Insulta, que algo queda, chaval...
Últimamente, la palabreja está en boca de todos, sea
mediante expresión coloquial o en su versión culta. Gruesos, insignificantes,
duros, crueles, vacuos... insultos, insultos y más insultos. ¿Discutes con un
adversario sin argumentos? Insulto. ¿Te queda bien esa camiseta que está
rebajada al 30% en los grandes almacenes? Insulto. ¿Ha acabado con el periódico?
¡No, gilipollas, tómese el café y calle! ¿El último de la cola? Su santísima
madre, inútil...
... y por doquier suenan palabras soeces con la naturalidad
de un "buenos días" cualquiera.
En boca de todos, esta primera semana del mes postrero, un
nuevo hábitat del insulto que, a simple vista, parecía haber pasado inadvertido
a toda la brigada de la corrección política que campea por estas tierras
desvencijadas de lo que un día fue España. Hoy, el ojo de la opinión pública
está fijo en el fútbol, cómo no, y los insultitos que la plebe, desde su grada
pagada mediante abono abusivo (pero libre), lanza a los gladiadores modernos,
mucho más listos que sus antecesores romanos clásicos, que morían y apenas
cobraban otra cosa que no fuera carne rancia y barata. Son palabras arrojadas desde la grada contra gladiadores o césares por igual, que ya se ha demostrado mediante metodología
científica que el aficionado, cuando insulta, insulta como nadie... a diestro y
siniestro, arriba o abajo, sea este rico o pobre. Se blasfema contra el chulo
del equipo contrario, el desgraciado que viste de negro, el político que recibió
el traje de saliva en la cadena pública o el vecino del cuarto al que el esfuerzo
de sus brazos le reportó una segunda residencia en primera línea de playa.
Y abundan más que nadie, eso sí, quienes insultan transcurrido el período de 08:00h a 17:00h., justo acabar la jornada laboral en la que destacan por defender, y proteger, aquello que ahora recibe los espumarajos de odio que acompaña las palabras, como demuestran las vejaciones que reciben ciertas mujeres a las que no ampara la doctrina "feminazi"
de nuestra sociedad, sean juezas, periodistas, deportistas o meras esposas. No
ser pregonero de las bondades de la discriminación positiva tiene sus riesgos,
y ellas lo pagan en carne propia. Poco agraciadas o débiles de espíritu, sucumben a la grosería de
hombres y mujeres corroídos por la envidia, ese deporte nacional español.
Muchas, cohibidas, se hacen arreglos dispuestas a ganarse las
puertas del cielo de los "molones de la clase" sin saber que los
guapos... los acicalados mediante el bisturí... son, de todos nosotros, los más
raros y débiles.
Mente grande puede a mente pequeña.
Tú puedes andar por la calle y tropezar, en cada esquina,
con cien paraditas de oenegés que trabajan por este o aquel sueño utópico que
nos predispondrá a cogernos de las manos y, en fila india, ir dando saltitos en
una secuencia típica e idílica de una película de los años dorados del Séptimo
Arte. Cuando acabe la música, eso sí, prepárese para el escarnio sectario
cargado de prejuicios: usted no es de los nuestros... este blanco lechoso se
ha colado... los españoles al final de la cola... magistrada, cerda, ¡no se
mofe de nosotros!... y así hasta el infinito, insulto a insulto, el
inocente observador va comprobando como lo importante no es insultar, sino a
quién van dirigidas las perlas dialécticas de los lúcidos. Ayer, sin ir más
lejos, la purria periodística venía cargadita con los últimos coletazos de la
moralina española de la nueva era... esa en la que se corre presto a expulsar,
criminalizar, denigrar, condenar y ajusticiar en la hoguera al pobre desgraciado
que, abono en el bolsillo, quema su desesperación diaria ciscándose en los
muertos del futbolista, el artista invitado o el chupóptero a nómina del Estado.
Los perros que defienden al Amo, pero, no pueden permitir tamaña falta de respeto
al Régimen que les tiene en nómina... éste sí 24 horas al día, 7 días a la semana, 52 al
año... a tiempo completo, siempre en primera línea de defensa, firmes ante
cualquier ataque frontal a la corrección política que se enerva cuando se la
menta, pero que calla como una ramera sumisa cuando la ofensa tiene como objetivo la Nación y lo que ella representa, sea por boca de una rata vestida de Armani venida a más, o mediante
50.000 silbatos que defecan sobre los símbolos y las convicciones de quienes
antaño formaban los invencibles Tercios españoles.
Los insultos, como todo en este país que se escurre entre
los dedos, también dependen del cristal con el que se mire.
3 comentarios:
Es que los 14 años del Felipato más los 8 del Zapatazo han erradicado la buena educaición y los modales la gente común.
Antes de eso llamar "fijodeputa" a alguien era causa de bofetadas, y de marginación del que hablaba así.
Ahora es hasta un modo de saludo usar palabrones o tacos y es por que se creen algunos que realizan un enorme acto INFRACTOR. Y eso mola.
Los propios profes de los coles hablan así y las niñas de 8 años sueltan un "cojones" o un "hostia" (en colegios privados) como si dijeran "hace buen tiempo" sin más importancia.
Doy fe del lenguaje de los niños, Javier. No escapan ni los grandes centros de la orden, donde las palabras soeces son el pan nuestro de cada día entre niños de apenas diez años.
También el lenguaje y la comprensión están rodando cuesta abajo en esta involución que sufre el país.
Sálvese quien pueda.
Un abrazo. Feliz fin de semana.
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