- Mírala, Manolo… ¡Mírala, cómo se menea!
Siempre que no la conozcas, y no hables con ella. La Paca tiene eso… cuando habla, la caga. Su vocabulario, su arte construyendo oraciones, su jerga de mercadillo ambulante…
Ni todas las sedas de Marco Polo podrían borrar sus orígenes humildes. Hija de un churrero y una pobre diabla que su padre encontró una tarde en la que se encaminaba hacia una aldea vecina sentada en la cuneta, su analfabetismo es cosa sabida por todos aquellos que, a pesar de las apariencias y los años pasados, no han perdido la memoria de los tiempos mozos.
Aunque, por aquella época, ya apuntaba maneras. Su padre, el churrero, murió cuando ella apenas rondaba los quince o dieciséis años. Dicen las malas lenguas del pueblo que fue a causa de los disgustos que, niña y madre, iban sembrando en su aceitosa vida. A la madre, también Francisca… o Doña Francisca, como gusta de ser llamada al entrar en la carnicería a comprar caros solomillos… jamás le gustó trabajar. Según se cuenta, cuando su marido la encontró echada en la cuneta, la explicación que esta le dio fue que se había sentado unos segundos a descansar tras dos días seguidos de arduo trabajo… pero una noche, antes de morir el mísero esposo, nos confesó, entre tinto y tinto en la cantina del pueblo, que “aquellos debieron ser los dos únicos días que trabajó en toda su existencia”.
Y así
debió ser, pues la doña, de trabajar, nada de nada. Nadie recuerda haberla
visto doblar el espinazo… aunque eso no ha sido motivo para que, con casi
sesenta años, lleve cinco o seis disfrutando de una pensión de invalidez
completa gracias a la rotura de la rótula izquierda. Bueno, mejor dicho,
gracias a la mano que Manolo, el nieto… el hijo de la Paca… tiene en la oficina
de la Seguridad Social.
Porque Manolo,
el hijo pródigo, es una de esas personas que nacen con estrella. Se puede nacer
con estrella o estrellado… y Manolo es de estos últimos. Mimado como el que
más, su madre y su padre lo llevaron, casi de recién nacido, a saltar la verja del
Rocío, como fieles devotos que son, aunque el marido de la Paca es un putero de
cuidado y ella, los pecados capitales, se los conoce tan al dedillo que ni rezando mil rosarios.
Pero algo
de milagro aconteció, sí. Algo prodigioso se coció aquel día… o los
inmediatamente siguientes, pues Manolo prosperó cosa absurda. Nadie sabe
exactamente cómo sucedió… sin estudios, sin ideales, sin posibles… pero Manolo,
de la noche a la mañana, pasó a ser personaje importante en el pueblo, primero,
y en la provincia después. Una mañana desapareció sin dejar rastro para, al
cabo de un par o tres de veranos, volver montado en un Mercedes blanco, a la
feria del ganado, con un caro traje, un sombrero como jamás se vio en la
comarca, un gracioso bigote que bien recordaba al Cantinflas ese de los domingos en el cine y una
licenciatura de Derecho, creo recordar, que alguien le había pagado con alguna
beca sacada de algún presupuesto oficial.
A partir
de aquel momento, la Paca cambió. No por dentro, pues la fruta podrida jamás
volverá a estar verde, pero sí por fuera, de cara a la galería, con su piel
tersa como el culito de un bebé, sin arrugas, con unos labios mulatos y unos
pechos del tamaño de cántaros. El mandil, las sortijas de plástico coloreado,
el regateo en la tienda de ultramarinos… todo quedó atrás. Se abría paso la
nueva Paca, perfumada, perfectamente depilada, ducha en moda italiana y afín a
las fiestas en su nuevo chalet de las afueras, con ruedo taurino y todo.
Fiestas
exclusivas, claro, pues la Paca ya no se codea con la gente del pueblo. Ni
saluda apenas, igual que su marido, vago redomado que acabó como encargado de
la Brigada Municipal y que, en las fiestas del patrón, no se despega de las faldas
del alcalde ni a empujones, al tiempo que su doña… la Paca… lo agasaja invitándole
a la barbacoa del “prózimo finde, arcarde. ¡Véngaze, véngaze, mi arma! Verá qué
comía tenemo en la finca, verá… Va a vé uzté qué hé comerze una vaca azá con
billete!"
Con un
olor a jazmín silvestre, la Paca pasa a nuestro lado, bamboleándose tanto que
temo que se le disloque una cadera.
No saluda.
Mejor. Así no la cagará abriendo la boca.
6 comentarios:
Querido HEREP, Así SON LAS COSAS DE LA VIDA...
Unos CRÍAN, ALIMENTAN Y ENGORDAN LA VACA Y "OTROS" LA ASAN Y SE LA COMEN EN UNA BARBACOA "OFICIAL"...
De Ese Modo, ¿Como Puede SALIRSE DEL POZO?
YO. HUMILDEMENTE; PROPONGO Y LO PUBLICARÉ PRONTO, UN "PLAN PARA SOLUCIONAR LA CRISIS QUE NOS ARRUINA"
Por De PRONTO HARÍA "AUMENTAR EL PARO EN "TRES MILLONES MÁS"...
QUE CASUALMENTE, "SON LOS QUE SOBRAN Y SE COMEN NO UNA SINO UNA VACADA ENTERA POR SEMANA.
CON EL DINERO QUE "TENDRÍAN QUE DEVOLVER Y EL "TRABAJO FORZADO EN QUE LES COLOCARÍA",EN MENOS DE UN AÑO, TENDRÍAMOS RECUPERACIÓN REAL Y VISIBLE...
Ya Estoy PERFILANDO LA ENTRADA Y LOS SONETAZZOS CORRESPONDIENTES...
Un Saludo GENIO.
Un Brindis Por El LANZALLAMAS JUSTICIERO
Y
¡¡RIAU RIAU!!
Otro post con carga de profundidad.Ultimamente estas sembrao,un abrazo,
El rasgo distintivo de la izquierda cuando se pone a hacer dinero es la obscenidad, de ahí el rastro pestilente que dejan a su paso.
Espero con ansia esa entrada profética, querido Old, pues salta a la vista que el "Gomierdo" de la Nación está escaso iniciativas válidas.
Todo lo basan en más gasto, más deuda y más hambre para mañana... si queda algún mañana después del paso de esta plaga de langostas que nos sacude desde hace más de tres décadas.
Y pasa como con las cucarachas... Muere una, y aparecen cinco más.
En el fondo, todos quieren chupar de la teta.
Un abrazo, camarada. Ojalá nos veamos en las trincheras y podamos brindar una vez más.
¡Riau!¡Riau!
Gracias, Agustín, pero reconozco que cada día me cuesta más encontrar algo satírico con lo que poder escribir algo.
Un abrazo, neozelandés.
Antes se pilla a un "socialisto" que a un tonto, Reinhard. Démosle gracias a ese rastro nauseabundo que los envuelve, tan peculiar y característico.
Un saludo.
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