Las maniobras BETA2 han finalizado y el ocaso del ejercicio
anual, superado con éxito, nos ha devuelto al Cuartel General sanos y salvos. Han
sido días de arduo esfuerzo físico, preparación psicológica y camaradería.
Mucha camaradería, una vez acabadas las tareas, que nos reunía alrededor de la
carne asada, las copas con hielo o un sencillo juego de cartas con sota,
caballo y rey.
Aventuras de Boy Scout... pero a la española.
La segunda o tercera noche, ahora no lo recuerdo muy bien,
uno de los zapadores de El Ejército de los 12 Monos encontró, escondido tras el
inerte tronco de un pino mediterráneo, un fardo extraño... un paquete húmedo y
viejo que, una vez abierto, nos descubrió un libro. Un libro negro, viejo,
escrito en letra roja. Fue la tercera noche, sí, lo recuerdo... No llovió y
embriagados por el espíritu de la montaña, todos decidimos charlar un rato
junto a la hoguera. Teníamos el libro, teníamos curiosidad... teníamos una
larga y negra noche por delante.
Lo teníamos todo... menos memoria. Olvidamos qué esconden
los libros perdidos en el bosque, qué se oculta en las sombras de los árboles,
qué fue de Ash Williams... y sus amigos... y sus posesiones... y sus Demonios.
Pecado mortal.
En cuarenta y tres páginas mal escritas y peor organizadas,
el libro narraba cuatro historias de terror para niños recientemente
destetados. Lo típico dentro del panorama: una bruja con un chalet cimentado
sobre vigas de golosinas y hormigón de nubes de azúcar; un pastor que se
burlaba de la atención de sus vecinos... "por la noche, veo lobos"...
hasta que estos no acuden cuando es necesario; un chupasangre con gomina en
la morena melena y ocho válvulas en V en el coche... y una gitana metida a médium
que, en el saco, coleccionaba querubines.
Terror moderno para idiotas acobardados, como indican las
directrices de lo políticamente correcto.
Pero esta noche, acorralado por las sábanas de mi litera en
la camareta, he vuelto a soñar... a tener pesadillas... a caer bajo el dominio
del terror frío, la cama empapada y el muelle estomacal del sobresalto.
Como todo Mono normal cuando es niño, el Miedo quedó reducido
a un par o tres de cosas, personales e intransferibles. Los rapaces normales
suelen temer centenares de ellas, pero nosotros no somos mocosos normales...
somos más que eso... y así, influidos por estas circunstancias, los que nos
asusta puede contarse con los dedos de una mano. Y sobran dos.
Freddy Krueger, el cabrón que te ataca en sueños, era uno de
los desgraciados que me obligaba a tener encendida la luz del comedor, que caía
enfrente de mi habitación. Sus cuchillas y su ataque a traición... demasiado
para mi abstracta mente. Los muertos vivientes... los zombis... eran los colíderes
en la carrera del espanto. Piel roída, halitosis, un ansia cainita de hincar el
diente... su decrepitud eterna... Demasiado para mi lógica, Monos. Me acostaba,
cerraba los ojos y, al poco, una horda aparecía allá abajo, al fondo de la
calle, torciendo la esquina por donde la tienda de muebles... a paso pausado...
con su gemido ahogado... "Cerebrooo"... "Cerebroooo"... y
este que les habla, todo un Comandante en Jefe de un ejército de postín, no hacía
más que encogerse, encogerse... encogerse hasta alcanzar el tamaño de un
ovillo... bajo unas sábanas que, por obra de algún extraño encantamiento, se
transformaban en gruesos muros de hormigón reforzado.
Luego... riéndose del de las cuchillas y de los muertos en
vida, estaba el tercer monstruo del averno... el pater familias de los escalofríos...
la luz que ciega en la carretera... el Miedo... el Terror... el... el... el...
... la Zapatilla.
