Yo tenía un sueño de España… pero ese sueño murió hace tiempo. El que me acunará esta noche, será mejor. Mi guía en los Años Oscuros. Y vivirá por siempre jamás. Ej12Ms

27 ago 2013

Vía Catalana


Quimet no podía faltar al evento.

No se lo habría perdonado jamás.

Hijo de padre jienense y madre cordobesa, Quimet dejó atrás el rasposo nombre con el que lo bautizaron sus ancestros para, roto el capullo de seda, tomar uno nuevo... uno más armónico, más autóctono, con esa pizca de rebeldía acorde a los tiempos históricos que le han tocado vivir.

Del Joaquín de la EGB... infantil, como fueron aquellos años en el pequeño pueblo en el que nació, donde sólo importaban los juegos hasta las primerizas horas de la noche en el parque municipal, rodillas peladas, bicicletas voladoras, pandillas con sus fuertes en lo más alto del garrofero de turno... pasó al Quim del instituto, sito en la capital de la provincia, toda lustrosa ella, toda histórica ella... imponente, altiva, ridícula en sus quiméricos recuerdos y trasnochadas pretensiones.

Aquellos años fueron los del cambio, o la asimilación del cambio, más bien. El interés por estirar las coletas de las compañeras de pupitre fue sustituido por otro interés... más carnal, más adulto, falsario... y fueron apareciendo, descubiertos por una madre primeriza en todo tipo de lides, las primeras colillas de cigarrillo rubio, moreno y de liar. El nuevo Quim pateó las posaderas del niñato de Joaquín hasta allá a lo lejos, dirección al pueblo de la infancia, rumbo a las raíces despechadas, pesadas... y se puso el mundo por montera. Hoy chuleaba a la empollona de clase, hoy bufonea buscando las risas de las macizas, hoy se ríe de su propia sombra...

La edad del pavo, lo llaman. Un gran pavo, la verdad. Pavo Real.

Como no podía ser de otra forma, sus notas se fueron al garete. Su excelente media en la básica se convirtió en una ristra de suspensos... pero, ¿qué más da un tropiezo cuando la vida es tan maravillosa, tío? Me río yo de las notas, de los profesores, del futuro... Ya se arreglará, ya. Pero, contradiciendo toda lógica, se arreglaba. Llegado el final de la evaluación, cuando el agua le acariciaba el lóbulo de la oreja, siempre había un suficiente, un aprobado raspado, una décima ganada mediante el peloteo, la servidumbre o una caidita de ojos que hacían que el iluminado de Quim pudiera seguir adelante... paso a paso... como esa oruga que, tejido el capullo, deviene espléndida mariposa.

Alguien como Quim... alguien como nuestro Quim... No. No se puede perder a alguien como nuestro Quim. Representa mucho para la causa, el chico este. Él es el Futuro, y no hay que ponerle la zancadilla, al Futuro.

Porque Quim, aprobado el Bachillerato y el COU por arte de magia negra cocinada en el claustro de profesores, pasó a la Universidad de la ciudad pequeñita, y se convirtió en hombre. El prototipo. El Quimet licenciado en Historia tras siete largos años de fiestas, borracheras, cincos apurados, tesis copiadas en serie, confidencias con el profesorado, acampadas juveniles, conciertos guarros perdidos en la montaña más tradicional de la geografía de la Nación Naciente...

Del mocoso aquel de antaño... del niño que coleccionaba canicas en un bote de cristal... del rapaz ese no quedaba nada. Alguna foto en un álbum, quizá, aunque sólo sus padres ven algún resquicio de aquel chico en el tiarrón que tienen ahora ante ellos... hombretón valiente... catalán de pelo en pecho... aguerrido y voluntarioso en la utopía como el que más. La larva rompió el capullo rosado mostrando los cuernos al Sol. Su barba de tres o cuatro días, los tejanos ceñidos según el canon casual, las gafas de pasta a lo intelectual de vanguardia, el pelo despeinado del antiguo manga japonés... su desidia egocéntrica, su prejuicio relativista, su soberbia racial...

Un Quimet en toda regla: campeón de la sardana y el banjo, segundo en el tronco de la colla castellera del barrio, aficionado a Els Pets, Llach, Raimon y Peret... capaz de recitar todos y cada uno de los poemas de Espriu y fiel seguidor de TV3 y derivados, únicos canales que tiene sintonizados en el TV que reposa en el salón-comedor de su loft de la Rambla. Más TV no, que atonta, le dice el intelecto con patas a las visitas, entre los "Oh" de exclamaciones sorpresivas y los "Es clar" de asentimiento tribal.

