En la estancia descansaban un padre, una madre y dos hijas.
El padre, erudito, repasaba las noticias más destacadas del día en el periódico
local mientras la madre, dueña de su hogar, remendaba un par de leotardos
negros de las pequeñas, agujereados por obra y gracia del juego alocado. Las
niñas jugaban a las muñecas apurando los últimos minutos antes de irse a
acostar. Las clases habían acabado y las mozas estaban en el periodo de
vacaciones estivales, pero a la mañana siguiente, a primera hora, su tío
Torcuato las vendría a buscar para llevarlas al pueblo… a la sierra… donde la
familia pasaría un par de semanas con los abuelos.
Tras un año, al fin, podrían descansar un poco… despegándose
de los quehaceres diarios… las tensiones diarias…
En el aparato de radio sonaba, de fondo, una bonita canción
de Imperio Argentina… “El día que nací
yo, qué planeta reinaría, por donde quiera que voy, qué mala estrella me guía”…
y la madre, que se conoce todas las canciones de tanto repetirse en las ondas,
la canturrea en un murmullo agradable, familiar, hogareño.
De repente, abajo, en la calle, se empiezan a escuchar ruido
de petardos y leves gritos, a lo lejos… acercándose… incomprensibles por tantas
y tantas voces. La radio, calla. La madre la desconectó mientras agudizaba el
oído, intentando descifrar qué se dice… que se grita… Son tiempos convulsos.
Noche tras noche suben de la rúe trifulcas y discusiones, amplificadas por el
calor del verano y la imposibilidad de poder cerrar los ventanales. Noche tras
noche las sirenas de la policía resuenan por las estrechas callejuelas de la
Villa, rumbo a cualquier tasca en la que los comensales acabaron las palabras a
golpe de botella o corte de navaja.
Los gritos y las pequeñas explosiones se acercan.
El señor se quita las gafas y, doblándolo con parsimonia,
deja el periódico en la mesita del café. Su semblante ha cambiado. Ahora parece
más serio, como si hubiese distinguido algo… alguna palabra proveniente de la
marabunta que se acerca… Sus ojos, que unos instantes antes estaban siendo
poseídos por la influencia de Morfeo, ahora vuelven a estar abiertos,
expectantes, inquietos… de un azul grisáceo velado, de esos que anuncian frío y
helor…
- ¡Niñas, váyanse a
acostar! ¡Ya! ¡Madre, acompáñelas!
Pero nadie se mueve. Todos se quedan de piedra, inmóviles,
pues la jauría humana, a los pies del balcón de la vivienda familiar, acaba de
gritar un nombre, claro, cristalino como el agua que corre… ¡José! ¡José! ¡Asómese al balcón, maldito
José!... Lo buscan a él, parecen
quererle preguntar las niñas, con la mirada, a su madre. Te buscan a ti, pregunta con la mirada la esposa al marido… Por qué no se van las pequeñas a dormir,
sugieren los ojos de papá.
De la calle, como suceden los domingos con los churreros
ambulantes, suben aromas y gritos, aunque estos no tienen nada de agradables.
El perfume del chocolate ha sido sustituido por el agrio sudor y la quemazón
del insulto. Vocablos desconocidos para las niñas que hacen que la pequeña,
inocente, se tape instintivamente las orejas con las palmas de las manos. Nadie
habla, pero las miradas lo dicen todo. ¿Qué
dice, madre? ¿Qué pasa, padre? Pero permanece el silencio… hasta que, con
un chasquido, los cristales de una ventana se desparraman por el suelo, rotos
gracias a una pedrada.
El señor de la casa se acerca al teléfono. Descuelga, marca
un número corto… espera… espera… pero la telefonista no contesta, ausente, sin
línea. Sus ojos, en apenas un segundo, vuelven a cambiar, desvaneciéndose el
poco azul que quedaba, tornándose blancos… transparentes… como ventanas que
ofrecen, vulnerables, el tesoro de un alma atormentada, aterrorizada ante una
situación incomprensible. ¿Y las niñas,
siguen aquí?
Se escuchan guturales pasos en la escalera. Al llegar ante
la puerta, esta es fuertemente aporreada… con saña… ¡Abra, don José! ¡Venimos a proponerle un negocio que no podrá
rechazar!... La madre sospecha, las niñas no entienden quién, a estas horas
de la noche, viene a entrevistarse con su padre, y éste, sabedor de secretos
que su familia desconoce, suspira resignado ante lo que está por venir. Con un
gesto indica a la mujer que abra la puerta antes de que esta caiga bajo las
patadas y los puñetazos de la turba. Joaquín, el carpintero, hizo un buen
trabajo, pero una puerta no puede salvaguardar, eternamente, el destino.
