Ayer estuvimos de maniobras, otra vez, aprovechando el
solecito que brillaba en esta tierra del noreste español. Tierra sin nombre,
sin Ley y con una historia cambiante, mutable, a gusto del consumidor final... ¿Cuánto quiere de héroes hoy? ¿Cuarto y mitad de "miquelets"?... todo previo
pago de los impuestos correspondientes, por supuesto. Tramo nacional, autonómico y
municipal.
Salimos al campo, a lo más alto de un ridículo monte desde
el que se divisa toda la línea de costa. La espalda del cálido Mediterráneo,
carcomida por salpicaduras de industria, villas marineras, aquelarres turísticos
y ruralismo. Mucha "costra rural"... de esa que va con sandalias
de esparto, delantal heredado de la abuela, rebeca tejida a mano, arrugas y muy
mal genio, alimentado por un fuerte Mestral los días pares, y una extraña
sensación de aislamiento, los impares.
Subimos a la peña, miramos la raya que marca el horizonte,
respiramos hondo y, cuando creímos limpios los pulmones, bajamos a ras de
suelo, de un saltito, para encontrarnos, de lleno, en el meollo de esta tierra
nuestra, siempre presta a la hipocresía, la manipulación, la corrección política...
y la ignorancia supina aderezada con una pizca inconsciente de soberbia.
Porque el analfabeto, en la mayoría de las ocasiones, es el último
de enterarse de su tara.
Seguro que muchos de vosotros tenéis algún amigo que, por
obra y gracia de las sendas modernas del pensamiento libertino, tiene
cornamenta... cuernos adúlteros... vamos, que se la pegó su esposa, su marido
o su pareja temporal. Seguro. Todo el mundo conoce a algún pobre infeliz
estafado sentimentalmente. Quizá nosotros, algún día, también lo fuimos... pero bueno, volviendo al cornúpeto, decirle que son muchas sus posibilidades de enterarse, del agravio, como hiciera Mister X en el caso de los GAL... "¿Yo? No, señor,
no. Yo, por la prensa, perdone"...
En no pocas ocasiones, antes de despertar a la conciencia
de la realidad humana... y, en este caso, española... me preguntaba con enfado
por qué el prójimo era tan feliz, tan alegre, tan dicharachero... cuando por doquier, mires a derecha o izquierda, el panorama que se desvela ante tus ojos
no es más que una mala copia de la más simple de las fábulas de La Fontaine. Un
bonito envoltorio de papel brillante con estrellitas, un leve nudo de siete
lazos y, dentro del paquete, la nada más absurda.
Un día, paseando ante la iglesia del pueblecito en el que se
asienta nuestro Cuartel General, tropecé con la afirmación última. La repuesta
a la pregunta. La puerta a la mansión de la desesperación, la desesperanza y la
espera.
Ahí, arrodillado ante la puerta del edificio angular de la
civilización occidental, un pobre, un pordiosero armado con su pedazo de cartón
donde resumía su penosa vida, me pidió "unas monedillas, chaval".
Nada, no llevo dinero. Me mira, sigo mi camino, y me espeta: "Tienes pinta
de listo, ¿no? ¡Ahí te llevas la maldición!"
Me la llevé a cuestas, enganchada a la chepa. En ello sigue,
maldiciéndome. Haga frío, haga sol. Al abrir un periódico, navegar por la Red,
leer algún viejo libro de los que andan por el Cuartel General... mientras desayunas, con la
vista perdida en el azul de un cielo que empieza a clarear, escuchando los restos
de la música que fue protagonista la noche anterior...
Intentas saber algo... cualquier cosa... una pizca del
misterio de la enorme locura que flota a nuestro alrededor... flotaremos
juntos, abrazados a Pennywise... pero toda afirmación te hace empequeñecer,
sentirte extraño entre una fauna ridícula, más ridículo todavía, invisiblemente
banal... como esas estrellas que miras al caer la noche, brillando allá en su
lejanía de los años luz, a toda máquina tu materia gris mientras intentas resolver
el misterio de la distancia y el tiempo, con sus eones, agujeros negros y
distancias que no alcanzas a comprender.
La insignificancia de una hormiga en la inmensidad del
Universo.
El truco facilón, Monos, con el que podréis llevaron un beso
esta noche,si lo utilizáis bien cuando finalice la cena a la que has invitado
a esa chica que te sorbe el sentido. Verás, verás... No me lo agradezcas, no.
Es camaradería de hombres.
Al pedigüeño de la iglesia del pueblo no le vayas con
milongas de esas, tío. ¿Existencia? ¿Verdad? ¿Demiurgo?... ¿Globos?... ¿Qué
dices, chaval? Si quieres, dale alguna moneda, pero no le acudas con
monsergas. No le expliques cuentos que no le interesan lo más mínimo. Jamás lo
hicieron, como jamás perdió el tiempo pensando por qué la polinización es cosa
de tres o el reloj atómico se atrasa. Saber esas cosas le dan pereza.
Déme, usted, migas de pan... y será feliz. Simple. El querer
saber, el indagar, el sentir curiosidad... Esas cosas traen, en el vagón de cola,
las tan temidas dudas, y con ellas, las preguntas... y más dudas, y nuevas
preguntas... y nuestras realidades, bajo el fuego de tan temida artillería,
pueden derrumbarse sobre el cimiento del absurdo. Si ellas caen, si las
convicciones personales se tornan cascotes de ruina, el aleteo de la
intranquilidad, el vuelo de la sospecha, la mariposa del remordimiento puede
acontecer en nuestro estómago... y eso debe ser apartado de nosotros. Confinado
al destierro. Encerrado en la torre más alta de nuestro recuerdo.
Creer.
Creer, y acatar... y, con suerte, migas de pan al salir de
la parroquia. Aceptar el sermón y, por el bien de quienes están a nuestra vera...
Flotad con nosotros, chicos. Flotad... predicarlo a los cuatro vientos,
esparciendo su mísera simiente. Da igual cuál sea el temario a impartir. Da
igual que se esparza la versión oficial del 11M, las bonanzas de la
independencia de Cataluña, el "expolio" interminable del "neoliberalismo-criminal-y-asesino-imperialista-Bush-Eres-Mister-Danger-Aznar-Cabrón"...
lo malos que eran "los fachas" durante la Guerra Civil, lo malos que
son "los fachas" durante la democracia... que la Tierra no gira
alrededor del Sol, que el Apolo 11 es el nombre de un helado de fresa... ¡Elvis
vive!... ¡y Jesús Gil, también!... así, toda la santa tarde, dándole a la sin
hueso mientras resuelven los grandes misterios de la Cosa Nostra. Suerte tuvo
Einstein... y demás... en no encontrarse con ellos. Con dos bofetones le
resuelven, modo práctico, la Teoría de la Relatividad.
... y felices, contentos y alegres, sabiéndose los mayores
sabios de la Estupidez.
Tú, amargado por un estoicismo obligado, esperando.
Aguardando que, al final, todo tenga un sentido, y todo te ayude a alcanzar el
entendimiento.
4 comentarios:
MUY BUENO, HEREP. Excelente ensayo sobre la realaidad y la fantasía reinante a nuestro alrededor en forma de esloganes zurdosos o de todo lo contrario.
Excelente. Cada día afinas más un estilo literario estupendo.
Saludos
Todo es márketing, Íñigo. La realidad, la fantasía, la vida entera, amigo... Incluso el conocimiento!! Ahora se decide qué es correcto, qué es verdad, que son verdades absolutas o verdades relativas...
Mal negocio.
Al final acabaré creyéndolo, Javier.
Un saludo.
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