Hace un par de días, poseído por una evolución de la
enfermedad de Parkinson, el soldado Adrián tropezó con un documental emitido
por un canal de cuyo nombre no quiero acordarme. No versaba sobre animales en
celo o insectos cimentando capullos, sino que tenía como base el estudio de ese
país situado al Este… muy, muy al Este… tras miles de kilómetros y, de propina,
un pequeño brazo de mar.
El país del Sol Naciente.
No vimos empezar el análisis doctoral pero, lo poco que
degustamos de él me ha servido para reflexionar un poco este pasado sábado
noche… ¡dolor de vida este que me reserva las fiebres del sábado noche para la
reflexión!... y llegar a una conclusión que, si me prestáis unos minutos, dejaré
flotando en el ambiente.
Dicen que Japón lleva más de una década sumido en la miseria
económica. Crisis, depresión, deflación, estanflación… Llámese como se quiera,
los japoneses llevan años soportando eso que, a los ojos de los economistas, es
más dañino que la halitosis del temido Godzilla.
Una primera curiosidad que me asaltó mientras contemplaba el
trabajo periodístico fue que, en el medio millón de películas asiáticas que
hemos visionado en la Sala X, jamás hemos visto a un japonés rebuscar en los
contenedores de basura o pedir limosna por la calle. Quizá tal falta se deba a
la indiferencia de los directores a la hora de mostrar esas situaciones en el
plano… o, quizá, la ausencia de miseria en la rúe se obra de una legión de
androides cibernéticos a sueldo del Estado que, a base de escoba y recogedor de
aluminio inoxidable, patrullan por doquier en busca de tales materiales de
desecho.
No conozco la Historia económica japonesa. No sé a ciencia
cierta qué abocó a tan alucinante país a las garras de la depresión de la
estanflación, aunque tengo nociones de que el invento fue parido tras la
explosión de una burbuja inmobiliaria bastante similar a la que hemos… y
estamos… sufriendo en España. Sí, sí… es cuestión de investigar un poco más y
leer cuatro o cinco volúmenes que versen sobre el tema, pero como comprenderán,
no tengo tiempo para, con la borrasca que arrecia tras las ventanas del Cuartel
General, arriesgarme a salir a la calle en busca de información firmada por
periodistas de ojos rasgados.
Pero esta entrada no va de eso. No quiero hablar de la
crisis nipona y sus motivos. Lo que me hizo reflexionar fue otra cosa.
Todos conocemos, en mayor o menor medida, el día a día de la
sociedad de judo. Levantarse con las primeras luces del Sol, enfundarse un
planchado traje con corbata, viaje en metro con el correspondiente sobeteo de
nalgas propias o ajenas, llegada a la oficina, motivación productiva, trabajo,
trabajo, trabajo… hora de comer rápido arroz con pollo… siesta de quince
minutos en un hotel de habitaciones-colmena o nichos con TV… vuelta al trabajo,
trabajo, trabajo… nuevo viaje impúdico en el metro de última hora, cena fría de
tallarines con zanahoria, colchoneta en el suelo… y sueño reparador.
Día tras día. Día tras día. Día tras día. Siete veces por
semana.
Debe ser muy profunda la crisis japonesa. Tropecientos
millones de ciudadanos trabajando de sol a sol, todos los días, durante más de
una década… y siguen enfrascados en la misma cantinela económica de siempre.
Quien les habla imagina una voluntad como esa aplicada a un
país como este… y, por el bien de mi salud mental, tengo que sopesar la idea de
recluirme en un monasterio no vaya a vencerme, al final y por desidia, la
locura.
Los japos nacen, crecen, se reproducen y, como todo buen
hijo de vecino, mueren. Los terribles sufrimientos los dejan para otros.
Nosotros. La vida llevada por los chicos de los ojos rasgados, por muy monótona
o vacía que pueda parecernos, está perfectamente asegurada y monitorizada por
el Estado nipón. Intervención cibertrónica. Quizá se deba a precisamente a eso
la razón por la que no se ven pordioseros en sus fluorescentes avenidas.
Estudias en una universidad de toda la vida, te contrata una empresa de 12 a
12, como toda la vida… pagas tus impuestos de toda la vida y, llegado el
momento de la vejez, cobras tu pensión de toda la vida. Así hasta tropecientos
millones de días.
La rueda gira, gira, y gira. Perfectamente engrasada, como
un reloj suizo o, mejor dicho, un reloj atómico japonés. Todo mecánico. Todo
estudiado. Todo cronometrado hasta el último milisegundo. Así, con un ejército
de fieles oficinistas al servicio de la causa, es como los amarillos pretenden,
desde hace más de una década, salir de las garras del tsunami en el que se
encuentran.
O, por el contrario, seguir en él. El Estado es una máquina
de hacer esclavos, Monos. Limpios, acicalados, perfumados… pero esclavos de
todas todas.