Como un torbellino, tan sólo entreabrirse el cierre, entran
en la casa seis hombres uniformados, vistiendo camisetas verdes, pantalones de
todo tipo y ataviados con gorras, rastas, crestas o simple y pulcra gomina. A
diferencia de los ojos del padre, los de estos rebosan sentimiento… fuego, de
vivos… y sus cuerpos se presentan tensionados, dispuestos a la lucha, con venas
hinchadas surcando los cuellos, los brazos, las frentes…
Madre, a causa del ímpetu de los visitantes, cae de rodillas
al suelo. Las niñas, asustadas, se abalanzan sobre ella y así, las tres, se
protegen en un ovillo de carne, entre sollozos y silencios que hablan más que
las palabras. Una señorita que forma parte de la muchedumbre de asalto las
mira, con una mueca de desprecio en el rostro. Murmulla algo, incomprensible
para las niñas, y acaba escupiendo su saliva caliente sobre la improvisada
estatua humana.
Ella es la única que ha reparado en la presencia de las tres
mujeres. Los demás, como lobos ante corderos, rodean al padre, increpándolo,
empujándolo, mostrándole raidos papeles una y otra vez… papeles que el hombre
no ve… no distingue… imposible con aquella mirada vacía, ausente, perdida. Uno
de los asaltantes, grande como un bárbaro, lo agarra del brazo… ¡Venga, venga, don José! ¡Venga con
nosotros, vamos! ¡Hablemos de
negocios!... y empieza a arrastrarlo hacia la salida.
La niña, la más pequeña, se escapa del abrazo de su madre y,
con el pelo ensalivado, se abalanza sobre las piernas de su padre. ¿A dónde va a estas horas, padre? ¿No ve que
es tarde?, y la piara forastera estalla en una fiesta de carcajadas. No te preocupes, mi vida. Papá tiene que
salir un momento. Me acicalo, me pongo el abrigo y vuelvo enseguida… y la
niña, asimiladas las palabras del padre, vuelve junto a la madre y hermana, más
tranquila, mientras José, tras una mirada al que parece el jefe de los bandidos,
entra en el aseo que se halla junto a la puerta.
Un par de minutos más tarde, José sale del baño… y algo ha
cambiado. Se ha puesto un buen traje, el de los domingos, y está perfectamente
peinado y perfumado. La cara, en comparación con las de sus acompañantes,
resplandece de limpia. Los dientes, blancos en comparación con los putrefactos
que lucen las hienas. Las uñas, cortas y lustrosas. Pero en Don José destacan, por encima de todo,
sus ojos… esos ojos que, hasta hace unos instantes, estaban apagados de
muertos… hundidos… desprotegida su alma, abocada al desamparo y la pena. Pero
ahora, no. Ahora brillan después de haber recuperado su trascendencia y su
fuerza. Allí, en el aseo, ante el espejo, José ha hablado con ese Desconocido,
pidiéndole fuerzas para él y para su familia.
Sabedor de que el Camino nunca tiene final, todo miedo queda
ahogado en su propia ridiculez.
Así, con una mirada rebosante de paz, tranquilidad, sosiego
y esperanza, don José acaricia los rostros de sus tesoros y su esposa.
Un instante después, la casa queda vacía.
Al día siguiente, la prensa anuncia la aparición del cadáver
de José Calvo Sotelo tirado en el cementerio del Este. Es el 13 de Julio de
1936.
14 comentarios:
En los EREs falsos de la Junta de Andalucía se han robado más de 1.000 millones de euros. ¿ Dónde están los del escrache para pedir cuentas a socialistos y sindicalistos ?¿ Dónde están los del escrache a pedir cuentas a los ladrones de CIU ?¿ Es que sólo hay chorizos en el PP ?
¡ Cómo se les ve el plumero a los comunistas del escrache !
Si tan mal están en España, Alejandro Cao de Benós está reclutando voluntarios comunistas para defender Corea del Norte.
Que se vayan con él.
No caerá esa breva.
Buen recordatorio de algo que para nada es nuevo por mucho eufemismo y disfraz que le pongan.
Suscribo íntegro el comentario anterior, por cierto.
Un abrazo, Herep.
Muy Buena Adaptación De Lo Que Yo Te Sugiero Que "INTITULES" "PASEO EN LA CAMIONETA Nº17"...
Te Has Dejado DOS COSAS MUY IMPORTANTES En El TINTERO, GENIO...
Una, Que "HABÍA POLICÍAS DE PROTECCIÓN", ANTE EL DOMICILIO DEL "SCRACHADO",Y Que Se "DIERON EL PIRO" Al Ver Que Con Los "ALLANADORES-MOLESTONES" Iban Un CAPITÁN DE LA GUARCIA CIVIL Y Unos GUARDIAS DE ASALTO, Junto Con El "GUARDAESPALDAS PERSONAL DEL BUEN "DON INDA"...
