Mirara donde mirara, rapaz, toda la mar tenía el mismo
color. Estaba pintada de pasta espesa y esas aguas violentas que tantos amigos
tragaron...allí... quietas... no se movían apenas, sin marejada, sin resaca...
sin vida...
Vosotros no. Vosotros ya no estáis acostumbrados a la
vida marinera. Eso se pierde con las grandes flotas, los caladeros del norte,
las máquinas... sí, sí, como esas pequeñitas con las que jugáis ahora a los
marcianitos... Tanta tecnología, también llegó a la mar, entre las redes, en
los camarotes. En mis años mozos teníamos la radio y a todas horas sonaban
fados. También al Molina y otras coplas, pero los fados... la nostalgia del
amor en tierra... la amante de agua que estira y estira... El corazón del
marinero sufre partido en dos, pequeño. La tierra, la mar... difícil dilema que
se repite día tras día hasta que una tarde te miras al espejo y descubres que
eres un viejo rugoso y duro como el rompeolas que aguanta la fuerza de las
olas... sin ilusión, echada el ancla en puerto...
Al poco, cuando empezaron a teñirse mis pelos de canas,
Joseba nos colocó un aparato de TV y la voz anónima de la radio dejó paso a las
actrices americanas. El bombón de la Hepburn... la chica del guante... la otra,
la que se lió con el presidente americano al que le arrearon un tiro... ¿se
sabe ya quien fue, hijo?... La TV mató un poco el barco, las conversaciones, la
alegría aquella, los chismes y rencillas... pero seguimos trabajando cada
amanecer, con ese Sol desperezándose tras el faro viejo y, cuando no trabajábamos,
seguimos cara al este... mirando a la mar... siempre mecidos por el azul de la
sal.
¿Ves donde fondea aquella barca? Tras el cabo. Allí fue
donde encalló el barco más grande que hubiera visto nunca tu abuelo. Enorme.
Chapa y más chapa que de nada sirvió ante la fuerza de los vientos del nordeste
y la mar gruesa. Las rocas le mordieron el casco como si de una nube de algodón
se tratase y el gigante, entre gritos y chirridos, sangró negro líquido, chico...
negra y espesa pasta que la mató, la durmió como duerme la madre al rapaz durante
las frías noches de invierno, envuelto en mantas y besos. Esa pasta abrazó la
mar con fuerza, todo para ella.
Pero... ¡ah, Samuel, Samuel!... ¡la Mar no sabe de dueños
ni matrimonios! ¡Eso es cosa de curas y beatas, pequeño pescador! Los marineros
lo sabemos bien, eso... y ninguno nos hacemos ilusiones con ella. ¿Para qué? Es
zorra vieja. Zalamera. Al cabo de unos meses, picarona, de tres golpes secos de
cadera se sacudió el pringoso amante tiznado de negro... y todo volvió a ser
igual, con sus olas azules, sus blancas espumas floreciendo entre las rocas
escondidas, sus tristes faros a lo lejos... los entierros sin féretro...
Siempre ha sido, y siempre lo será. Cambiarán las pulgas
que la acarician, pero ella... no, ella no... siempre distante, la mar.
Diez años después, más abajo, otro barco enorme cató la
fuerza de los vientos gallegos y este, aunque consiguió librarse del beso de la
roca afilada, también se partió en dos cachos, yéndose al fondo, donde tantos
descansan agarraditos a su perla. Dejó, eso sí, la sombra negra del viejo
amante que, otra vez, venía para unirse en fútil matrimonio. Piedras, aves,
plantas... todo lo pringo durante el cortejo. Otra vez más, la bella, creyeron
rendida al verla muerta: las aguas, siempre ariscas, parecían muertas,
espesas... vencidas esta vez sí... conquistada la mar.