Pero el documental, tras presentarnos este cuadro diario de
la sociedad japonesa, hacía hincapié en una nueva tribu urbana parida bajo las
faldas de Bola de Dragón o nacida de la pluma del gran Miyazaki. Una nueva
horda que, tras superar el nivel 10 en todos y cada uno de los videojuegos que
por aquellas tierras pululan, ha irrumpido con fuerza en la sociedad nipona…
rompiendo las reglas marcadas por el Gran Arquitecto Amarillo.
Son los ni-nis.
Japoneses, claro. Nada que ver con los regurgitados por Chirigota Española, s.l.
Allí, un ni-ni, es un chaval que ni trabaja, ni estudia…
donde le toca. Ellos, con mano firme, han agarrado la “hoja de ruta” que les pusieron ante el rostro al poco de nacer
desgarrándola en mil partes. Chavales que abandonan los estudios que el Estado
nipón les ofrece gustosamente para enrolarse en análisis filosóficos simples.
Jóvenes que rechazan los trabajos creados para ellos apostando su futuro a la
incertidumbre que aguarda tras voltear la esquina del hotel de los nichos.
Valientes que han sustituido el traje y corbata por, quizá, un billete en el
metálico estómago de un cibernético barrendero de “residuos urbanos no-reciclables”.
Un ni-ni de ojos rasgados no firmará un contrato esclavista
a cambio de un salario a final de mes, o no malgastará sus dos minutos de
descanso embutido en una celda de dos por… dos por nada… metros de
habitabilidad. Sus comidas intentarán ser de primero, segundo, café y cigarro y
las prisas… esas tan temidas prisas japonesas… tan sólo lo dominarán en el
momento de cruzar el famoso paso cebra de la encrucijada de luz neón.
Contratos de media jornada, despidos fulminantes, tarjetas
de visita repartidas ante los despreciados semáforos. Algunos se decantan por
la educación independiente, afiliándose a cursos de todos los tamaños y
colores, prestos a aprender cualquier cosa que pueda parecer interesante o
apropiada para la inquietud vital del individuo libre.
A cambio de esta libertad, muchas noches, los ni-nis
amarillos, se acuestan sin llevarse bocado a la boca… o tienen que acercarse a
pedirles la paga a unos sufridos y descolocados padres, que contemplan al hijo pródigo
con una mezcla de miedo y esperanza.
Miedo porque nunca fue fácil llevarle la contraria a un
Estado Amarillo que, conocedor de su debilidad, gasta ingentes sumas de
calorías en la conservación y adoctrinamiento de una sociedad anclada en la
tradición y la servidumbre imperial. Como diría aquel, si uno se mueve un poco,
no sale en la foto. Pero… ¡ay, Monos!... cuando la foto abarca tanto y a
tantos, los mínimos movimientos pasan desapercibidos ante el foco gran angular.
Un codazo llama a otro… y luego a otro… y otro…
Y todo se convierte en un juego, el juego pare la risa… y
con ella, llega la esperanza.
Los padres, mientras su ni-ni duerme plácidamente, observan
ese cuerpo que, sin motivo aparente, ha de cambiar el futuro de su país. Él
será quien, ante la imposición del Hirohito de turno, primará su satisfacción
personal. Hará frente al sueldo y al horario esclavista con determinación.
Armado con su ideal y su visión de futuro. Su quimera. Su sueño de seis, ocho,
quince horas… las que sean… las necesarias para vivir acorde a sus intereses y
su necesidad. Sin un aliento más de lo necesario. Potenciando su creatividad
tras un escritorio repleto de lápices de colores o aparatitos eléctricos
sacados de cualquier robot espacial.
En Japón, los jóvenes ni-nis, se la juegan.
Ante ellos, previo pago vital, está la llave del futuro
servil. El único requisito previo a la consecución de un buen trabajo de diez a
nueve es la personal firma. ¿Camaradería laboral aliñada con festivales
nocturnos de karaoke? Una huella dactilar sobre la X. Familia, casa, perro de
alquiler, niños cabezones… Toda la seguridad nipona al alcance de la mano.
¿El precio? Barato, amigos… Nada del otro mundo… Sólo una
pequeña limosna en forma de tic-tac del corazón. Eso vale esa vida ofrecida.
Eso vale. Tu vida… tu alma… con eso es suficiente para comprar la vida ofertada
en el mercado de la carne… o el sushi. Contra ese comercio se levantan los ni-nis japoneses. Muchos,
no diré que no, obligados. Otros, seguro, borrachos de ilusión, verdad y
libertad.
¿El riego? ¿El miedo? ¿La muerte? ¿El fracaso?