Que Casualmente Fue "EL EJECUTOR" Con Una ASTRA Del 9Largo, Con Dos Tiros En La NUca...
Y Es Que Como Siempre Ocurre, CUANDO LA AUTORIDAD "SE PIERDE DESDE ARRIBA, POR SOSPECHOSA PERMISIVIDAD", Los CHIKOS DE LA CHEKA, ACTÚAN, Como Perfectos GANSTERS...
A La PELI, Le Faltó "Por CANGUELO" El Sepulturero, Que SE Puso MALITO Y No Pudo "HACER DESAPARECER EL CADÁVER EN UNA FOSA IGNOTA"...
Por Eso, Apareció El "ESCRACHADO".
Por Cierto Que El Cabroncete De La CEDA, Tuvo Más Suerte POr Haberse Ido De Vacaciones Un Día Antes, Que Si No, También Lo Hubieran "PASEADO"...
¿Te Imaginas Que A Algún ESCRACHADOR Le Dé POr Pasarse Por "ALGUNA CASITA DESPROTEGIDA"...?
Un Aplauso Y Un Abrazo, GENIO.
Un Brindis POr El REARME MORAL Y EL "OTRO" Por Si Las MOSCAS COJONERAS-
Y
¡¡RIAU RIAU!!
Según leía iba pensando que esto del scrache es una mariconada, antes me decía, eso terminaba en una cuneta. en este caso junto a las tapias de cementerio.
Saluditos.
Sobran millones de motivos para hacer escraches en las sedes,de los socialistas en Andalusia y otras zonas de nuestra nacion,pero son tan zoquetes que son de piñon fijo,jejeje,un saludo,
Estoy hasta el gorro de la extrema izquierda y sus disfraces de ocasión
http://lapoliticadegeppetto.blogspot.com.es
Claro que no caerá, Enrique. Corea del Norte se defiende muy bien desde el McDonalds de la esquina, atiborrándose uno a patatas fritas y hamburguesas de medio kilo.
Los ladrones de izquierda no les importan. Esos son de los suyos, privilegiados que han conseguido escalar hasta la cúspide. En el fondo de sus corazones, los envidian por poder estar ahi.. en la cima del buró... choriceando dinero ajeno y pegándose la vida padre.
Todo lo demás es bazofia barata para el populacho.
Un saludo.
Se empieza por ahí y se acaba por allá, Maribeluca.
Luego, lo de siempre... "ellos se lo han buscado".
Un abrazo para vos también.
Lo tenía presente, querido Old. La huida de los unos, y la desidia de los otros. Pero el resultado, al final, fue el mismo: la ilegalidad, el crimen y el asesinato ruin.
Fue el triste epílogo a algo que, salvando el tiempo transcurrido, empezó más o menos como está empezando hoy el cuento.
Unos de caza y captura, y los otros escondidos mientras hacen dejación de funciones.
Siempre estamos igual, camarada.
Brindemos, pues... hasta perder el control. Con suerte, la embriaguez nos hará ver luces donde tan sólo quedan sombras.
¡Riau!¡Riau!
Tiempos modernos, Zorrete. La técnica, en esto del escrache, también ha evolucionado una barbaridad.
Un abrazo, campeón.
A ellos, los aquelarres que hacen los socialistas, no les importan un bledo. Son el partido de "los pobres", Agustín... y, por mucho que roben, siempre lo serán.
Es la hipocresía personificada.
Desconfía siempre de un socialista, amigo. No te traerán nada bueno.
Un abrazo allende los mares.
Geppetto,
Yo estoy hasta el gorro de que les salga siempre la fiesta gratis.
Un saludo.
¿Porqué aguantan los políticos del PP ese acoso con tanta estoicidad?
Estos no son milicianos, son actores subvencionados, quítales la gasolina y muerto el perro se acabó la rabia, antes de que la rabia se extienda de verdad...
Si me acosan y los míos no hacen nada, si asustan a mis hijos y los míos no hacen nada es que, en realidad, no son los míos.
A la Colau le pagaron pra asustar viejas, y le siguen pagando. Nada es casual.
Ya sabes cómo funciona la izquierda en este país, Candela. Aquello que pierden en las urnas, lo intentan recuperar en la calle. Para eso no escatiman en el truco de la lágrima fácil.
Ha sucedido siempre, y seguirá sucediendo mientras no se les edifique un muro delante contra el que poco puedan hacer.
Pero, ¿construirá la derecha acomplejada española ese muro?
No lo creo.
Un abrazo.
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