Chirigota Española, s.l. también duerme.
Tras las eternas y agotadoras jornadas de escarnio de
la rutina diaria, con sus manipulaciones informativas, los cortejos cortesanos
y la relativización moral de todo lo bañado por el abrasador sol peninsular, va
España y, derrotada, se deja caer en el
camastro de paja que el atento servicio le tiene preparado en lo más oscuro y
húmedo del pajar en el que habita…
… junto al inmisericorde olvido.
Todo preparado, todo dispuesto, con el orinal
maloliente al alcance de la mano, de porcelana amarillenta, justo al lado del
almohadón duro como una roca que le regalaron allá por su aniversario, después
de organizar la más grande fiesta habida y por haber, aquelarre de fascinerosos
y demás gente de buen vivir y mejor comer. Fiesta triste, eso sí, a pesar de
las sonrisas irónicas que los comensales dibujaban en sus semblantes, al tiempo
que disfrutaban de excelentes caldos y alucinantes sustancias, casi todas
prohibidas a la plebe pero al alcance de las manos de aquellos que caminan con
abultadas carteras ministeriales, haciendo y deshaciendo leyes con ese arte que
Dios, allá en su infinita inocencia, les dio.
Ultrajada, ahora descansa un sueño ligero, atenta al
más mínimo roce, angustiada ante esa mano que, ufana y soberbia, se cuela entre
las sábanas para sobar esos muslos indefensos de una Patria que no es más, a
los ojos de las ratas que la subyugan, que un pedazo de carne barata con el que
satisfacen sus más bajos instintos, que en ellos son todos.
La violación, esta noche… el ultraje, la felonía, la
náusea… viene en forma de pergaminos, que no billete ni papel moneda. Simplemente,
pergaminos, documentos y papeles también reservados para las transacciones
ensobradas de las que tanto abundan en estos tiempos modernos, donde todo
sucede siempre bajo las más exquisitas mantelerías y donde los sujetos que las
protagonizan adquieren cierto aroma a aceite, pringue y sudor rancio de cacique
de barraca.
Algo huele
podrido… y todos sabemos quién ha sido.
Mariano, el Iluminado, llegada la oscura y
tenebrosa noche, enciende, allá por donde pasa, un brillo insano, de
culpabilidad y perversión, en un claro antagonismo al dulce y simpático brillo
de la luciérnaga. El Iluminado, con su resplandor helado habitual de los
malos augurios, se desliza a través de las sombras, mientras España duerme,
intentando meter carnaza entre sus sábanas… primero un dedo, después la mano,
finalmente su diabólico rabo... obrando el milagro de la farsa con la
insufrible idea de, llegado el momento, desvirgar a la inocente que confió en
la nobleza de quien creyó galán pero no pasó de simple proxeneta.
De noche, mientras todos duermen el sueño de los
injustos, Mariano y su camada de santos varones, conseguido el tesoro de la
última de la vírgenes… prometer hasta meter… vuelve a vestirse con esos
ropajes tan suyos, mitad traición mitad decadencia, para mostrar al mundo su
verdadera cara. Rostro de triunfadores, tez de Casanova, jeta de rata con
largos bigotes y barba canosa… rata vieja que sobrevivió a mil plagas a fuerza
de pisar cuellos y morder al prójimo…
… cuando este se dejaba engañar viendo cómo el Iluminado,
y los suyos, cortejaban a la hoy desventurada España mediante honorables
palabras y corteses gestos. Días de vino y rosas en los que la pobre chica
lloraba de agradecimiento ante esa cohorte de paladines de la justicia y el
orden que le prometían el cielo en la tierra, asegurándole que antes morirían a
sus pies que no dejarla sola, a la suerte de los vientos salvajes venidos de
las tierras bárbaras.
Así decían… y así actuaban, convocando a las huestes
a manifestaciones, concentraciones y demás fiestas populares en las plazas de
los pueblos, en este caso Salamanca, donde organizaron una enorme barricada con
el fin de que la joven impoluta no viera cómo secuestraban sus archivos… sus
papeles de Salamanca… donde descansaba la información de los tiempos y las
costumbres pasadas. Sardinadas en la Plaza Mayor, cadenas silenciosas
envolviendo los edificios de los que tenían que salir los cofres preciosos, mil
y una noticias en los telediarios teledirigidos de turno, vigilias ante las
Instituciones… calles que cambiaban de nombre hoy, mañana y siempre… alcaldes
en armas, alcaldes de rodillas, alcaldes engordando a base de dietas…
Maquinaría que hoy, pasadas las mieles de la
juventud, se nos muestran en toda su cruda realidad. ¿Las promesas? Se las llevó
el viento, igual que los años... que pasan, como el cóndor. Los papeles siguen
saliendo y las protestas han sido acalladas, víctimas del Casanova de turno y
el ensueño que provocaron las palabras. El archivo se vacía, las hojas caen
cuando llega el Otoño, la belleza se marchita...
... y de noche, mientras la vida gira, todos duermen.
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