Preciosa, ¿verdad, Monos?
Medio mundo mira al cielo buscando una luna distinta,
coqueta, elegante como si de ocasión lujosa se tratara. No faltan razones,
pues mientras unos miran, ella... la Luna... presumida, se sonroja ahí en su
celestial palco estrellado, desde donde disfruta de nuestra opereta infinita... espectáculo
que servidores, aquí abajo, le ofrecemos noche tras noche... colgando siempre
el "entradas agotadas"... en cartel desde la noche de los Tiempo...
teatro de sueños...
La Luna está preciosa... y los hombres, podridos de pecados
convertidos en leyes, gustan de creer que se vistió con tan lindos ropajes por
causa propia. Esas sedas de la India, esos brillos en las mejillas, el carmín
de los labios... es por mí, caballero apuesto donde los hubiere... es por mi,
paladín de los Oráculos... es para mi, porque yo lo valgo, y punto.
Los
chulapos amantes de los placeres de la noche, engreídos detrás de sus máscaras
de belleza estética y cánones sociales, se vanaglorian creyendo que la Luna,
tras guiñarles picaronamente el ojo derecho, les tiñe la noche de pasión
desenfrenada en gesto decoroso, como el galán que arroja su americana al
charco inmundo. Ha teñido las luces para mi. También los místicos, bebedores de miles
de fuentes distintas de idéntico líquido incoloro, sienten esas mariposas en el
estómago al asistir al collage nocturno. Los augurios y los rezos, todos, que
se recitan a ti... ¡Oh, divina Providencia!¡ Oh, voluntad del Altísimo!... no caben en un saco sin fondo. Tus telas indican el
camino, certifican el mensaje, dan razón a lo que, hasta hacía un segundo, no
era más que superstición y éter. Incluso los ideólogos modernos a la última en materia filosófica, te miran y
suspiran, conociéndose los causantes de tu glamour. Roja, a la izquierda, la
Luna nos saluda...
... y son muchos, por no decir todos, quienes miran hacia
arriba... muchos cuellos crujen, entumecidos, desconocedores de tan simple
gesto... creyendo que somos nosotros los merecedores de tan espectacular atuendo, victimas de un miserable hedonismo innato y un mayúsculo ego exponencial. En el fondo lo sabíamos. La Luna nos lo debe. Es nuestro derecho de pernada. Ni la más noctámbula de las rameras podría escaparse.
Al final todo resulta ser parte de un engaño, una estafa de
nuestra visión, una pasada fugaz por el Callejón del Gato, donde los gordos se
ven flacos, los ricos lloran empobrecidos, la vida es idéntica a la versión
para todos los públicos de "Sonrisas y lágrimas"... y siempre hay un
día más para llevar a cabo esa tarea vital que todos desconocemos, aunque creemos
poder adivinar.
Pasados unos minutos, el trilero levanta el vaso de plástico,
y la bolita no está. El engaño se consuma. Todo vuelve a rodar cuesta abajo. La Luna vuelve a mostrarnos su redonda faz, surcada por las marcas de un acné adolescente. La Ciencia nos jodió el invento con su física, su química, su anti-materia y su ovillo de cuerdas. La realidad quemó el sueño. La vida sigue igual. Las supersticiones son el opio del pueblo, lees en un subversivo muro del metro...pero, en el
fondo, todos han mirado hacia la Luna, engreídos.
Vino así por mi. Por nosotros, ella y yo.
Sancho, un porquerizo de apenas dieciocho primaveras,
espigado y analfabeto, parido entre las tablas de un destartalado establo en
las afueras de Zamora, también miró hacia arriba una mañana que se tornó noche.
