDIAL SALUDO.

M...

Herep dijo...

Abriera la puerta y le diera un empujón justo coger la curva siete de la carretera de la Costa de Garraf, esa tan cerrada y que da tanto miedito...
Habría sido un final épico, sí. Mejor que el de real servidumbre.

Un abrazo, Maribeluca.

Herep dijo...

Bienvenido, Olímpico.
No volverá a pasar. Si tengo la (mala) suerte de volverme a cruzar con ellos, le aseguro que no me reprimiré y daré la embestida que la situación requería.

Un saludol