Meras palabras para definir accidentes por los que, tarde o
temprano, todos y cada uno de nosotros tendremos que arrastrarnos. ¿No es un
riesgo la propia vida? ¿No se respira miedo en cada hogar, en cada barra de
bar… en cada cena familiar? ¿No hemos de dejar de vivir, igual que antaño
dejamos de morir?
¿No ha fracasado, a día de hoy, con suficiencia nuestra
sociedad?
Comprobadlo. No hace falta para ello alargar la mirada hacia
el Este, no. Observad a vuestro alrededor. Mirad a los ni-nis… los nuestros…
los de aquí…
Las cadenas les sientan tan bien.
Y lo saben.
Y lo aceptan.
17 comentarios:
Para reflexionar.
Creo que nuestros ni-nis, se dividen en: vocacionales y circustanciales.Estos últimos están deseosos de tener un tabajo(que las circustancias económicas actuales les niegan), para desarrollar su inquietud vital, su proyecto de vida. Los vocacionales, son los vagos de toda la vida, no toda la culpa es de ellos, influyen unos padres sobreproctetores, que no les han educado en valores como el esfuerzo y el sacrificio...el concepto de lucha..Un nini circustancial español estaría encantado de poder tener una oportunidad laboral, aunque fuera en la opresiva sociedad japonesa.
Herep, creo que rodeas de un halo excesivamente poético al nini japonés.
Creo que el compromiso más importante en la vida de una persona,es el adquiere uno mismo con el modo de entender la vida.
Coincido plenamente contigo en que el individuo libre debe canalizar su inquietud vital del modo que quiera(sin perjuicio a nadie) pero hay que ser consecuentes con nuestras decisiones y asumirlas.
Sigues acertando, amigo Herep, con tu pintura, realmente oscura, de un futuro amenazante que está ya a la vuelta de la esquina. La globalización lo invade todo, de tal manera que las sociedades avanzadas resultan todas muy parecidas.
Un cordial abrazo.
Querido Herep.
Si Los Japoneses, Dirigidos POr Sus MAFIAS YAKUZERAS, Olvidan Sus TRADICIONES Y SE DEJAN ESTAFAR Y Aún Se Hacen El SEPPUKU o HARAKIRI, Individual O Colectivamente, Es Algo, Que Como el "BOMBAZO TERREMOTERO de FUKUSHIMA" Está Perfectamente PROGRAMADO...
No Olvides Que El Japón, SIEMPRE FUE "EL CENTINELA ARMADO, QUE OCCIDENTE PUSO PARA GUARDAR LAS "GRANJAS ASIÁTICAS"...
En Casi Todas Las Cosas Que PUNTUALIZAS, TIENES RAZÓN.
Pero "Quizá Se Te Escape" Que DENTRO DE MUY POCO TIEMPO", Casi Seguro Que A Finales de Este AÑO o Principios del 13, "ESTALLARÁ UNA BONITA GUERRA,-En Fracciones Pequeñas, Como Todas Las GORDAS-, Y Los "NI-NIS" De Todas LasPartes Industrializadas del Globo GlOBAL, Se Verán METIDOS EN UNIFORMES Y LANZADOS A Ensartarse a Bayonetazos Con los CHINOS, "QUE SON LA VERDADERA GRAN AMENAZA A FUTURO, PARA QUIEN QUIERA VERLA"(Y Eso Era ASí Desde Que NAPOLEÓN, Dijo Aquello De "Dejad Dormir al Dragón Chino. Cuando Despierte, el Mundo TEMBLARÁ"...
Así Que Bien Venidos Seamos, Querido Herep, A La GRAN GUERRA "RACIAL Y MUNDIALERA", En la Que Es POsible Que La RAZA BLANCA, SEA BORRADA DEL MAPA...
Pero Mientras Tanto,
Brindemos Por La VIDA
y
POr La LUCHA QUE SE AVECINA Y QUE QUIZÁ NOS HAGA DESPERTAR DE UNA PUÑETERA VEZ, PARA BIEN DE LOS QUE SOBREVIVAN...
Un Abrazo
y
¡¡RIAU RIAU!!
Es lo que yo siempre digo, el esfuerzo, la improvisación, el emprendimiento, la pasión por sacar la cabeza es lo que hace a un país grande. En España todo eso se nos ha olvidado, hay pagas, subsidios, ayudas para todos los gustos y bolsillos. Aunque tu padre sea empresario y te pague todos los meses tu buena asignación, tienes derecho a esquilmar al Estado lo que se le negará con seguridad a quien más lo necesite.
Y así hasta la extenuación de una sociedad harta de mierda cerebral con la que noshan adoctrinado treinta y cinco años.
Un saludazo.
