Buenas a todos,
Como no os conozco a ninguna a pesar de las ganas inmensas
de poderme tomar un quinto en alguna terracita con vosotros charlando de los
temas que tanto nos preocupan, me presentaré diciéndoos, ante todo, mi nombre.
Me llamo Josep Rovira Tura, tengo 32 años y vivo en el
barrio del Carmelo, en Barcelona... en el corazón del nuevo país de Europa,
Cataluña.
Como podéis observar, soy independentista.
Mis padres son oriundos de Vic, una ciudad de aquí,
Cataluña, y la sangre catalana que corre por mis venas se remonta a siete y
ocho generaciones, si no más. En una ocasión, en un trabajo del colegio, intenté
dibujar mi árbol genealógico, pero acabé cansado de tanto subir...o bajar.
Si no recuerdo mal, me quedé cerca de alguno de los héroes
almogávares de antaño, pero...
Como buen catalán, estudié en una escuela perfectamente
normalizada, allá en Vic: el Col·legi Públic Prat de la Riba, donde
padre y madre trabajaban como profesores. Todo en catalán, menos las dos horas
de castellano semanales de rigor, como tiene que ser, pues para eso es el catalán
la lengua oficial de Cataluña, y es una obligación hablarla y entenderla. ¿No
es obligatorio el francés en Francia? Pues eso.
Como buen catalán, mis padres
me apuntaron al Esplai, a clases de sardanas, fui aixeneta de la
colla castellera del pueblo y no bien había cumplido un año ya tenía cuenta
en La Caixa, carné con el número de socio 233.656 del Club Super3 y...
¡faltaría más!... era socio del F.C. Barcelona.
Tradiciones culturales, ya sabéis.
Así, disfrutando de los fabulosos dibujos animados japoneses
que pasaban por TV3 o de las aventuras que vivíamos mis compañeros y yo en los "escoltistes"
catalanes, junto al fuego, contándonos historias de dragones, doncellas
secuestradas y Sant Jordis victoriosos, pasé mi infancia y primeros años de la
adolescencia.
Pero... a pesar de mi felicidad... algo había, algo se olía,
algo no funcionaba bien: Vic, mi inmortal Vic, fue cambiando poco a poco, de
manera casi imperceptible. Al principio no sabía bien qué era, pero azuzando
bien la vista y parando la oreja, comprendí qué era lo que estaba corrompiendo
la tranquilidad idílica de mi pueblo. Aquí, allí, en aquel viejo bloque de
viviendas antiquísimas... en los bares... en los clubs nocturnos... por todos
lados, una gente nueva, foránea, extranjera, empezó a llegar con intención de
quedarse.
Y hablaban en castellano a todas horas.
Y no comprendían el catalán, lengua autóctona.
Y no veían necesario aprenderlo.
De esta guisa, con sudores fríos recorriéndome la espalda
ante tamaños terrores oscuros, mi familia recibió una noticia de la Consellería
de Educació: habían aprobado la petición de traslado de mi padre. A partir
del siguiente curso sería el nuevo director de la escuela pública del barrio
del Carmelo, en Barcelona.
No bien planté los pies en nuestra nueva casa, me di cuenta
que esos monstruos que tanto me habían atemorizado en Vic, allí, en Barcelona,
campaban a sus anchas... como en casa... como en su casa. Por las calles, en los
bancos de la plaza, en las colas de las verdulerías del Mercat Municipal...
Por doquier, todo el mundo hablaba en la lengua de Cervantes... y Cataluña, mi
Cataluña milenaria de trigo y hoces, se convertía, irremediablemente, en una
colonia de la metrópoli madrileña.
Coincidió nuestro traslado con mi ingreso en la Universidad
de Barcelona, donde empecé a cursar la carrera de Historia, avalada por un
impresionante elenco de catedráticos catalanistas de pro, que se habían marcado
como objetivo principal, una vez vencida la criminal dictadura de ese loco
bajito, recuperar la vasta identidad política, social, cultural del Principat...
y de València... y de les Illes... y la Franja... y l'Alguer...
y el Carxe murciano... y Andorra... los Països Catalans,
todos. Yo, con mis veinte generaciones a la espalda, debía beber de las fuentes
del conocimiento nacionalista, y eso hice.
Ahora... hoy... tras siete largos años de estudio, estoy a
punto de licenciarme.