Su cuello, eso sí, no crujió con un latigazo de dolor. Corría el año 939. Por aquellos
días, mirar hacia el cielo, era más habitual. Ataviado con sus ropas de gala,
asistía al eclipse que precedería a la Batalla de Simancas, donde las
fuerzas cristianas de la Reconquista vencieron a las tropas musulmanas a la
orilla del Pisuerga. Raimundo II, Rey de León, junto a tropas del reino de Pamplona,
de los condados castellanos, de Galicia y de Asturias, se enfrentó al ejército de Abd
al-Rahman III, compuesto por más de 90.000 almas. Cristianos contra moros, a
golpe de palo y corte afilado. Un matadero digno de esos grabados medievales en
los que las extremidades brotan de los lugares más insospechados, casi todos
ajenos al cuerpo humano.
Ganaron los cristianos... españoles de antaño como Sancho... héroes de España... o lo que deberían ser héroes, pues la España de hoy ya no es la España por la que ellos lucharon, donde ya no se honran ni muertos ni héroes.
Pero allí, en aquel páramo seco y helado, nuestro porquerizo
Sancho tiritaba aterrado de miedo, mientras contemplaba un desconocido espectáculo celeste que apagaba la luz del Sol. A lágrima viva, mientras el día seguía escondiéndose a causa de la magia prohibida invocada por algún hechicero musulmán, Sancho se santiguaba una y mil veces
pidiéndole a quien quisiera escuchar, no morir en aquellos andurriales,
trinchado por esa picadora de carne que es la primera línea del frente de batalla... en esa noche que se antojaba demasiado negra...
... o quizá no temblaba como una hoja de sauce llorón, sino que rezaba dándole las gracias
a quien quisiera escucharle, sollozando de alegría ante aquella magia
protectora, ese celestial don divino, pues aquella muestra de poder no podía ser más que un buen augurio ante
la masacre que se avecinaba. Un mensaje de victoria, de esperanza... un mañana futuro...
... la confidencia mística que indica que esta va a ser una buena
noche, una noche de las que hacen época... marcan la Historia... digna de ser
enmarcada en el ligero álbum de recuerdos que todos tenemos en la mollera.
La noche en la que la Luna... se engalanó
para mi.
Sancho murió en aquel campo de batalla, atravesado por una lanza enemiga justo cuando los musulmanes tocaban a retirada. La tierra, también roja, anocheció teñida con su sangre... pero esas cosas a nadie interesan. No tienen mística... ni entrada en los noticieros de la madrugada.
2 comentarios:
Querido HEREP, GENIAL ENTRADA COMO TODAS LAS TUYAS.
Aún Recuerdo A Mi Madre, Contándome Cuando Era Niño, Que Antes De La GUERRA CIVIL, También La LUNA, Se Vió LLENA Y ROJA COMO LA SANGRE QUE PRONTO CORRERÍA A RAUDALES...
Y La Gente De Toda Condición, Lo Decía Por Calles Y Plazas ¡LUNA DE SANGRE!
Que DIOS,Proteja A Inocentes Y Débiles DESARMADOS,-Moral Y Materialmente-, Ante La Que Nos Podrían MONTAR Los Mismos CANALLAS HIDEPUTAS Y TRAIDORES, NO IMPORTA EN QUE PARTIDO DIGAN MILITAR, Si No Les FRENAMOS COMO SE MERECEN.
Un Abrazo Cordial Y El Deseo De Que Pases Una Buena SEMANA SANTA, Con Los Tuyos Y Tus MONOS.
Un Brindis Por El GRAN GALILEO Y Por La VERDAD QUE NOS LIBERARÁ.
Y
¡¡RIAU RIAU!!
Old,
Ha sido una Semana Santa rápida y tranquila. Nada extraordinario, como viene siendo habitual. Días dedicados a cierta reflexión estoica y a escapar un rato a las obligaciones que conlleva el Cuartel General... siendo una de las principales, como bien anotas, el (intentar) desenmascarar a esos hideputas traidores.
Tarea ardua donde las haya.
Brindemos por Asmodeo. Que nos siga dando fuerza.
¡Riau!¡Riau!
Publicar un comentario