Os cuento... Una tarde, jugando un "mundialito" en
el patio del colegio, la emoción de la victoria nos cegó y la noche, rauda en
los meses fríos, se ciñó sobre nosotros sin que paráramos cuenta qué hora
era. Eran las 19:00h... y las 19:00h., cuando se es un chamarín de 9-10 años,
bien parece la medianoche para unos padres preocupados. Así sucedió con X (tú
ya sabes quién eres, X) cuya madre, asustada, se presentó en el patio del
colegio en bata, corriendo, gritando a los cinco vientos que su pequeño, su
"príncipe de mis amores", se había retrasado "un mundo y medio". El hallarlo allí, sobre la pista de "fulbito", sudoroso y a punto de alcanzar
la gloria victoriosa de ser coronado campeón de la "Copa del
Meao", hizo que la madre en bata montara en cólera...
... y voló.
La Zapatilla, voló.
Surcando el helado frío de la negra noche, eclipsando a su
paso la inmortal luz de las distantes estrellas, suspendiendo la emocionante
final de un campeonato diario al igual que haría la aparición de un espontáneo
en pelota picada... la Zapatilla atravesó la noche como el cuchillo atraviesa
la mantequilla. Diez metros. Veinte metros. Cien. Aún hoy seguimos sin ponernos de
acuerdo, pero todos los que estuvimos allí aquella tarde-noche y vimos aquella
escena con nuestros propios ojos, jamás podremos olvidar.
La Zapatilla... su vuelo... un amigo que corre...
Eso es el Miedo, Monos.
Esta noche he vuelto a soñar con ella.
Venia de la mano de un político de nuestro tiempo...
vanguardista... que la esgrimía como el espadón toledano de acero templado que
es. Silente, la Zapatilla no hablaba. Ella nunca habla. Su sola presencia ya
acojona. Las palabras, las frases vacías y las amenazas plenas... eso... eso es
cosa de los demás, de quien la empuña, de quien la muestra ante el aterrido público,
de quien la agita mientras localiza el objetivo. El de la CUP soltaba su rollo,
pero la mirada de todos no podía apartarse de ella, de la Zapatilla, prestos a
esconderse bajo la silla... a correr como alma que persigue el Diablo... a dejarse
tragar por la Tierra... al menor indicio del despegue de esta.
El político... ya de por sí aterrador su gremio... jaleaba
acusaciones y amenazas, predisponiendo a la audiencia a la honestidad del
"Yo acuso"... como si él pudiera acusar de algo... esperanzado en el convencimiento de las masas y su
posterior ascenso dentro de nuestro Régimen Binario. Amenazaba y vendía ese "otro Mundo es Posible", donde los pueblos serán todos libres, los
hombres buenos y el sexo, seguro. Seguro e independiente, como buen catalán que
se precie... o guste de estar en la "lista de los buenos y allegados".
Para el díscolo, su mano. Para el "enemigo", ella... la Zapatilla.
Esta noche, entre temblores irracionales, la he visto volar de nuevo, Monos...
... y me ha dado la sensación de que sonreía.
6 comentarios:
¡El terror de los terrores
el terror más inhuhmano
es ver un nazionalista
con las chanclas en la mano!
Que no se queje Mariano
ni Rato ni cospedal
que yo lo paso fatal
al ver a estos gillipollas
engordando bien la olla
del su juerga nazional
Los totalitarios jamás deberían poder formar parte de un Parlamento, pero este descerebrado protodelincuente ha logrado que todos hablemos de él
Ocurre con el camarada Fernández lo mismo que con otros de su cuerda: que pudiendo largarse a paraísos tipo Cuba o Corea del Norte, prefieren quedarse en este infierno capitalista en el que viven tan ricamente. Habría que ver dónde guarda el dinero este fulano.
Buenas letrillas, Chafa, que nos recuerdan el silencio administrativo del Gobierno de Mariano ante todo lo que viene de Cataluña.
Luego, que no se quejen.
Ese es uno de los problemas de la democracia, Maribeluca. Todos votan, y a este sujeto le votaron un buen puñado de ciudadanos.
Una cosa es predicar, y la otra dar trigo, Reinhard. Lo fácil es decir aquello que quiere escuchar el populacho, pero luego, cuando llega el momento de actuar, uno se queda con zapatilla y sin novio.
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