Todo es producto de la educacion recibida,Aqui al no existir el concepto de la responsabilidad ni el saber cada cual. cuales son sus limitaciones,Pasa pues que la actual generacion creen que todo es gratis.Y si encima el Sistema le da la libertad de no pensar,Pues nada al rico botellon,un saludo,
La verdad es que en este momento lo menos importantes son los Ni-nis, tarde o temparo dejaran de serlo
Naturalmente si tienen una Patria que los apoye, que es lo que vamos a perder.
http://lapoliticadegeppetto.blogspot.com.es/
La educación que se da aquí a los nuevos retoños deja mucho que desear.
Son ya muchas las generaciones que se han perdido por acostumbrar a la gente de que si algo quieres, tiene que costarte algo. No llueven las cosas del cielo.
Saludos cordiales
Los socialistas han creado unas generaciones que están adaptadas a sus ideales, la degeneración personal y cultural. En cuanto a Japón, ya quisiéramos tener su responsabilidad personal, pero eso sería otra historia de nunca acabar.
Buenas Herep.
Cierto es que Japón es un país cuya idiosincrasia debería contagiarse a otros muchos países (entre ellos el nuestro) así como sus políticas económicas y en materia laboral. Un sistema, el nipón, que está coordinado "verticalmente" en lo político-social toda vez que los políticos japoneses lo son en el sentido técnico del término y por otro lado empresas y trabajadores se someten a las normas de aquellos sin rubor porque sus líderes no juegan con especulaciones ni con el mandato de ninguna entidad (política)superior.
Un saludo.
Comparto al 100x100 tu comentario, abulto67. La diferenciación entre ninis vocacionales y circunstanciales me parece correcta y acepto que, quizá, sobrevaloro al nini japonés.
Pero mi intención era reflexionar sobre la opción que tienen los jóvenes japoneses y la falta de proyecto vital que muestran los ninis patrios.
La libertad no es gratis. Tiene su precio, aunque muchos jóvenes españoles jamás han conocido tal verdad.
Un saludo.
Nunca he entendido muy bien qué es una sociedad avanzada, Tío Chinto. Supongo que la causa de mi desconocimiento es la escasa fe que tengo en la sociedad como tal.
El mundo está tiranizado por 7.000 millones de lobos, amigo.
Un saludo.
Hoy escuchaba, Old, que está arreciando la tensión entre Japón y China por no sé qué isla. Ayer leía sobre el acelerado proceso armamentístico de los países del sudeste asiático... y llevamos días viendo el entuerto que tienen liado en el próximo oriente... así que no puedo más que apoyar tus palabras y aguardar el momento en el que, desde mi casa, vea pasar Tomahawks a diestro y siniestro surcando los cielos.
No voy a decirte que me alegre, pero tampoco me sabe mal, la verdad. Como sucediera con Hércules, hay veces que, para limpiar la cuadra, se necesita cambiar el curso del río.
Quizá así, quienes sobrevivan a la barbacoa, puedan vivir sin los cencerros atados al cuello.
Un abrazo, maestro, y un brindis por la llegada de Asmodeo.
¡Riau!¡Riau!
Cirugía social avanzada, CS. Eso es lo que hemos tenido aquí, amigo mío.
Hemos perdido toda iniciativa personal en pro de una servidumbre que, ahora, en tiempos de crisis, no puede llevarnos a otro lugar que no sea la propia tumba.
Siempre he pensado que el Estado, quiera o no, acaba recortando las alas de la ciudadanía... pero mucho me temo que si éste redujera su influencia y tamaño, ibamos a encontrarnos con una legión de ciudadanos que no sabrían valerse por si mismos.
Las élites han hecho bien su trabajo.
Un saludo también para vos.
Sólo tiene que ojear el programa electoral de muchos partidos que se declaran "anti-sistema", Agustín. Aquí, cerca de donde está instalado el Cuartel General, había uno que prometía un "botellódromo" y un "follódromo".
Supongo que, bien bebidos y mejor follados, la prima de riesgo debe verse con mejores ojos.
Un abrazo.
Es posible, Geppetto, aunque no veo yo que los ninis estén por la labor de defender aquello que puede sacarlos de su situación actual.
Un abrazo.
Del cielo tan sólo cae agua, José Luís, y no se aprovecha ni la tercera parte.
Pero, como sucede con muchos de mis compañeros, demasiados son quienes se pasan las horas mirando las nubes, eperando a que amaine el temporal y "alguien" les de oficio y beneficio.
Ya sabes. Están en su derecho de pedir.
Un abrazo... y felicidades por tu libro.
La sociedad japonesa es envidiable en muchos aspectos, Doramas.
Para mí, el más importante de ellos, es la capacidad de inovación y, dentro de esta, la voluntad de unos jóvenes que, pudiéndolo tener todo (trabajo fijo, casa, familia, tradiciones....), se arriesgan a buscarse la vida por su cuenta, alienándose de lo políticamente correcto en materia laboral.
Eso, aquí, es una utopía impensable.
Un abrazo, canario.
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