Como os dije ante, soy independentista. Lo era en Vic,
cuando la mayor de mis preocupaciones era no tropezar mientras daba saltitos
con el Virolai* de fondo... y lo soy ahora, a mi edad, con mis cien dedos de
frente, tras empaparme de la historia de esta región sometida, carente de
libertades cívicas y sociales, donde un buen día, tras una guerra criminal y
sanguinaria... otra de tantas... nos fueron usurpadas nuestras costumbres y
usos por una horda de castellanos comandados por Felipe V.
Lo soy, más que nunca, cuando compruebo cómo nos roba... cómo
nos saquea... la metrópoli española, de cuyo nombre no quiero ni acordarme. Cómo
nos expolia lo que producimos con el sudor de nuestra frente para, en un
reparto injusto y repleto de soberbia fascista, regalarnos las migajas, entre
risas y burlas eternas.
Si, amigos. Soy independentista. Sueño y rezo por la
independencia de Cataluña. Sueño y rezo por verla libre dentro del conjunto de
las Naciones soberanas del Planeta Tierra, paladín de la Europa progresista,
social y laica... donde los catalanes y nuestra cultura brillaremos con luz
propia, como hijos de un Dios mayor, henchidos de excelencia, de sapiencia y
"seny".
Sí.
Me llamo Josep Rovira Tura, y soy independentista catalán.
De cien generaciones, repito.
Se lo debo a la historia.
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"De aquí, de Montserrat, de la región catalana, de España entera hay que sacar los sillares señeros de la nueva construcción". Juan Pablo II Magno. Montserrat, 1982.
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* Papanatas
6 comentarios:
Si La Cosa No Fuera TAN CABRONA, Querido Herep, Soltaría Una CARCAJADA HOMÉRICA, ANTE TAL "EJEMPLAR" DE LOS EFECTOS DEL "LAVADO DE CEREBRO" Con DETERGENTE "PUJOLET", QUE SE LES HACE DESDE DECENIOS...
Cuando Leí La MIERDA DE CONSTITUCIÓN Del 78, AÚN VIGENTE, Y VÍ Los "APARTADOS" DE "BANDERAS", "LENGUAS" Y "NACIONALIDADES", Me Dije : ¡Ya Está Otra Vez Reeditada LA MIERDA DEL 31! Seguro Que POr Estos Artículos Tendremos FOLLÓNES GARANTIZADOS A FUTURO, COMPLEMENTADOS Con LAS AUTONOMÍAS "SUAREÑAS", DESINTEGRADORAS DE ACUERDO AL "PLAN DEL N.O.M.", Que Siempre Quiso HUNDIRNOS Y DESTRUIRNOS COMO NACIÓN LIBRE, UNIDA Y FUERTE...
¡Peste De GENTUZA!
Un Abrazo Genio.
Un Brindis POr LA LIMPIEZA EN SECO YA.
Y
¡¡RIAU RIAU!!
Treinta años o el arte de lobotomizar a toda una generación de "tontos útiles".
Creo que el lamento seguirá siendo eso, lamento independentista por muchos, muchos años más.
Un saludazo.
Llevo unos días leyendo el libro que más abajo se aparece, Old... el "Otra Historia de Cataluña", de Capdeferro, y se ve claro que no es más que la misma rueda de siempre, que sigue girando.
Las reivindicaciones de siempre, promovidas por los oligarcas aristocráticos de siempre que, mediante palabras grandilocuentes y empalagosas, manipulan las mentes de los siervos del estamento más bajo para que trabajen para ellos y en beneficio de los patronos.
Y todos pican.
También como siempre.
La CE del 78, como la del 31, es tan progresista y avanzada que no hace otra cosa que consolidar las "diferencias" entre clases: los socios del "Palau" y los demás... esos que tienen suficiente con repartir pan duro a las palomas en el parque.
Triste, pero cierto.
Brindo por esa limpieza en seco, amigo. Hace buena falta.
¡Riau!¡Riau!
Manipulación en estado puro, las 24h. del día, modo centrifugadora mental, Jordi.
Lo he vivido, sí... aunque mi mente hacía saltar los fusibles ante tantas idioteces.
Demasiadas no, sin embargo...
Eso creo yo también, CS... pero eso no quiere decir que, mientras lamentan, no hagan daño.
Irreparable, en muchos casos.
Un saludo.
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