- Estoy aburrido, Marc.
- ¿Cómo? ¿Aburrido? ¡Ni se te ocurra, Pep! No vuelvas a
decir eso jamás. ¿Ya te has tomado el café de media mañana? ¿Te has leído el
Diari? Hoy vienen unas fichas coleccionables sobre el Tricentenari que son
dignas de enmarcar. Unos dibujos... unas comparativas... ¡Échale un ojo,
idiota!
- No, no... Si ya las he visto. No están mal, la verdad,
pero ya sabes que a mi esto de la historia no me va demasiado. Entiendo,
entiendo. Todo dependen de ella, sí, pero para eso estáis vosotros, eruditos,
que os pasáis el día hablando de esta batalla, aquella derrota, qué hicimos en
la antigüedad y qué haremos una vez seamos libres.
- Nadie te dice nada por eso, Pep. Sabemos que eres un espíritu
libre, pero es casi delictivo declararse aburrido teniendo las posibilidades
que tú tienes. Todo se abre ante ti, amigo.
- Muchas posibilidades, pero siempre son las mismas. Café
gratis, las charlas del desayuno, el vía crucis por las diferentes plantas del
Ayuntamiento... ahora arriba, ahora abajo... visitando a los compañeros Tesorería o los nuevos juguetes que traen de la Diputación.
- ¿Has pasado a ver la computadora nueva?
- Ayer, justo antes de marchar.
- Fuiste a ver a Montserrat, seguro. Confiesa. La porquería esa seguro
que fue la excusa.
- ¡Como si necesitáramos excusas para pasearnos a nuestro
antojo, Marc! No. Fui a ver el armatoste ese. De paso, eso sí, me acerqué a ver
cuántos botones de la blusa llevaba desabrochados la maciza de Montserrat.
- ¿Y?
- Nada. Llevaba suéter.
- Lástima. ¿Has bajado a ver a la nueva ordenanza?
- ¿Me tomas por tonto? Acudí el primero, en cuanto supe que
había carnaza fresca en el edificio. La he invitado a cenar en el Julianni,
pero ha rehusado. Según dice, está prometida, pero eso no es problema para mi.
- Para nosotros, cabrón.
- Eh... Claro, claro. Para nosotros, dúo de sangre...
Lestat y Louise, los de largos colmillos. ¡Choca esos cinco, compadre!
... PLAS, PLAS...
- Piensa que no es bueno que vayas pregonando por ahí que
estás aburrido, tío. Alguien podría escucharte y acudir con el cuento al
Alcalde.
- Te entiendo, Pep. Lástima que estemos en Mayo. Si fuese verano podríamos
pasearnos por la playa. Hacerle una visita a nuestro amigo Pacheco, en su nuevo
chiringuito en la playa de levante, para que cuando nos vea llegar se le ponga
esa cara de cerdo asustado.
- ¡Ya vienen otra vez a saquearme las reservas de cerveza!,
seguro que piensa cuando nos ve aparecer por la esquina de los apartamentos. ¿A
cuánto asciende nuestra cuenta con Pacheco?
- ¡Que le den por culo! Es lo que hay. Si no le gusta el
tinglado, ya puede empezar a temblar. Adrià, el de Urbanismo, es buen compañero
de farras de un servidor. A un gesto mío, la licencia del chiringuito tendrá el
mismo valor que los duros de madera.
- No me hagas reír, cabrón. Ayer fui a ponerme las fundas y
no tengo la mandíbula para muchos ajetreos.
- ¿Quiere eso decir que no vendrás a comer con los del
proyecto del Raval de la Mar?
- No creo.
- Te perderás marisco del bueno.
- Otra vez será. Por una semana que no pueda acudir... No
creo que, entre tanta gente, se note demasiado mi ausencia. Si no lo tengo mal
entendido, hoy estarán allí todos los que rascan algo del proyecto. Comida de
traje y corbata, vamos. De eso me libro.
- Traje, corbata y zapatos bien lustrosos. Vienen los capos
de Barcelona y a esa gente le gusta que le doren bien la píldora. Si el Alcalde
no me informó mal, mientras degusten el coñac y los puros habanos, se procederá
a la firma del presupuesto.
(Se produce un profundo silencio en el despacho que permite percibir,
nítidamente, dos cerebros funcionando a pleno rendimiento)
- Pep.
- Dime, Marc.
- ¿Sigues aburrido?
- Como una ostra, ¿por?
- Porque podríamos matar el hastío dibujando algo para colar
en el Raval. No sé... Algo así como un ascensor de cristal, varios kilómetros
de carril bici... bancos, farolas, rotondas, papeleras... cualquier cosa... algo que nos
proporcione alabanzas y gratitudes y un buen pellizco para la saca.
- ¿Qué te parece si diseñamos... así, a trazo gordo... una
pasarela que pase por encima del nudo de carreteras que tenemos a la salida?
- ¿Una pasarela?
- Exacto. Mira, mira... lo estoy viendo, sí... Grande, alta,
que sortee las autovías y los caminos, con excelentes vistas de la línea de
costa para que los jubilados puedan pegarse sus caminatas sin miedo a ser atropellados por un trolebús a la deriva. Una cosa moderna y de vanguardia, digna de los diseñadores que están de moda,
verás. Todavía ganaremos algún premio.
- Tenemos poco más de dos horas.
- Con dos horas vamos más que sobrados. Coge papel y lápiz,
corre. No te preocupes por las cifras. ¿Cuánto puede costar algo así? ¿Un millón?
¿Dos? Tranquilo. Apunta cinco, que paga el pueblo.
- ¿Cinco millones? Demasiado barato estás tú trabajando,
chico. Piensa en que eso te acarreará mala fama. Apunta cinco más, no vayamos a
quedarnos cortos y en Septiembre, cuando pille las vacaciones, me falte parné
para poderme llevar a la foca de mi mujer a La Habana.
- ¡Los joputas de Lestat y Louise atacan de nuevo!
... PLAS, PLAS...
6 comentarios:
Lo siento Herep pero no sé de qué va el asunto salvo de concejales catalufos aburridos que planean derrochar dinero.
En los asuntos urbanísticos todo el que puede quiere hincar el diente...
(Te he dejado otro comentario donde la chusma islamista, saludos)
No va de un pelotazo mas.Aqui el que no pilla cacho,pilla su milloncejo de euros.En pocas palabras pais de vampiros,saludos,
Reflexiones sobre concejales, arquitectos, interventores y dinero en sobres, girando alrededor de un (Ay)Untamiento cualquiera.
Nada nuevo, Íñigo.
Un saludo.
Es triste, pero cierto, Maribeluca. Por eso Urbanismo es la consejería más solicitada en todo Ayuntamiento.
Un auténtico chollo.
El problema es que cargándolo a deuda, Agustín, estos chorizos piensan que jamás se acabará el pan.
Pero sí se acaba, aunque a ellos les importan bien poco las consecuencias.
Ancha es Castilla.
Un saludo.
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