Tú eras muy joven y no viste qué se montó aquí aquella
vez, rapaz. Vinieron muchísimos forasteros "a ayudar", vestidos de
blanco.. o de camuflaje, que militares también encontrámoslos en multitud... y
todos venían a limpiar las piedras, a echarle agua por encima a los albatros, a
turnos de quince horas... y se quejaban cuando veían, en las noticias, a esos tipos...
¡esos políticos, carallo!... que se chillaban los unos a los otros, hablando
todo el día de la mar... que si la mar esto, que si la mar aquello... que si el
barco por aquí, que si el barco por allá...
en puerto, a mar abierto...
... y yo, rapaz, tenía la sensación de estar en un sueño,
algo irreal, donde nadie era lo que aparentaba ser. Escuchaba, hablaba en voz
baja con los amigos de la fonda, veía el ir y venir de las cámaras de TV...
porque el pueblo se llenó de periodistas y gentes que te preguntaban por la
calle, Samuel. ¡El pueblo salía en las noticias! Qué digo, en las noticias...
¡se hacían aquí! ¡El telediario ahí atrás, rapaz, en la plaza de misa! Ja...
¡jamás se vio don Julián en otra igual! Espera, espera, que incluso vino una tía
de Madrid para dar las campanadas de la Nochevieja. Una muy famosa, sí... no sé
qué programa por ahí... algo líder de audiencia, creo.
Al poco, se fueron todos.
Incluso el negro amante, despechado de nuevo. Eterno
fracasado, comprobó cómo la zalamera... la mar de sabrosa cadera... lo echó de
sus dominios, de patada sutil y constante. ¿Cuántas veces ha pasado, Samuel?
Bueno, tú no lo sabrás... ¡hasta ahora, eh, que para eso te lo estoy
contando!... pero siempre sucede igual. Ella es demasiado grande y poderosa
como para no saberse limpiar sola el vestido.
Al fin y al cabo, todo es uno.
E infinitamente más listo.
Los hombres mortales en su insignificancia, a pesar de
las circunstancias y los años, siguen escupiéndose exabruptos sobre el tema. A
raíz de aquello último, del Prestige ese, se montaron plataformas,
asociaciones, manifestaciones... un jaleo enorme allí, en la capital, donde
todos hablaban sin saber muy bien qué estaban diciendo, lanzándose puyazos en
nombre de no se sabe quién, acusándose de "criminales", de
"terroristas", de un... un... ¿un genocidio ecológico? ¿Se dice así,
"genocidio"?
¿Sí?
Bueno. Da igual, rapaz. Otra vez la novia a la fuga... y
el despechado, a la greña. Pero, ¡olvidémonos ya de eso! Tú respira hondo...
... siente el canto de las sirenas...
... eterno...
... de la Mar.
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Hoy, 3 de Diciembre, se cumplen 21 años del naufragio del Mar Egeo frente a las costas de La Coruña.
Soplemos velas por él en su aniversario... pero sin alzar la voz... pssss.... no vayamos a joder a los olvidadizos rompiendo el sutil velo del silencio ecolojeta.
10 comentarios:
Muy bonito lo de hoy. Y muy aleccionador por cuanto se demuestra que a casi nadie le importaba un carajo la ECOLOGÍA, e iban a meter caña a los contrarios en política.
¿Aegean sea?: Lo recuerdo. La Armada, con el personal de la Escuela de Máquinas, el Centro de Seguridad Interior y los barcos de la Zona Marítima, solucionó el problema satisfactoriamente sin que el "Nunca máis" hiciera acto de presencia (por aquel entonces mandaba el PSOE). Con el Prestige, por lo que se ve, también mandaba (mandaba a la mierda al PP, vamos). Y hoy, me pregunto yo: ¿quién manda?
¿Pero que esperaba usted de un ecologeta? El único barco por el que protestan es el Prestige y porque lo hundió Aznar...¿Ah, qué no fue él quién lo hundió? Pues la Bardem lo aseguraba y con lo inteligente que es. Aahh ya entiendo no es inteligente es intelectuah, ¡Acabáramos!