A sus padres ya casi ni los ve. Dice que es por causa del trabajo, pero todo el mundo sabe que es mentira. Las siete horas en la oficina de la Biblioteca Pública Provincial no dan para demasiado estrés. La realidad es que tenerlos delante... a los Sánchez Heredia... no es plato de buen gusto. Por mucho que se madre se haya teñido el pelo de rojo fuego, asista a clases de Nivel C y aprenda el arduo arte del humor tradicional, siempre será una extraña para el nuevo Quimet. Un escabroso recuerdo de sus orígenes. ¿Y qué decir de su padre, que aún conserva ese tic que le hace morderse el labio cuando juega el Real Madrid? Ah, pillín... Quimet te tiene calado, viejo.

No. Hay que mirar hacia adelante. Sobrevivir. Como siempre ha hecho Quimet... adaptándose a los nuevos tiempos, a las nuevas posibilidades, abierto como la boca del metro... como los brazos de la esposa del marinero... como el coño de las putas.

Es por eso que un tío como tú, hoy, no puede faltar a la cita.

Son las 16:00h y ahí estás, con tus dos collons, agarrado a una señora de cincuenta y tantos, ufana tras sus gafas de sol y sus tres capas de maquillaje, vestido vaporoso al viento, divorciada, según supones, que mira al infinito como si esperase ese jinete azul que tantos años lleva aguardando. Al otro lado, agarrándote los dedos con delicadeza, una jovencita de unos veinte años... puede que dieciocho, sopesas tras hacer uso de tu sobrada experiencia en el análisis de las nalgas femeninas... morena, ojos marrones de tierra dentro, sonriente con esa hilera de soldaditos blancos en la boca. Te recuerda a ti... pasional, fuerte, decidida... y canta, ¡canta!, todas las canciones que se van sucediendo allí, al borde de una carretera perdida en medio de los campos de la provincia... antiquísima tierra... donde aprieta un calor sofocante, desquiciante, empalagoso, bañándoos en el sudor del mes de Septiembre... rancio, salado, asesino del perfume virginal de la chica y de la cara eau de roches de la viuda alegre.

Agarrado a los dos peones, Quimet cierra los ojos y, por un momento, la serpiente de asfalto desaparece, los campos pierden su brillo sofocante, el viento deja de arder y los hedores se esfuman, aburridos. Tras sus párpados todo se torna de vivos colores. Sus pulmones, tras una larga y profunda aspiración, degustan el roce de placenteros manjares y la vida toda... antigua, presente, olvidados años de infante, de estudiante, de vago universitario, de aburrido con pretensiones... pasa, se desvanece, se derrumba como los fascistas castillos de arena que se erigen sobre la arena de la playa. La resaca los arrastrará. Arrancará las raíces, borrará los antepasados, purificará la sangre corrompida, insuflará una nueva vida... mejor... libre... donde, al fin, podremos hacer todo aquello que nos dio la real, y puñetera, gana.

Oh, Quimet... Agarra a tus dos musas, Quimet... la fresca y la seca, Quimet... haz historia de la buena, Quimet, participando de este acontecimiento intergaláctico que brillará más que la más brillante de las supernovas... y emprende ese nuevo rumbo por esta carretera sin coches... la Vía Catalana... única que no lleva a Roma, sino a la Ítaca de tus sueños... allí por donde la Láctea, Vía, perdió la zapatilla.

¡Qué viaje, Quimet!


No podías faltar.


4 comentarios:

Lin Fernández dijo...

Lo del tal Quimet no sabe uno si es un sueño o una pesadilla,el tiempo no los dira,un saludo,

Maribeluca dijo...

Algunos "charnegos" son los peores...

¿Has visto la cadena de tontucios en la Muralla China y la foto de los catetos culos al aire?

Herep dijo...

Lo de Quimet es una quimera, Agustín. Un sueño que se tornará pesadilla, tenlo por seguro.
El problema es que arrastrará a demasiada gente que, hasta la fecha, se cree libre de esta telaraña.

Un abrazo, neozelandés.

Herep dijo...

Más que peores, Maribeluca. Ellos tienen que demostrar que han "asimilado" los puntos iniciáticos del movimiento.

He visto esas cadenas y muchas más que no salen en los medios.
Tras más de dos siglos seguimos igual... "Vivan las caenas".

Un saludo.