Coincido y me sumerjo en tu relato, estimado Herep, porque cuando ocurrió lo del Prestige yo también estuve por aquellos pagos pringándome de chapapote hasta las cejas. Y no fuí movido por un impulso ecológico ni esas chorradas. Fuí por mi cuenta y riesgo con otros viejos compañeros buceadores de profesión a echar una mano tanto en tierra como bajo la mar.Y si lo hicimos también fue debido a que los que hemos vivido por y para la mar, nuestra obligación moral era estar junto a ella sin pedir nada a cambio.
Estuvimos 12 días limpiando fondos en las Cíes pero como éramos anónimos y al no pertenecer a ningún grupo ecologísta reconocido "oficialmente", tuvimos que pagar hasta el carburante de nuestra lancha y la carga de aire comprimido para nuestras botellas, mientras en el Parador toda la casta política se ponía de marisco y Albariño hasta el culo. Excepto nosotros, que tuvimos que abonar hasta el último bocadillo.
Y ocurrió que hartos de navegar entre tantos fantoches e hipócritas recién llegados de Madrid y de la Xunta, dijimos basta, liamos nuestros petates y largamos amarras.
Y si al princio te digo que coincido en tu relato y me he involucrado en él, es debido a que también yo una tarde me miré al espejo y descubrí que era un viejo marino rugoso y duro como el rompeolas que aguanta la fuerza de las olas... sin ilusión, echada el ancla en puerto...
Desde aquel día colgué las aletas.
Pero a pesar de mis años me las volvería a calzar si de nuevo la marea negra asolara a mi madre, la mar.
"Mar Egeo", "Urquiola" etc...no passa náa, mandaban los suciatas, el de marras este se conoce que fue nadando Aznar entre la tempestad con un hacha entre los piños pa cargárselo.
La opinión pública y la verdad judicial son cosas muy distintas, sin embargo (por fortuna tantas veces)
La ecología se ha convertido en otro ariete para hacer política, cosa por la cual se puede decir que son muy pocos quienes actúan de buena fe. Y los que están preocupados por ella, cuando llega el momento de dar la cara, lo hacen con la boca pequeña y sin montar algarabías mediáticas para escalar en la pirámide de la demagogia.
Un saludo, Don Javier.
Esa es una gran pregunta, Javier: ¿quién manda? ¿El PP? ¿Mariano? No lo tengo muy claro, y más pensando en el complejo intrínseco a la derecha, el cual le impide aplicar planes de gobierno adaptados a su ideología... no vayan a tacharlos de fascistas o franquistas.
De esta guisa llevan la mayor parte de su existencia: bajándose los pantalones.
Un saludo.
Hombre, Chafa!! Si lo dice el Bardem hollywoodiense, me lo creo a pies puntillas. Él jamás miente.
(Bueno, en materia empresarial sí, que la cosa viene de familia... amén de distorsionar sus palabras cuando apuesta por lo "público" mientras disfruta de los "privado" más exclusivo)
Un intelectuáh, correcto... de esos que tanto abundan hoy en día por España.
Un saludo.
José Luís,
Nada más lejos de mi voluntad el querer vilipendiar a los que allí fueron a limpiar voluntariamente. Yo, de haberme encontrado en otra situación, habría ido a rascar piedras... pero las buenas intenciones son de fácil manipulación, y eso es lo que sucedió con la marea negra del Prestige.
Con la otra, con la del Mar Egeo, nada de esto sucedió ya que los expertos en darle la vuelta al asunto fueron, en aquella ocasión, las víctimas de la catástrofe.
Agitación y propaganda, amigo.
Un saludo.
Los socialistas, Maribeluca, están dotados de una legitimidad innata. Ellos son los únicos que deben ostentar el poder, pues ellos son el progreso y bla, bla, bla...
Incluso hundir barcos o incendiar montes les está permitido, de listos que son.
A los demás, eso sí, ni agua.
Un abrazo.
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